Señalar como responsables del aumento de la delincuencia y la inseguridad a sectores sociales históricamente marginados (migrantes, trabajadores informales, población LGBTIQ, entre otros) valida la violencia que sufren estas comunidades e impulsa el sentimiento de “justicia” social.
Por: Diego Ruiz Thorrens/ El pasado 08 de agosto mientras caminaba por el Barrio Alarcón con dirección a la Defensoría del Pueblo – Seccional Santander (exactamente por la calle 24 entre carreras 23 y 24, en todo el frente del Empas) en cuestión de 2 segundos fui víctima de “raponazo” por parte de un ladrón motorizado que logró robarme el celular. Todo ocurrió de manera fugaz: a pesar de la hora (eran las 5:40 PM), la claridad del día y de la gente que transitaba por la zona (incluyendo algunos residentes que se encontraban llegando o saliendo sus hogares), el motorizado decide subirse a la acera dónde me encontraba caminando y en un ágil movimiento arrebata el celular de mis manos. Nadie dijo o hizo absolutamente nada.
Segundos después del hecho, mi mente comenzó a inundarse de pensamientos (¿Cómo carajos pasó todo? ¿Por qué no fui capaz de percibir el peligro?), y sentimientos que pasaron del asombro a la impotencia y la rabia. “Debo bloquear el celular, reportar la línea, denunciar ante la policía”. Afortunadamente, al llegar a la Defensoría del Pueblo, una funcionaria decide prestarme su celular permitiéndome reportar y bloquear tanto la línea como el celular. Posteriormente, realizo el reporte por robo en la página de la policía, quedando con una amarga sensación por haber perdido el equipo (mi inestabilidad laboral no da cabida a la compra de un nuevo equipo) pero agradecido porque el hecho no escaló en gravedad ni tampoco afectó a persona alguna.
Recuerdo el primer pensamiento que llegó a mi mente: “mier%&, realmente la ciudad es insegura”. La percepción de inseguridad es tangible, palpable. Según datos oficiales, en el primer semestre de 2023, la Alcaldía de Bucaramanga reportó que “entre enero y junio de 2022 se registraron 3.292 capturas contra presuntos delincuentes, mientras en el mismo periodo de 2023 este indicador fue de 3.624 capturados. En este periodo aumentaron en 10 % la cantidad de capturas”.
La gente ya teme recorrer ciertos puntos de la ciudad que han sido denunciados como inseguros. Y es aquí donde políticamente la percepción de inseguridad juega un rol súper importante y que viene siendo brutalmente capitalizado por sectores políticos de cara a las próximas elecciones de Octubre, permitiendo que a varios candidatos presentar “propuestas” sobre cómo “salvar” a la ciudad del caos, la inseguridad y la delincuencia.
Hasta el momento ninguna propuesta o plan de gobierno que he leído ataca de raíz la problemática. Es más, da la impresión que, en medio de tanta formalidad, los candidatos son conscientes que sus propuestas no brindan solución alguna de aquello que denuncian. Hasta este instante (primera semana de Septiembre) todas las propuestas que dicen tener como objeto “golpear la delincuencia y reforzar el pie de seguridad”, rondan sobre 3 peligrosos principios: un autoritarismo cool, el populismo punitivo y la estigmatización de sectores sociales, promoviendo la aporofobia y la xenofobia dura y pura.
Los candidatos han comprendido que en este momento lo único que importa son los votos y captar al ciudadano de a pie que aún no se decide votar por él/ella y por su propuesta política, prometiéndoles lo imposible (lo verdaderamente imposible)… diciéndole al pueblo lo que quiere oír. Alguno incluso quieren llegar más lejos ufanándose de la imagen de político con “mano dura”, de autoridad, gracias al activismo digital que promueven desde sus bases donde interpolan la violencia que enfrentan muchas regiones de Latinoamérica con nuestra realidad, disfrazando los posibles o “potenciales” peligros con el sentimiento de Déjà vu (esto ya pasó, ya fue visto) y/o de adivinación (esto está por pasar), esparciendo un miedo irracional, creando una necesidad, presentándose como la solución o respuesta a todos nuestros problemas.
Crear más cárceles, aumentar los castigos para delincuentes, incrementar el pie de fuerza de Policía y Fuerzas Militares con vigilancia privada, son algunas de las propuestas que van tomando fuerza, incluso que están siendo replicadas por candidatos que buscan despegar en las encuestas. La segregación como solución final a todos las problemáticas.
Quizá alguien podría preguntar: Entonces, ¿Usted qué propone? El análisis de la problemática implica contar una visión más amplia y holística de lo que realmente subyace en el tejido de la ciudad, y al parecer, esto es algo que carece los candidatos a la Alcaldía, Gobernación, Asamblea y Concejos.
Señalar como responsables del aumento de la delincuencia y la inseguridad a sectores sociales históricamente marginados (migrantes, trabajadores informales, población LGBTIQ, entre otros) valida la violencia que sufren estas comunidades e impulsa el sentimiento de “justicia” social, donde la comunidad aplica la misma por sus propias manos. Proyectar que el grueso del gasto público debe ser invertido en seguridad sin potenciar los notables vacíos que existen y persisten en oferta social, laboral, educativa, en salud, de género, sólo sirve para incrementar las diferencias sociales existentes.
Queda menos de dos meses para las elecciones 2023, tiempo para conocer las propuestas y programas de los candidatos. Anhelo que la población salga masivamente a votar, con conocimiento de cada una de las propuestas de las y los candidatos, alejados de las emociones que estos generan pero que, precisamente, algunos partidos políticos utilizan para movilizar al votante.
Esperemos que acontece el próximo 29 de octubre.
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*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la Transición de Posconflicto de la Escuela Superior de Administración Pública – ESAP Seccional Santander.
X (anterior Twitter): @DiegoR_Thorrens