Por: Claudia Acevedo/ Saber decir “no” es una destreza no requiere entrenamiento, no es una capacidad innata, puesto que no sólo se trata de decir no, sino de saber cuándo y cómo hacerlo. No saber decir nos afecta, y lo hace de un modo decisivo, haciendo que percibamos falta de control en nuestra vida.
Decir no puede parecer fácil sin embargo es una de las dificultades que más nos encontramos en nuestra vida cotidiana porque muchas veces el no poder decir no hace que realicemos nos encontremos en situaciones que quizás no queríamos hacer, pero lo terminamos haciendo por medio a lo que otros piensen.
Nos cuesta decir no es por miedo al rechazo. Por el temor a lo que los demás piensen algo malo de nosotros o a la reacción de los demás. También por los estilos de conducta que hemos ido aprendiendo. Creer que hacerlo podría herir a las otras personas. Que fijan en nosotros la idea de que rechazar peticiones o decir no puede expresar, incluso, mala educación o crueldad. Otro motivo es el haber tenido malas experiencias en el pasado, y esto ha creado un hábito de respuesta evitativo. Nos cuesta más decir no porque hemos tenido experiencias negativas.
El motivo más relevante es no saber cómo hacerlo. No sólo es cuestión de decir no, sino de expresarlo con naturalidad, con empatía, sin generar enfrentamiento o agresividad. Muchas veces no decimos no, sencillamente, porque no tenemos las habilidades suficientes. Pero en general, el motivo a resaltar sería evitar emociones displacenteras que surgen cuando estoy diciendo que no. Cuando pongo un límite me siento preocupado, nervioso, angustiado y simplemente, a veces queremos “escapar” de esas sensaciones y decidimos que es más fácil evitar decir no.
Aprende a decir no y ten en cuenta los siguientes consejos. En el momento de decir no es muy posible que corra por tu cuerpo la sensación de incomodes o malestar. Es normal que suceda, y el error aquí sería decir SÍ a lo que te venga y evitar en enfrentamiento. Ten siempre en mente las consecuencias negativas que conlleva aceptar la petición. Te ayudará a deshacerte de ella más fácilmente. No te andes con excusas u ofrezcas demasiadas explicaciones. Cuantos más argumentos des, más tendrán los demás para rebatir y hacerte pensar que sus motivos son más importantes que los tuyos.
Mención especial a la llamada técnica del “disco rayado”, es decir, dar tu opinión una y otra vez sin dar más información. Recuerda que no tienes que justificar tu postura más de lo necesario. Escribe una lista de situaciones en las que no consigues decir que no. Ordénala de forma que la que te cueste más decir que no, esté arriba del todo.
Ahora analiza cada situación extrayendo el por qué has aceptado, el contexto, con quién pasa, etc. Saca el motivo principal. Como en todo, antes de actuar, tenemos que medir.
No olvide nunca que eres una persona libre, que tienes derechos de elección de lo que quieres hacer. Si dices sí a todo, lo único que conseguirás será saturarte de cosas y perder por completo el foco.
*Psicóloga y Co-fundadora de la LICMA Liga del Conocimiento y Salud Mental.
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