Por: Juvenal Bolívar Vega/ Colombia ha estado inmersa en un conflicto armado interno que ha causado sufrimiento y desestabilización por décadas. Dentro de este escenario, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha sido uno de los actores principales, buscando imponer sus ideales a través de la violencia. A lo largo de la historia del país, se han intentado diversos procesos de paz con esta guerrilla, pero lamentablemente la mayoría de ellos han resultado infructuosos.
Uno de los primeros intentos de diálogo entre el gobierno colombiano y el ELN se remonta a la década de 1980, en un contexto en el que la violencia política estaba en su apogeo. Sin embargo, estos esfuerzos se vieron frustrados por la falta de voluntad de ambas partes para ceder en sus posiciones y por la escalada de violencia que continuaba en paralelo a las negociaciones.
En años posteriores, se sucedieron otros intentos de acercamiento, como los diálogos de paz adelantados en La Habana (Cuba), durante el gobierno de Juan Manuel Santos. A pesar de ciertos avances y acuerdos parciales, estos procesos se vieron estancados en temas cruciales como el cese al fuego definitivo, la dejación de armas y la reintegración de los guerrilleros a la vida civil. La falta de confianza mutua y la complejidad de los intereses en juego obstaculizaron una resolución satisfactoria.
En el contexto del conflicto armado en Colombia, uno de los mayores obstáculos para lograr una paz duradera con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha sido la falta de una verdadera voluntad de paz por parte de esta guerrilla. A lo largo de la historia del país, se han evidenciado repetidamente situaciones en las que el ELN ha mostrado ambigüedad, intransigencia o falta de compromiso en los procesos de diálogo y negociación.
Desde sus inicios, el ELN ha mantenido una postura radical y confrontacional, priorizando la lucha armada como medio para alcanzar sus objetivos políticos. Esta mentalidad guerrillera ha permeado sus acciones y ha dificultado la construcción de acuerdos sólidos que permitan avanzar hacia una paz sostenible en Colombia.
Durante los intentos de diálogo con el gobierno, el ELN ha mostrado una tendencia a incumplir compromisos, a retomar acciones violentas y a plantear exigencias que van en contra de los principios de una negociación seria y constructiva. Esta falta de coherencia y constancia en su postura ha minado la confianza de la sociedad y de los actores involucrados en los procesos de paz.
Además, la fragmentación interna del ELN y la diversidad de intereses dentro de la organización han contribuido a la falta de una posición unificada y coherente en las negociaciones. La ausencia de un liderazgo claro y de mecanismos internos de toma de decisiones ha debilitado la capacidad del ELN para comprometerse de manera consistente en los esfuerzos de paz.
En este sentido, resulta evidente que alcanzar una paz sostenible con el ELN requerirá no solo la voluntad del gobierno y de la sociedad colombiana, sino también un genuino compromiso por parte de la guerrilla en abandonar la violencia, respetar los derechos humanos y contribuir de manera constructiva a la reconciliación nacional.
En ese sentido, el presidente Gustavo Petro debe reconocer la importancia de aprender de los errores del pasado para construir un futuro más prometedor. Los fallidos procesos de paz con el ELN nos demuestran la complejidad de alcanzar acuerdos sostenibles en un contexto de conflicto armado y la necesidad de un compromiso genuino de todas las partes involucradas.
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*Comunicador Social, estudiante MBA con concentración en Marketing Digital y docente universitario.
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