Por: Diana Ximena Carreño Mayorga/ Desde su mismo análisis conceptual, la Ontología Relacional, focaliza la interconexión del relacionamiento entre 1 o más individuos donde innatamente nos ubica en un producto social lo cuál permite intuir que los afectos, el bienestar y la salud mental no compete únicamente de una responsabilidad del individuo sino, también, es un ‘compromiso colectivo’.
Referir el término afectos se analiza desde una perspectiva en la cuál el ser humano debe aprender y ser consciente de la importancia de tener la capacidad de gestionar las emociones, tener habilidades sociales, empatía, redes de apoyo sólidas listas para poner en práctica como mecanismo de defensa cuando el entorno mismo demanda llevar a cabo procesos mentales eficaces para lograr superar problemáticas que implícitamente está en todo tipo de relacionamiento, casi imposible de evitar y la interconexión con la Ontología Relacional permite analizar que, dependiendo de la calidad de las relaciones interpersonales, con el entorno, los lugares y la temporalidad refuerza, limita o sega el equilibrio psicológico.
Ahora bien, esta perspectiva filosófica como bien refiere al inicio del presente artículo de opinión rompe con la visión tradicionalista que fundamenta al ser como sujeto individual capaz de autogestionarse y responsable de sí mismo en sus factores internos debido también – de alguna manera- a la conveniencia que esto era para el capitalismo que refuerza la idea de que ‘’no existe como tal la sociedad. Hay hombres y mujeres individuales’’. Dicha afirmación pareciera una conveniencia para definir las estructuras sociales, potenciar y justificar el capitalismo.
Por último, sin desligar la postura del relacionamiento entre Ontología relacional y Salud mental, menciono el trastorno depresivo o ansioso como aquél que, desde la psicología comprende no solo un desequilibrio interno, sino también analiza el entorno que se ve influenciado en las conductas del individuo.
Esta desconexión social, aislamiento, introversión del individuo, ataques de pánico al verse expuesto en un entorno donde debe socializar, carencias de habilidades sociales que le producen ansiedad y nerviosismo; permite deducir fácilmente que la soledad, la falta de vínculos significativos, seguros y las nulas estrategias de afrontamiento para socializar, son factores de riesgo alto en el desencadenante del trastorno.
Por lo tanto, se sugiere que la condición psicológica está profundamente ligada a la capacidad para establecer y mantener relaciones saludables.
Debemos saber que la vida misma se trata de mantener en equilibrio constante de todo. En ocasiones, creemos que lo más importante es mantenernos trabajando para producir. Entendiendo claro, que los recursos económicos son esenciales para el buen vivir, no hay que dejar de un lado lo esencial… el relacionamiento como parte fundamental para expresar nuestras emociones y las redes de apoyo para no sentirnos en soledad o sin esperanza.
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*Psicóloga del Programa de Diversidad Sexual y Población LGBTIQ+ de la Secretaria de Desarrollo Social, alcaldía de Bucaramanga.