Por: Carmen Elisa Balaguera Reyes/ Enojarse es una actitud que la procrastinación puede ayudar a rebajar, pero que es ese término que la mayoría de las personas no podemos pasar por alto. Es la postergación o posposición de las acciones o hábitos que retrasaran actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
No acostumbro a escribir en forma personal pero lo que me aconteció me permite mostrar que es lo que quiero mostrar en este escrito.
Hace unos días tuve que ir a una empresa para que se me realizara un trabajo de impresión de un plotter, debía ir personalmente como se me dijo en mi llamada telefónica para hablar con el encargado de esta área.
Asistí a la empresa fui recibida de manera gentil por la recepcionista que me lleva a la oficina encargada del tema le habla al funcionario y le indica el procedimiento para el cual estaba allí, me dispuse a entregar el dispositivo de almacenamiento de mis documentos, él joven frente a su equipo en voz baja decía, este trabajo era para ayer y hasta ahora me lo acaban de entregar, seguía frente a su computador e ignoraba mi presencia y la orden que había recibido de su jefe para que atendiera mi requerimiento.
Alcancé a pensar o no me quiere atender o no me va a hacer el trabajo, cavile durante varios minutos y pensé que saco con enojarme él, él está haciendo su labor, pero me agendaron una cita y bien podría haber llevado mi requerimiento a otra empresa, pasaban los minutos y él joven seguía en su actitud un tanto grosera; me dije si yo me pongo en su lugar y sé que está muy estresado, opte por tomar su brazo y decirle hola me llamo Carmen Elisa, tengo que dejarte mi dispositivo (memoria) y quisiera poder contar con su apoyo para realizar este trabajo que también me urge mucho.
El sólo largó su brazo y con su dedo índice que colocó en su mesa de trabajo indicaba que la dejara allí, sin ni siquiera dirigir su mirada. Le dije, yo ya le dije como me llamaba y le pregunte ¿cuál es su nombre?, Inmediatamente me miró a la cara y me dio su nombre.
Yo le dije hace varios minutos estoy acá esperando que me atienda pero sé que usted está siendo responsable con el trabajo, pero yo soy una cliente que desea que también me haga un excelente trabajo. El bajo la cara y me dijo el estrés que se maneja en este trabajo es muy grande señora, espero que no esté enojada porque lleva ahí parada hace varios minutos.
Entendí que si yo hubiera hecho alarde de que para la empresa soy una clienta antigua y perfectamente haber buscado a la persona encargada del personal darle la queja de la falta de atención de este empleado, mi ego habría quedado satisfecho, pero postergue la actitud de enojo y la convertí en una situación que no me molestase ya posiblemente el joven hubiese recibido un llamado de atención por parte de su empleador.
Esto me hace pensar que si desde nosotros mismos no sacamos lo mejor de nuestras actitudes seguiremos siendo guiados por nuestros instintos. En estos tiempos es más fácil responder al insulto que permanecer callado y a través de los medios digitales llegan videos, imágenes, que no edifican pero que si respondemos con la misma actitud no cambiaremos nada y no podremos alcanzar una sociedad en verdadera armonía.
La frase más lapidaria que hemos escuchado por décadas es la que dice: “El hombre nace bueno pero la sociedad lo corrompe” esta es una frase de Rousseau, en su obra El Contrato Social. La frase alude a que el hombre es producto de la sociedad. Rousseau dice esto ya que, cada individuo, cuando nace, carece de una estructura de pensamiento moral o social, y éste debe captar las normas sociales que cada «pueblo» tiene, e incluso una específica manera de pensar. También, el Estado y sus instituciones se apoderan de los conceptos morales y éticos, manejándolos a su antojo e imponiéndoselos a los individuos.
Por lo tanto, el individuo no nace ya con una personalidad o moralidad, las adquiere a medida que se va adentrando en la sociedad, y va adquiriendo los modelos sociales que ésta le impone, dejando el estado de «pureza» que tenía al nacer (Ver).
Leí hace unos días en un periódico en su dominical en la página de Salud “Radiografía del odio en la era digital”, que es el Odio como condición que es lo que nos está volviendo una sociedad intolerante. “Pues existen condiciones biológicas y sociales que explican este sentimiento”.
Desarrollar nuestras mejores habilidades y talentos hará que aportemos a construir un mundo mejor en el día a día de nuestro quehacer.
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