Por: Aidubby Mateus/ Los días 28 y 29 de marzo de 2025, la Universidad Industrial de Santander UIS, en Bucaramanga, fue escenario de un acontecimiento histórico, se trata de la Asamblea de la Asociación Departamental de Mujeres Campesinas e Indígenas de Santander (Ademucis). Este espacio de encuentro reunió a lideresas rurales de diversos municipios del departamento, quienes, con convicción y esperanza, compartieron sueños, desafíos y apuestas colectivas por un territorio seguro, digno y con oportunidades reales para las mujeres del campo.
La asamblea se consolidó como un ejercicio de fortalecimiento organizativo y social, en el que cada mujer presente representaba no solo su voz, sino la de cientos más que, desde la ruralidad tejen procesos de resistencia y construcción de vida digna. Así las cosas, las asociaciones de primer nivel, es decir las municipales, expusieron sus avances en materia organizativa y sus principales líneas de trabajo, muchas de ellas orientadas a la economía popular, el liderazgo comunitario, la defensa del territorio y el agua, así como la soberanía alimentaria.
A este mismo nivel, se vincularon igualmente la secretaría de competitividad y la secretaría de la mujer de la gobernación de Santander, la agencia nacional de tierras ANT, el SENA, la cámara de comercio, el DPS quienes pusieron de presente iniciativas encaminadas al desarrollo agropecuario, y por ende, fortalecer las capacidades de la mujer campesina e indígena. Ahora, resta confiar en las promesas institucionales que plantearon y prontamente se materialicen, para aunar esos esfuerzos de cubrir la deuda histórica que se tiene con la mujer campesina.
Con sentido de mujer
Uno de los ejes centrales del encuentro fue la necesidad de potenciar los emprendimientos asociativos que nacen de estas organizaciones, tales como la producción agroecológica, el turismo comunitario, las artesanías con identidad cultural, la transformación de alimentos y otras apuestas productivas, fueron reconocidas no solo como fuentes de ingreso, sino como caminos hacia la autonomía económica y el bienestar colectivo. En este renglón, es importante subrayar que las mujeres campesinas e indígenas no piden asistencialismo: exigen condiciones justas para producir, comercializar y sostener sus proyectos, con acceso a mercados, financiamiento adecuado y acompañamiento técnico.
En ese sentido, la asamblea hizo un llamado contundente a la articulación efectiva entre las asociaciones de base y los actores del sector público y privado, en el que el desarrollo rural se realice con enfoque de género y diferencial el cual no puede ser responsabilidad exclusiva de las organizaciones sociales. Es urgente que las instituciones del Estado en sus niveles municipal, departamental y nacional reconozcan el papel fundamental de las mujeres campesinas como constructoras de paz y garantes de la seguridad alimentaria. Así mismo, se requiere que el sector privado, especialmente en territorios donde tiene influencia económica, asuma compromisos reales con la equidad, la inclusión y el desarrollo sostenible.
En ese orden de ideas, la ejecución del Plan Estratégico de Ademucis se plantea como una hoja de ruta construida colectivamente, que proyecta el trabajo de la asociación para los próximos 4 años. Este plan no es solo un documento técnico, sino el reflejo de una apuesta política por transformar realidades desde el territorio y con las comunidades. Su implementación requiere voluntad política, recursos financieros, y sobre todo, coherencia entre el discurso y la acción por parte de quienes toman decisiones.
Durante los dos días de trabajo, también se reafirmaron los principios que dan vida a ADEMUCIS: la sororidad entre mujeres, el respeto por la diversidad cultural, el cuidado de la vida, la tierra, el agua y la defensa de los derechos individuales y colectivos. Se ratificó, además, la importancia de la formación política, el relevo generacional y el fortalecimiento de liderazgos, como elementos clave para sostener los procesos organizativos en el tiempo.
La Asamblea fue, sin duda, un espacio de sanación, de encuentro y de esperanza. Pero también fue una muestra del poder transformador de las mujeres rurales cuando se organizan, cuando se escuchan y cuando se reconocen como protagonistas de estas políticas. En un departamento como Santander, profundamente marcado por la desigualdad territorial, es urgente poner en el centro las voces de quienes históricamente han sido excluidas de los escenarios de poder.
Es por ello, que, desde las montañas, los valles y los páramos, las mujeres campesinas e indígenas están diciendo con fuerza: aquí estamos, no solo para resistir, sino para proponer y construir. Razón por la que basta con decir que la Asamblea de Ademucis fue la expresión viva de esa convicción.
Ahora, el reto es seguir tejiendo redes, sumando voluntades y exigiendo que los sueños colectivos se conviertan en políticas públicas que transformen el presente y garanticen un futuro justo para todas y todos. Porque al lado de la mujer está su familia.
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*Embajadora internacional de mujeres inquebrantables, exalcaldesa Gámbita (Santander), Abogada Especialista en Derecho Constitucional y Derecho de Tierras.
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