Por: César Mauricio Olaya/ Al momento de escribir esta columna, me encuentro en Cali, participando en la sexta versión del Colombia BirdFair, evento que reúne a todos los sectores que tienen que ver con el universo del turismo pajarero en nuestro país y que agrupa no solo a los entusiastas fotógrafos y avistadores, sino a los prestadores del servicio que satisfacen las exigencias de los primeros.
Y es que dentro de lo que podríamos llamar, la nueva ola del conservacionismo y la sensibilización en torno al recurso natural, el llamado aviturismo es un renglón cuya dinámica mueve millones de dólares y cuyo crecimiento es absolutamente exponencial.
Este auge que tiene en Colombia a un país que desde hace tres años enarbola la bandera del país con mayor número de aves del planeta, con una cifra de 1942 especies y aumentando, tras la apertura de los nuevos territorios del Post conflicto, lo que ha llevado a que el Ministerio de Industria y Comercio, esté hoy día hablando de su gestión en él diseño e impulso de la por ellos llamada Red Nacional de Rutas de Aviturismo, que ha sido organizada a partir de las regiones Andes Centrales, Región Cafetera, Andes Orientales y más recientemente la Región Caribe.
En plata blanca en esta red Santander podría y debería estar gozando de los privilegios de estar en visto en esta división territorial, aunque lamentablemente, si se le mira desde la perspectiva de las comparaciones de las dinámicas que se viven e impulsan en otros departamentos, el rezago del nuestro es más que evidente.
Lo triste del caso es que esta condición no obedece a que la naturaleza nos sea esquiva en riqueza y bienaventuranzas, pues si nos atuviéramos los estudios generados por el Instituto de Investigaciones Von Humboldt, los datos arrojados por el Santander Bio, dan fe de un censo de 860 especies, suma que de agregarle regiones donde no se pudo realizar mediciones por temas de seguridad, como un amplio sector de la Serranía de los Yariguies, sin temor podríamos asegurar que Santander puede estar contando la mitad de las especies presentes en el territorio nacional.
Esto se llama: oportunidad y como dice el dicho, ellas se presentan calvas. Promocionar y abrirle oportunidades a toda esta larga cadena de eslabones que integran este renglón del turismo es responsabilidad del gobierno departamental que hoy anuncia un renacer de Santander a partir de la dinamización del turismo, abriendo nuevos escenarios desde los ejes temáticos como el rio (Magdalena), el cacao y la caña.
Ejemplos sobre emprendimientos extraordinarios en torno a la actividad pajarera, se viven y disfrutan en diferentes partes de Colombia y conocerlos, abren los ojos no solo a la sensibilidad que renace cada madrugar con el canto de las aves, sino que se siente que el país está volteando sus ojos hacia ese privilegio que puede traducir en mil maneras de mostrarnos positivamente ante el mundo.
Un conocido eslogan publicitario habla de ponerle alas a la vida. Hoy Santander lo tiene todo para ponerle alas al turismo. Que se multipliquen los trinos y un carnaval de colores alados llene de esperanza y oportunidades los cielos de nuestros pueblos.
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