Por: Diego Ruiz Thorrens/ La carrera por la conquista de los principales escaños políticos de elección popular en Santander (Gobernación, Alcaldías, Asamblea, Concejos Municipales y Juntas Administradoras Locales JAL) está cada día más y más apretada. Quizá ésta sea la razón, a menos de un mes de las elecciones, por el cual encontramos una inusual e incesante invasión de publicidad (pancartas, telones, vallas, flyers y otros tantos) en calles, murales, autopistas, callejones y principales avenidas de la región.
En ciudades como Bucaramanga, la contaminación visual es abrumadora. Sin embargo, contrario a lo que muchas personas podrían pensar, ésta continua invasión de publicidad genera en mí un sentimiento que raya entre la aversión y apatía. Esto, sin contar con la natural desconfianza por la pomposidad en la inversión realizada por algunos candidatos para lograr que sus rostros emerjan en todas partes. (¿Será éste un augurio de cómo administrarán la región?)
Pero, ¿por qué la apatía? Existe para mí una sencilla pero poderosa razón y se da en parte gracias a los giros lingüísticos y retóricos en los discursos de varios candidatos, ubicándolos completamente en contravía de lo que alguna vez habían mencionado y/o propuesto (no entraré en nombres, algunos de los ejemplos son fáciles de encontrar en las redes sociales). Aquí no hablamos de “rectificación” de principios, sino de “completa y radical” transformación de posturas. Esto hace de la gran mayoría de candidatos personajes que sólo buscan agradar a su público, así sea mintiendo sin descaro ni reparo.
Si no me creen, hagan el siguiente ejercicio: lean las propuestas de sus candidatos favoritos (y si tienen más tiempo, los demás candidatos). Luego, a partir de sus voces analicen si lo que plasmaron en sus propuestas de gobierno es exactamente lo mismo que ahora sustentan, y a continuación, hagan la comparación. No es más. Verán que sencillamente, con más de uno de ellos/as, terminarán llevándose una desagradable sorpresa.
Por esta razón, en mi búsqueda de candidatos y/o personajes que rompan el molde de lo tradicional, que salgan de la pomposidad de la vanidad, de la contaminación visual y que al mismo tiempo cautiven mi atención por medio de propuestas que sean frescas y también coherentes, el nombre de Francisco Rey o Piti se convierte en el primero en surgir a mi mente.
Quiero aclarar de ante mano que mis palabras no son una promoción del candidato (principio de imparcialidad de los medios). Mucho menos buscan ser una forma de imponer una postura que es personal aprovechando un medio masivo. Sin embargo, lo que sí anhelo compartir a continuación es la esperanza que personas como él brindan a otras personas que, como yo, ya no confiamos (o confiábamos) en la política, haciendo del gesto de volver a creer en algo más que invaluable.
Francisco Rey o Piti es un joven que quiere apostar por una propuesta que a mi consideración es sumamente compleja (más aun en una región como la nuestra) pero no por ello imposible: la materialización de la política de Cultura Ciudadana (baluarte del profesor Antanas Mockus) en el departamento de Santander. A partir de principios políticos cristalinos, universales y con un devastador carisma, Piti consigue que jóvenes y viejos escuchen su mensaje logrando la credibilidad de su propuesta.
Su propuesta está basada en los pilares de la filosofía Mockusiana, que serán explicados de la siguiente manera: el enfoque de cultura ciudadana “contienen una visión positiva de la convivencia y promueve la tolerancia o el aprecio por distintos proyectos de sociedad, la no violencia, la capacidad de celebrar y cumplir acuerdos, el cumplimiento de la ley, la confianza interpersonal e institucional, la representación positiva del otro y el interés por el cuidado de lo público.” (Enfoque de la Cultura Ciudadana, Antanas Mockus). Piti promete materializar este principio (o serie de principios) en el escenario regional como en su momento lo hizo el Profesor Antanas Mockus. Y lo mejor, sabe cómo hacerlo.
La puesta en escena de esta propuesta no sólo sería sencillamente grandioso. También es éticamente inspirador para las próximas generaciones de jóvenes que deseen trasformar la sociedad a partir del ejercicio de lo político.
Por ello, la incursión de jóvenes como Piti en la política me confirman que esta es la hora de demostrar que nuestro departamento no le pertenece, como miles de personas también lo manifiestan, a un clan o una familia, y que para hacer política no se necesita exclusivamente de un rostro sino de una brillante argumentación a partir de algo que Piti define como “el poder de las ideas”.
Es hora de apostar por un futuro político diáfano desde lo región a partir de la capacidad transformadora de jóvenes que, sin la ya conocida contaminación política que arrastra consigo viejas posturas ideológicas o fundamentalistas, demuestran que son verdaderos luchadores y que con el apoyo del voto ciudadano, podrán demostrar, a partir de hojas de vida que son intachables, transparencia en el actuar.
Este es el momento de darles la oportunidad a esos jóvenes que ahora están peleando, codo a codo, por alcanzar un espacio que haga contrapeso a las grandes maquinarias politiqueras que año tras año nos siguen Gobernando.
Y el cambio, es éste 27 de octubre de 2019.
Por ello, ¡Gracias a vida por los jóvenes y gracias Piti, por ayudarme a creer de nuevo!
Twitter @Diego10T