Por César Mauricio Olaya Corzo/ A mi primo por línea parental Eliseo Acevedo Olaya, hoy en pleno disfrute de su pensión, tempranamente ganada por aquello de los beneficios de las empresas petroleras donde ejerció como ingeniero, se le dio por iniciar un tarea que evidentemente ha despertado el interés de buena parte de la familia y es la procura de encontrar las raíces de nuestro apellido, que aunque famoso por su relación con un ex presidente (que por cierto, no pertenece a nuestra zaga), podría considerarse relativamente poco común.
Pues bien, en días pasados, con libros y documentos de alta fidelidad, como lo diría un reconocido ex director de noticias, se dio a la tarea de compartirme parte de su investigación y realmente, terminó en una tertulia extensa y muy interesante.
Así, ese revolcar en la historia familiar lo llevaría al primero de los encuentros con la presencia de dos primeros Olaya: Anton de Olalla y Alonso de Olaya Herrera. El primero, acorde con algunas anotaciones de conquista, en una de las avanzadas perdió las riendas de su caballo, cayó de él y sufrió severas afectaciones que lo obligaron a abandonar su rol de conquistador y asentarse en Santafé de Bogotá, como comerciante de telas.
El segundo, con el apellido De Olaya, que pudiera sugerir su relación con algún pueblo o región, que a hoy no ha sido posible identificar; recordando que, por lo general, muchos de los apellidos relacionaban a su poseedor con su región de origen (Jiménez de Quezada, Alonso de Heredia, Sebastián de Belalcázar, etc.).
Pues bien, de acuerdo con los documentos consultados por el neo historiador de la familia, Don Alonso De Olaya Herrera se dedicó a la construcción de caminos, encontrándose placas de referencia en el llamado Camino Real entre Santafé y Honda, subrayando como caso curioso, la existencia en muchas familias del municipio de La Palma (Cundinamarca), con el apellido Olaya.
Como compensación o reconocimiento por su trabajo, a Don Alonso de Olaya Herrera le otorgarían tierras y gobernanzas en San Juan de Arama (hoy San Martín, Meta) y en algunos pueblos cercanos a Cundinamarca, entre ellas Guateque, tierra del Ex Presidente Olaya Herrera y hasta ahí podría darse una eventual conexión.
Raíces en Santander
El juicioso trabajo realizado por Eliseo, permitió siguiendo mil huellas de la genealogía del apellido, encontrar una raíz de clara referencia y seguimiento de línea patriarcal que nos traslada inicialmente a Cerinza (Boyacá), donde se conforma el núcleo familiar entre Ignacio Olaya Rodríguez y la española Catarina de los Reyes y Forero, uno de sus descendientes, Bartolomé de Olaya, podría llegar a constituirse en el eslabón perdido de esta línea parietal.

Siguiendo esta eventual línea, los documentos llevan a un relacionamiento con un Francisco de Olaya, Encomendero de Somondoco entre 1625 y 1630, quien contraería nupcias con la española Juana de Silva y Vasconcelos, quienes trajeron al mundo a Alonso y Juana Micaela.
De lo que pasaría con Alonso, entra en el rastreo, una carta donde se expone su acta de defunción en el pueblo de Mogotes, así como el hecho de registrar un hijo que recibiría en nombre de Andrés de Olaya y que a la postre, a su debido tiempo se reportaría como padre de Hermenegildo de Olaya (nacido en Mogotes) y posteriormente casado con Josefa Vanegas (nativa española).

Una nueva pista aparece en el trabajo de Eliseo y esta vez tiene que ver con el nombre de Cándido Olaya e Ibarra Barragán, igualmente aparece registrado en el Municipio de Mogotes, oficialmente pasando a ser mi cuarto tatarabuelo.
De esa línea parietal, un nuevo documento alimenta el proceso y tiene que ver con el nombre de Eusebio Olaya, quien en esta palestra de curiosidades, asoma en condición de alcalde del Municipio de Guadalupe, lo cual resulta curioso, pues de acuerdo con las actas constitucionales; Guadalupe fue fundado en el año de 1715, con el nombre de Aposentos del Valle de Nuestro Señor San Matías del Tirano y solo hasta el año de 1887, es decir, 26 años después de la fecha que aparece como data de este documento.
Apartándonos de la curiosidad del documento, que bien podría ser la base para que un historiador nos diera las luces de confirmación respectiva, lo cierto es que el protagonista de este documento es sin la menor duda mi tatarabuelo, registrado como nacido en Guadalupe en el año de 1843 y fallecido en este mismo municipio en el año de 1929.
Eusebio Olaya contraería nupcias con María Fernanda Marcelina Rodríguez, dejando una muy pródiga descendencia de nueve hijos, recayendo en el sexto de ellos de nombre Maximiliano de la Trinidad, la tarea de darle continuidad a nuestra línea patriarcal.

Maximiliano de la Trinidad que como en las novelas de García Márquez alcanzaría el título de Coronel, encontró su media naranja en Mercedes Restrepo Navarro, una afamada médica de su pueblo e hija de un reconocido personaje, Juan Nepomuceno Restrepo Pardo, quien ejercía como médico, periodista, pintor y telegrafista del pueblo de Honda.
A este matrimonio, le sobreviviría la zaga Olaya Restrepo, presidida por mi abuelo Jorge y sus hermanos Carlos, Juan, Saturia, María Mercedes, Germán y Maximiliano, quienes terminaron volcándose a nuestra ciudad, donde dejarían una notable participación profesional en diferentes ramas del conocimiento.
El Coronel Maximiliano no terminó frente al pelotón de fusilamiento, ni Mercedes se le atravesó la idea de una descendencia con cola de marrano, solo que hoy entre tataranietos, bisnietos, nietos e hijos, su descendencia supera los 400 nombres, incluyendo al autor de estas líneas y al investigador que seguirá esculcando entre mil documentos, las huellas de una familia a quien hoy rendimos homenaje.
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*Comunicador Social y fotógrafo.