Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P/ Decía en el primer texto, y ahora lo repito, que opté por escribir sobre la percepción porque no sabía sobre qué escribir y de alguna manera me inquieté por un primer dilema: ¿es igual la percepción de un ser humano que la de otro animal?, es decir, lo que yo, como ser humano, percibo de alguna manera, será percibido de la misma manera por un animal de otra especie. O, por el contrario, lo que yo percibo de una forma, un animal no humano lo percibirá de otra manera.
Cómo se me hace imposible comprender cómo perciben los animales no humanos, debido a mi pertenencia a la raza humana, debo dejar el dilema en suspenso. Ahora bien, al primer dilema se le suma un segundo, ¿será la percepción de dos animales humanos diferentes entre sí?, es decir, la percepción de usted, de quien me lee, es diferente a la que yo tengo de las cosas.
La química nos advierte que la materia se presenta de forma objetiva según su estructura molecular. Entre máyor cohesión molecular más sólida se presenta la materia. Es decir, desde la química si hay una objetividad demostrable de la materia, empero, eso no soluciona las preguntas sobre la percepción ya planteadas.
Lo que para mi es un clima muy frío, para otro podría no serlo tanto. Lo que para mi es hostigante y excesivamente dulce, a otra persona podría parecerle tolerable y hasta delicioso. Allí sigue el dilema.
En política, se habla tradicionalmente de derechas e izquierdas, se habla de modelos de Estado, de políticas públicas, entre otras categorías que parecen darnos un marco espistemico bastante objetivo. Sin embargo, en la medida en que esas categorías son usadas —manoseadas— por diferentes medios de comunicación, por políticos, o por cualquiera, pierden su objetivadas y pasan al plano de la percepción.
Percibimos que un político es más de izquierda o de derecha sin comprender que es lo uno o lo otro realmente, carecemos de objetividad en la lectura política. A esto se le suma que los mismos políticos tienden a cambiar sus principios a conveniencia, no tienen una estructura clara y eso dificulta aún más la claridad de los que intentamos comprender sus formas.
Urge comprender entonces la diferencia entre la percepción, que puede ser subjetiva, y la objetividad de quien puede descifrar la estructuras. Es necesario intentar llegar a la segunda, a pesar de la presencia inevitable de la primera.
Apuntaciones
- Escribo esto con algo de ansiedad por el partido de la selección. Espero que nos regalen una alegría.
- Hablando de fútbol, no deja de sorprenderme como la pasión del deporte puede empañarse tan fácil por el comportamiento de algunos “hinchas”.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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