Por: Luis Carlos Heredia Ordoñez/ Por un lado, crecimos en unos sectores, pero por el otro, nos estamos desinflando en el tema del petróleo. Y aquí es donde empieza la parte interesante, porque lo que le pasa al petróleo no es un simple chisme de barrio; es una pista de lo que le espera al futuro de Colombia y al planeta.
Primero, aclaremos el panorama. Las exportaciones de combustibles fósiles han crecido. Sí, el carbón y el gas están en su apogeo, como esos cantantes que solo tienen un hit y luego desaparecen. Nos estamos llenando los bolsillos con esos recursos, pero la verdadera pregunta es: ¿por cuánto tiempo? Porque mientras vendemos más carbón, en el mundo se están haciendo otras preguntas, preguntas incómodas. ¿Por qué seguimos quemando cosas si el planeta nos está pidiendo a gritos que cambiemos? El clima está tan loco que ya no sabemos si salir con sombrilla o bloqueador solar.
Pero no me malinterpreten, vender carbón y gas es como la platica fácil que uno se gana en la feria, pero eso no dura. El problema no es que exportemos más, el problema es que nos estamos volviendo adictos a una economía que tiene fecha de caducidad. Y ya saben cómo son las adicciones: te atrapan, te mantienen cómodo, pero tarde o temprano la realidad te da un golpazo en la cara. ¿Cuánto tiempo más vamos a depender de estos fósiles? Porque, muchachos, los fósiles son eso: cosas del pasado.
Hablemos del petróleo, que no se queda atrás. Resulta que nuestras exportaciones de petróleo cayeron un 15%. Y algunos dirán, “¡qué tragedia!”, pero yo les pregunto: ¿Es realmente una tragedia o es el destino inevitable? Porque mientras nosotros intentamos vender más de ese oro negro, el mundo está girando hacia energías más limpias. Europa, Estados Unidos, hasta China están metidos en la onda verde, buscando cómo sobrevivir sin tanto humo.
El petróleo es como ese viejo amigo que siempre estaba para la fiesta, pero que ya no tiene el mismo brillo. Nos ayudó, nos sacó de apuros, pero ahora está causando más problemas de los que soluciona. ¿Qué hacemos, entonces? ¿Seguimos aferrados a él como si fuera lo único que conocemos, o le decimos adiós y empezamos a mirar hacia adelante?
Lo que pasa con el petróleo no es simplemente una cuestión de exportaciones que caen, es un síntoma de que el mundo está cambiando. Y Colombia, queridos amigos, debe cambiar también. No podemos seguir bailando con el petróleo mientras el planeta pide otra música.
Ahora, hablemos en serio. ¿Cómo es que este país tan hermoso, lleno de biodiversidad, con una geografía privilegiada, sigue dependiendo de lo mismo de siempre? Colombia tiene tanto potencial en otras áreas, que da rabia ver cómo nos seguimos amarrando a las mismas industrias de siempre. Es como tener un huerto lleno de frutas y solo comer papas fritas. ¡Es absurdo!
La agricultura, por ejemplo. Colombia tiene el poder de convertirse en un líder mundial en exportación de productos agrícolas, pero no. Seguimos en lo mismo. Seguimos sacando carbón, petróleo y gas como si no hubiera un mañana. ¿Y saben qué? A este paso, no lo habrá.
El turismo ecológico es otro que tiene potencial para crecer. En lugar de destrozar nuestros páramos, nuestros bosques y nuestras playas, podríamos estar haciendo billete de una
El planeta ya nos está pasando la factura, y no es barata. El cambio climático no es un invento de cuatro hippies que quieren vivir en la selva. El cambio climático es tan real como los trancotes de tráfico que sufrimos todos los días en Bogotá. Las lluvias locas, los incendios forestales, las sequías… todo eso está pasando, y está pasando porque seguimos apostando a los combustibles fósiles como si no hubiera otra opción.
Pero sí la hay. Colombia puede y debe apostar por energías renovables. Claro, no será fácil, no será barato, pero es lo único sensato. Los países que han hecho esa transición, como Alemania o Dinamarca, no lo hicieron porque les sobraba el dinero o porque querían quedar bien en las cumbres climáticas. Lo hicieron porque entendieron que el futuro es verde o no es.
Aquí necesitamos políticos con visión. Necesitamos una ciudadanía que entienda que ya no podemos seguir como si nada. ¿Que el carbón nos da plata? Sí, pero esa plata tiene fecha de vencimiento. ¿Que el petróleo nos salvó durante décadas? Cierto, pero ahora es hora de salvarnos a nosotros mismos de nuestra propia dependencia.
Nos toca a todos, porque, aunque el gobierno tiene su responsabilidad, nosotros como ciudadanos también. Es hora de exigir cambios, es hora de que la transición energética no sea solo un tema de moda en las conferencias internacionales. Colombia tiene la oportunidad de ser un líder en sostenibilidad, pero para eso debemos dejar atrás el pasado. No podemos seguir quemando nuestro futuro por un puñado de dólares.
Es hora de que los combustibles fósiles pasen al baúl de los recuerdos, junto con otras reliquias del pasado. El futuro es verde, o no habrá futuro. Y ese, mis amigos, es el verdadero dilema de nuestras exportaciones.
Entonces, ¿qué vamos a hacer?
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*Tecnólogo ambiental, ingeniero ambiental.
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