Por: Dilmar Ortiz Joya/ Estamos ad portas de votar una consulta popular llamada “anticorrupción” convocada por el pueblo colombiano con fin de evitar, o comenzar, por acabar o disminuir con éste fenómeno que ha hecho metástasis en la sociedad en la que vivimos.
¿Pero nos hemos preguntado que es la corrupción? Si la definimos conforme lo hace la Real Academia de la lengua española diríamos que es “(…)” Sí apreciado lector, es simple y llanamente eso, unos puntos suspensivos que nos pone a pensar que significa para cada uno de nosotros la corrupción. Pregunto:
¿No es acaso corrupción la plata que se roban los políticos a través de las dádivas que el presidente de la República de turno reparte por medio de los llamados cupos indicativos “alias mermelada” a los congresistas para aceitarlos para la aprobación de los proyectos de ley del gobierno?
¿Corrupción no es el “CVY” (Como Voy Yo) que piden los gobernantes, los miembros de los cuerpos colegiados de las corporaciones públicas a los contratistas para la consecución de los recursos estatales para la contratación pública y en la repartija que de ella hacen entre funcionarios públicos que elaboran los pliegos de condiciones de los sistemas de contratación tal sastres o modistos profesionales, para que sea adjudicado el contrato, no al proponente honesto, sino a aquel que dijo el político y a quien untó la mano de éste y con él se engrudaron los demás?.
¿Corrupción no es el dinero que piden o les dan a los servidores de la rama judicial para que ejerzan sus funciones pero que no lo hacen esperando los miserables cincuenta mil o menos pesos para actuar, para entregar los títulos judiciales de embargos, se engruden a los “payasos” de los remates para hacer o no posturas, para tomar fotocopias, pidiendo hasta una gaseosa con empanada para llevar a cabo una actuación que debe ser gratuita, rápida y efectiva?
¿Es corrupción acaso cuando los órganos de control del Estado no controlan nada? ¿Se hacen los de la vista gorda, no actúan a tiempo y permiten que se ocasionen los daños al patrimonio público?
¿No es corrupción cuando los colegas abogados (si es que se les puede llamar abogados) “regalan” su trabajo de una manera denigrante, sucia y cruel al prestar sus servicios como aves de rapiña en el sistema penal acusatorio, pactando con los usuarios del servicio de la administración de justicia, “honorarios” que oscilan entre cinco mil y veinte mil pesos por audiencia, o lo que es peor, quedándose con lo que el “cliente” acaba de hurtar o recibiendo en pago planchas, licuadoras, secadores de cabello y otras cosas que da pena referir en estos escritos pues la soberbia que experimento no deja que mis dedos fluyan?.
¿Corrupción no es lo que el gerente, presidente o representante legal de una empresa, universidad, colegio u otra institución hace con sus trabajadores o estudiantes al pedirles favores sexuales, whisky, francachelas y comilonas para no terminarles sus contratos de trabajo, para ascenderlos en un cargo o para no quedar PFU?
¿Corrupción no es acaso cuando el policía de tránsito se esconde entre las sombras para “cazar” infractores (bueno para ellos son presas) a quienes extorsionan y éstos le ofrecen dinero para que no sean sancionados? De igual forma pasa con los miembros de la policía nacional a quienes llaman en señal de ayuda y termina el ciudadano siendo extorsionado y ultrajado en su patrimonio con la famosa “vacuna”.
¿No es corrupción cuando los establecimientos de comercio que venden licor, cigarrillo les venden a los menores de edad, y, los bares, tabernas y discotecas dejan ingresar a niños a tomar, drogarse y tener encuentros sexuales bajo la premisa de explotación económica de su local comercial?
Déjeme decirle que corrupción también es cuando Ud. amigo lector, se las tira de vivo y se “cuela” en la fila de un banco, en los trancones de vehículos, en el cine, en los restaurantes y se le ve en sus ojos la ofensa de considerar a los demás como pobres “estúpidos”.
¿Corrupción no se puede definir también cuándo Ud. padre de familia le enseña a su hijo que para ganar un concurso en el colegio o una elección debe comprar a sus electores con caramelos y dulces en vez de enseñarle que se debe ganar con ideas, bajo principios democráticos y con lo que se hace bien hecho? ¿No es corrupción cuando “compra” a su hijo con juguetes o salidas a comer helados para que no le cuente a la mamá de sus andanzas “non sanctas” de las cuales lo pilló?
Así las cosas, corrupción entonces no es lo que define el diccionarios, no es que los congresistas y altos dignatarios del estado ganen 40 salarios mínimos mensuales, (¿es corrupto a quien la propia constitución y la ley le asigna su remuneración salarial?); corrupción no es que puedan ocupar curules por más de tres períodos consecutivos (cuando la constitución política no lo prohíbe), corrupción no es que no rindan informes de su gestión, entre otros tópicos que tiene la llamada consulta a decidir éste domingo en el país, pues todo lo que contiene dicho cuestionario (5 de sus preguntas) ya se encuentran regulados en la ley y lo que ha faltado es su fiel cumplimiento y las otras dos preguntas requieren de un trámite más denso para hacerlas efectivas.
La corrupción esta ceñida en la mente de todos los colombianos y hace parte de nuestra cultura folclórica, recochera, de mamadera de gallo, de vivezas, de trepadores, en fin, de tantos comportamientos que sin darnos cuenta ya lo hacemos de manera natural, pero sin mirar que con ello estamos contribuyendo a que la corrupción se encripte tan fuerte en nuestro ser que ya no distingamos entre lo que no se debe hacer y lo que hacemos.
Ahora bien, quiero aclarar y precisar que existen congresistas, gobernantes, corporados de las instituciones democráticas del Estado, miembros de la fuerza pública, alféreces de tránsito, funcionarios judiciales, jueces y fiscales, personas del común, gerentes, presidentes, representantes legales, rectores; honestos, correctos en su actuar que han entendido que el problema de la corrupción está es en nuestro interior y que debemos cada uno de nosotros, sí Ud. y yo, atacarla y destruirla de nuestras vidas para que el reflejo de la lucha interna que hagamos se manifieste con actos rectos, ceñidos de ética, lealtad, buenas costumbres, civismo, cultura y buena fe.
“La corrupción no en connatural al ser humano”, como lo dijo un “abogado” es una manera infortunada de alcanzar la cima del cielo sin haber escalado las gradas de la casa.
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