Por: Carolina Rojas Pabón/ Los resultados de las dos últimas elecciones locales en Bucaramanga, han desatado en el colectivo expresiones como: “la política cambió”, “ahora las campañas deben ser diferentes”, “la ciudad quiere un cambio”.
Quizás las caras nuevas desempeñando roles como dirigentes de los Entes Territoriales se asocien con un cambio; pareciera que aproximadamente a ciento cuarenta mil ciudadanos los ha hipnotizado la revelación del populismo.
Sin embargo, sorprende con el paso del tiempo como las nuevas caras y el anhelado “cambio” parece no llenar las expectativas de sus seguidores; sin profundizar en las estrategias utilizadas para llegar al poder, que al final, solo ilusionaron a veinte mil hogares que no terminaron felices.
Por ejemplo, los ciudadanos esperan en estos momentos de crisis ver a su representante alzar su voz para sentirse orientados, olvidan que quien nos representa, en campaña no alzo su voz, solo esperó sigiloso que su maestro hiciera lo propio y cuando eso ocurre, se tardan en tomar las riendas, con serias consecuencias para los ciudadanos.
Con esta apreciación no desataré una crítica u opinión por si el poder debe estar con la política tradicional o los movimientos independientes, pues al final los dos deben maniobrar campañas políticas exhaustivas, donde ambos deben hacer las mismas prácticas, solo con diferente nombre, para mantenerse vigentes en la contienda, incluso aquellos que alardean ser incorruptibles.
Tanto a los unos, como a los otros, cientos de votantes los someten a sus necesidades e intereses como si fuera temporada navideña; y como todo guarda sus proporciones algunos gremios también hacen sus proyecciones financieras dentro de sus planes de gobierno.
Con los mismos de siempre o con caras nuevas, el ejercicio electoral, para sentarse allí, fue sometido a lo mismo. Así funciona, así es el sistema, es solo que la novedad deslumbra, como en todo.
Ni la política, ni el político. Ese no es el problema.
En el fondo de la situación el sistema, la forma y la ayuda “desinteresada” de algunos ciudadanos en campañas políticas siguen siendo las mismas y lo único que se ha hecho es que el poder cambie de cara, y muchos piensen que la política cambió.
Se requieren ciudadanos estudiosos, que conozcan su ciudad, interesados en los programas de gobierno de cada campaña, entusiasmados por el progreso de su región, con una verdadera libertad de elegir y ser elegidos. Sin fanatismo, sin populismo.
Ciudadanos que ejerzan su derecho al voto, no por el descuento en la matricula, el medio día libre en sus empresas, o por lo que digan las redes.
Se debe romper el paradigma de creer ser apolíticos. Todos pertenecemos a esta democracia.
El cambió sucede el día en el que en los tres meses de campaña electoral el ciudadano con derecho al voto le interese asistir voluntariamente a reuniones políticas para escuchar y conocer diferentes propuestas de Gobierno.
El odio de las redes sociales es el peor aliado de políticos y apolíticos en tiempos de campaña, se pierde demasiado tiempo alimentándolo, destruyendo, polarizando; en lugar de permitir construir una percepción propia y promover propuestas reales.
Los líderes comunales y sociales juegan un rol importante para gestar el cambio; pueden por su puesto solicitar a su candidato las necesidades de su comunidad, pero éstas no deben ser una exigencia de campaña, deben esperar a que se ejecuten si su candidato gana. En últimas, su interés es por el bien común.
Los estratos tres, cuatro y cinco deben abandonar la apatía que les produce participar en política, o peor aún pensar que por sus actividades económicas les es indiferente, ya que son el oxígeno de la economía y quienes cumplen con la legalidad y los tributos del Municipio. Deberían permitirse escuchar varios candidatos.
Elegir por el discurso se volvió riesgoso; el discurso anticorrupción pasó de ser un ideal a una deslealtad con el elector.
Erradicar las prácticas que hacen que los candidatos dejen su patrimonio en campaña y empeñen su gobierno; depende de todos; así como dejar la ciudad a la improvisación.
Vendría bien un pacto de caballeros entre candidatos donde sus campañas se excedieran en argumentos, se prohibiera la competencia desleal, se comprometieran a capacitar a los electores en sus programas de gobierno y dejaran los gastos innecesarios.
Los ciudadanos también pueden hacer un pacto, donde después de ver tantas noticias desalentadoras, salieran motivados a elegir en la próxima contienda para cambiar verdaderamente el rumbo de las cosas, no porque sí, o porque me dijeron, si no por convicción, con la claridad, el estudio y el conocimiento de lo que la ciudad necesita en todos los aspectos.
Solo sí se comprende que la responsabilidad de los resultados de la política de nuestra ciudad depende de todos y que la participación constructiva de todos es necesaria, vendrá el verdadero cambio; y entonces, que gane el mejor.
*Abogada Unab, Especialista en Derecho Administrativo U. del Rosario y Especialista en Derecho Constitucional U del Rosario. En curso Maestría en Políticas Públicas y desarrollo Unab.
Twitter: @CaroRojasPabon
Facebook: Carolina Rojas Pabón
Instagram: carolinarojaspabon
Correo: carolinarojaspabon825@gmail.com