Por: Oscar Prada/ Ser coquette es escribir pensando en no incomodar; por ello, confieso que intenté desarrollar esta columna sobre temas cómodos, adecuados, o virales; como el dilema del policía de la Sijin. Sin embargo, expondré a continuación un tema tan descarnado, que suscita amores y odios en la opinión pública.
Desde octubre del año anterior, se anunció a Juan Florián Silva como viceministro de las diversidades; de por sí, Florián contrasta en la política coquette del gobierno, pues su disruptivo pasado, echó al traste su tan prometida posesión. Veamos el retrovisor.
El pasado no perdona. Los medios de comunicación refrescaron memoria de la anterior profesión de Florián Silva, como actor de cine para adultos y trabajador sexual homosexual. Aquel nunca negó su pasado, y complementó su realidad actual afirmando que también es portador del virus del VIH.
A pesar de poseer experiencia como subdirector para los asuntos LGTB, de la secretaría de integración social en la otrora alcaldía mayor de la Bogotá Humana; de nada valió su experiencia en la mentada cartera, al momento de afirmar su cuestionado pasado.
Pensaran algunos que quizás la existencia de videos de contenido sexual explícito, reposan en las manos de ciertas fuentes, pudiéndose “filtrar” a futuro. ¨Por sentido común, y para evitar un escándalo más, el gobierno estima conveniente no posesionar a Florián.
Suponiendo que la conocida estrella colombiana de cine para adultos Esperanza Gómez, ganara las elecciones para desempeñar un cargo público, no tendría impedimento alguno para ostentarlo pese a una circulación continuada de videos, de contenido sexual explícito protagonizados por ella.
Ahora bien, Florián no fue elegido por voto popular; sin embargo, es designado por los mandatarios que el pueblo escogió en las urnas para su representación. Sospechosamente el gobierno no promueve su posesión. ¿Ecos del que dirán?
Para la opinión pública, decir la verdad es un grave pecado; contrariamente, esconder y aparentar que nada sucedió le es más aceptable a la sociedad. El inconveniente no es la propia realidad; más bien, es la incapacidad de la sociedad en procesar una situación que no se encuadra a lo políticamente correcto.
Florián no solo es una persona; encarna la realidad de las minorías diversas, debido a su situación de seropositividad, su orientación sexual, su pensamiento, libertad de oficio y demás particularidades; las cuales aborda por excelencia el viceministerio que le prometieron dirigir.
El silencio del gobierno, no es una bofetada a Florián únicamente; es discriminar a todas las minorías diversas que están en situaciones similares a las del protagonista de esta columna. Sencillamente un golpe certero al principio de igualdad desde el Ministerio de la Igualdad. ¡Tremenda contrariedad!
Si el ejecutivo se dio “la pela”, creando el Ministerio de la Igualdad, para que “la dignidad se haga costumbre” como lo dijo la vicepresidenta, en su posesión; paradójico es que, pese a que la constitución no privilegia ningún estilo de vida y pensamiento, el gobierno salió más papista que el papa en el caso Florián.
Se rumora que el motivo del penoso silencio del ejecutivo, fue una posible desavenencia laboral con una coequipera de antaño, donde Florián es investigado sin haber sido condenado. Una excusa minúscula para impedir su posesión, si se compara con el catálogo de investigaciones por infracciones más graves, de servidores públicos que ejercen actualmente felices y campantes.
Prevalece la aceptación social a las falsas apariencias, adornadas con estilo rosa pastel y delicados ropajes de doble moral. La importancia de lo políticamente correcto sobre la franca verdad, hace meritorio considerar, que aquellos con las manos manchadas de sangre pero que se visten coquette, son más dignos de servir a la nación a juicio de la sociedad.
Casi a diario, los encabezados de la prensa refrescan el pasado guerrillero del primer mandatario; se esperaría que Florián tuviese por lo menos el apoyo del presidente. A pesar de su continuo karma, este último le dio la espalda. Dicen que no hay peor discriminador que aquel que fue discriminado.
Anunciar un cargo sin realizar la respectiva posesión, es como tener fórmula médica sin autorización y sin entrega de lo ordenado. Hoy; el silencio estruendoso del ejecutivo en la omisión de promover la posesión prometida, continúa sin visos de ser interrumpido.
El tema es demasiado complejo, tiene muchas aristas filosas. Lo que para unas personas es loable para otras es legítimamente condenable. Si este artículo de opinión hirió su moral personal, de antemano excusas. Es preferible no ser tan coquette con la realidad. Para ustedes, ser coquette es…
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*Estudiante de Derecho
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