Por: Diego Ruiz Thorrens / Cuando dialogamos sobre VIH muchas veces salen a relucir preguntas como cuáles son las formas de transmisión del virus, qué tipo de poblaciones afecta mayormente, o simplemente cómo podemos protegernos, no sólo frente al VIH sino ante cualquier tipo de Infección de Transmisión Sexual (ITS).
Dialogar sobre el VIH es conversar sobre todo aquello que nos hace, precisamente, Humanos. Esto abarca, desde el excelso disfrute responsable y/o consciente de nuestra sexualidad en pareja, hasta el más oscuro aspecto de nuestra naturaleza humana, especialmente, cuando la razón del tema va acompañado del rumor, del morbo, del chisme y otros aspectos socialmente indeseables al descubrir y exponer a alguien que pueda vivir con el virus del VIH (develar un diagnóstico sin el consentimiento de la persona es una acción que está castigada por Ley).
Sin importar los rangos de edad, educación u orientación sexual entre otros aspectos de nuestra humanidad, la información correcta y sin prejuicios siempre ayudará a despejar miedos, dudas y por tanto, a salvar vidas.
Aquí, es dónde busco señalar el rol de los medios de comunicación, cuya responsabilidad social, ética, en la forma como se transmite la información, debería ser siempre intachable, sin precedentes, y no solo para los temas de salud como son el VIH/Sida y las infecciones de transmisión sexual (ITS), sino de todo tipo de información que sea de interés público.
Desafortunadamente, en respuesta de los crecientes casos de ITS (infecciones de transmisión sexual) y VIH/SIDA en nuestro país y cuya responsabilidad ha recaído sobre la población migrante proveniente del vecino país, los medios de comunicación han transformado su responsabilidad social en una caja de resonancia que parcializa, segrega y que pareciera solo sirve para desinformar, potenciar el miedo y la discriminación hacia aquellos que consideramos como foráneos, “ajenos” o externos a nuestra realidad, responsables de todo lo malo que viene sucediendo.
Ejemplo de ello, ha sido el desafortunado tacto informativo ante dos temas cruciales que deberían movilizar a toda Latinoamérica, y de los cuales, organismos como el ACNUR, la Defensoría del Pueblo y algunas Personerías a nivel nacional ya están tomando cartas sobre el asunto: la crisis de medicamentos en la vecina nación de Venezuela, y para el caso del VIH/SIDA, cómo la escases de medicamentos afecta la posibilidad de acceso a tratamientos médicos (comúnmente conocidos como antirretrovirales) que ayuden a disminuir los niveles de carga viral del VIH a puntos indetectables (es decir, que disminuyen la réplica del virus en sangre pero no la desaparece) en personas que viven con el virus.
La llegada de miles de personas provenientes de Venezuela a nuestro país, muchos de ellos con necesidades especiales de atención en salud (no sólo en VIH, también en distintos tipos de enfermedades), expuso nuestra incapacidad administrativa, total fragmentación y hasta completa desidia para brindar una atención humanitaria mínima a quienes urgentemente lo necesitan. En miles de casos, el éxodo tiene una sola razón: huir para no morir.
Solo hasta ahora, casi dos años después del gigantesco éxodo y que ha cobrado la vida de cientos de miles de venezolanos anónimos que han fallecido (niños, adultos y ancianos) en las puertas de los hospitales públicos de nuestro país, los medios de comunicación voltearon sus reflectores para exponer ésta situación, responsabilizando a la población migrante ante el aumento vertical de infecciones y enfermedades en el territorio Colombiano.
No obstante, esos mismos medios de comunicación que se rasgan las vestiduras frente a la “invasión” Venezolana en nuestro país, dejaron de preocuparse por exponer las precarias razones de la negativa de atención en salud a poblaciones vulnerables, muchas veces silenciando su responsabilidad en la denuncia por ejemplo, de los llamados “carteles” que siguen desangrando las arcas de la salud y que afectan tanto a connacionales como a extranjeros, frenando en seco la capacidad administrativa de respuesta en el pago oportuno a las instituciones prestadoras de salud en municipios y departamentos lejanos dentro de nuestro país.
Sólo hasta el mes de enero de éste año y por hablar únicamente del departamento de Córdoba, se habían identificado carteles como el de la hemofilia, con un desfalco superior a los 50.000 millones de pesos, del síndrome de Down, por más de 10.000 millones, y el manejo irregular de las regalías con pérdidas superiores a los 25.000 millones, dinero que estaba dirigido para la atención de las poblaciones más vulnerables.
¿Se han preguntado ustedes cuántos colombianos y venezolanos podrían ser atendidos con los recursos que unos pocos nos arrebataron impunemente? ¿Será que éste ‘fenómeno’ de corrupción es exclusivo del departamento de Córdoba?
A pesar que las investigaciones realizadas por parte de organismos como la Procuraduría General de la Nacional siguen en la actualidad, pocos han sido los resultados visibles a éstos hechos.
Organizaciones locales cómo la Corporación CONPÁZES – Proyecto VIHDA Santander han venido denunciando desde hace 2 años el martirio que deben enfrentar cientos de venezolanos en nuestro departamento para recibir atención en urgencias, y dónde solo unos pocos logran atravesar las puertas (o rejas) de los hospitales públicos.
Ojalá los medios de comunicación, y por extensión todos aquellos que recibimos éstas noticias, podamos comprender que el verdadero problema no es solo el éxodo masivo de venezolanos que piden apoyo humanitario, o nuestra incapacidad administrativa para brindar atención de calidad y gratuita como lo ofrecen decenas de países a nivel mundial, o incluso, nuestro miedo interior para dialogar sobre infecciones como el VIH. El verdadero problema es que naturalizamos la forma como algunos sectores políticos, en representación de funcionarios sin alma ni escrúpulos, roban los recursos de destinación en salud usando argucias legales para beneficiar a unos pocos en detrimento de toda una nación.
Éste artículo es una antesala del artículo que viene el 1ro de Diciembre, Día Internacional de Conmemoración y Lucha Contra el SIDA, y que tiene como objetivo decirles a todas aquellas personas, viviendo o no viviendo con VIH en Santander que la lucha no es sólo contra un virus sino contra el estigma, la discriminación, la ignorancia y los imaginarios que nos han vendido y que arrastran consigo el VIH.
Y a los Venezolanos con enfermedades graves y que viven en Santander, expresarles que no están solos, y que en nuestro país existen organizaciones y personas, increíbles seres humanos de bien, pendientes de poder salvar una vida.
Twitter: @Diego10T