Hoy el estancamiento poblacional es la constante, las viviendas cada día están más vacías, se asiste más a velorios que a nacimientos de niños y en muchos países los hospitales han empezado a cerrar salas de partos y de pediatría por ausencia de nuevos pacientes.
Por: Holger Díaz Hernández/ “En un mundo más igualitario, será más fácil sobrevivir y la natalidad se reducirá de manera natural”: Arundhati Roy, escritora india.
En las últimas décadas han cambiado muchas cosas, las expectativas sobre el futuro tienen otros condicionamientos, se han generado nuevas formas de interrelación entre las personas y las mujeres tienen prioridades diferentes a la de formar un hogar o ser madres.
De alguna manera la caída en las tasas de natalidad tiene que ver con una historia de éxito de las mujeres en la sociedad, cuentan con mayor posibilidad de acceso a la educación superior y a una vida laboral plena, lo cual conlleva tener mayores niveles de independencia económica y les permite asumir decisiones que no siempre tienen que ver con la familia.
Uno de esos grandes cambios que se han producido se refleja en la disminución estas tasas, en más de la mitad de los países del mundo está cayendo el número de nacimientos de niños y se prevé que para el año 2.100 habrá una reversión en el crecimiento de la población mundial, sabemos que el tamaño de esta depende directamente de factores como los índices de fertilidad, las tasas de mortalidad y la migración de sus habitantes.
En el 2015 la tasa de fecundidad era de 14,3 x cada 1.000 habitantes y en el 2022 bajó a 12, principalmente en regiones como Europa y el primer mundo, donde paradójicamente existe la mejor calidad de vida y donde los niveles de satisfacción de sus pobladores son más altos. El promedio de hijos a nivel global es de 2,1 por pareja, cifras que disminuyen a 0.81 en Corea del Sur, nación que vive ya el problema de la escasez de mano de obra que supla las necesidades de su economía.
Hoy el estancamiento poblacional es la constante, las viviendas cada día están más vacías, se asiste más a velorios que a nacimientos de niños y en muchos países los hospitales han empezado a cerrar salas de partos y de pediatría por ausencia de nuevos pacientes.
Las implicaciones no son solo desde el punto de vista demográfico sino también desde la economía, la pirámide poblacional se invierte cada día más, al haber más adultos mayores el gasto público exige inversión de muchos más recursos financieros para apalancar rubros como las pensiones y para mantener las condiciones de salud de este segmento de la población, que tiene una alta prevalencia de enfermedades cardiometabólicas y de cáncer.
Cada vez es mayor la necesidad de mano de obra joven, obligando a tener que recurrir o a veces estimular la migración desde regiones como África o América Latina, donde aún se mantienen tasas de natalidad por encima del promedio.
Preocupa de sobremanera lo que se ha denominado como el “terremoto demográfico”, originado por el paulatino declive de la natalidad y el acelerado envejecimiento de la población, en las próximas décadas habrá una crisis muy grave en las economías del mundo, no estamos preparados para vivir las contingencias de este fenómeno que afectará de manera traumática a todos los países, se tendrán que establecer estímulos a las parejas para tener hijos, como: mejorar la salud reproductiva de las mujeres, aumentar los días de incapacidad materna y paterna o dar incentivos financieros, algunos ya se han puesto en práctica y no siempre con resultados satisfactorios.
Postdata. Nos estamos sintonizando cada día más con el régimen de Chávez y Maduro, hoy salen marchas a favor del gobierno, mañana otras en contra, la próxima vez saldrán al mismo tiempo y el país se polarizará cada vez más. No podemos seguir cayendo en el engaño del populismo, que sin importar que sea de derecha o de izquierda, hace mucho daño.
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*Médico cirujano y Magister en Administración. Director de Corrillos.