Por: Libardo Riaño Castro/ Si algo ha tenido la educación en Colombia, es un apego por lo añejo, por ese pasado remoto, que es añorado tanto por los maestros de vieja escuela, como por los padres de familia, que crecieron bajo la influencia icónica de un salón con unos pupitres en fila mirando al frente, un tablero, una tiza, y una regla, que hacía las veces de juez y verdugo, soberana infalible y administradora sacrosanta de justicia, que lapidaba las palmas de las manos, en señal de corrección y de suministro de disciplina.
A pesar, de que este modelo fue modernizándose con el correr de los tiempos y con las nuevas metodologías que, con sonoras campanas enarbolaron las reformas educativas de los años noventa del siglo pasado, aún se conserva en nuestra memoria colectiva las imágenes del maestro, los alumnos, un tablero y un salón, como lo “imprescindible” en la educación.
A eso, nos acostumbramos, y lo veíamos como lo normal para la formación de nuestros hijos; pero todo esto, se vino a pique, con el advenimiento del Covid-19, la pandemia y la cuarentena.
Lo que comenzó como un fin de semana de “plan piloto” para frenar el contagio, terminó por convertirse en todo un año de encierro en nuestras casas, y en donde el computador, que, entre todas sus utilidades, tuvo una que desempeñar una inédita, pues se convirtió en el nuevo salón de clases, en el patio de juegos, y hasta la cafetería del colegio en los tiempos de receso durante las sesiones virtuales.
Y es, que esa virtualidad que antes la veíamos como una alternativa de tercera mano, reservada únicamente para estudiantes que no tenían tiempo ni recursos para asistir a un colegio presencial, o para futuros pregrados y posgrados en universidades a distancia, pasó a convertirse en un abrir y cerrar de ojos, en el nuevo epicentro de la educación, en el nuevo paradigma para los maestros, los alumnos y los padres de familia que durante el quejumbroso transitar del 2020, tuvieron que convertirse en tutores, maestros alternantes y lidiar con el tema de la conectividad.
Pero, si a los padres y estudiantes les ha tocado duro, que decir, de lo que les ha tocado a los maestros que han tenido que transformar, improvisar y hasta modificar sus hogares, para conseguir que los niños y jóvenes vean más que un rostro detrás de la cámara, pues sus hogares pasaron de tener cuadros en la pared, a colgar improvisados tableros enfocados a las cámaras de sus computadores, sus líneas de WhatsApp, pasaron de compartir memes y fotos a sus amigos y familiares, a compartir documentos, videos, clases y audios académicos, a responderle a grupos y a padres de familia inconscientes, que no tienen noción del tiempo laboral y de descanso de los maestros, sobresaturándolos de llamadas y audios hasta en las madrugadas; esta virtualidad a la cual nos vimos sometidos todos en el sistema de educación básica y media, fue una virtualidad impuesta a empujones, que nos enjareto en un ciclo escolar bizarro e insólito, del cual todos queremos bajarnos ya por estos días.
Como si fuera poco, a esta dantesca historia de caos académico colombiano, nos hemos visto los educadores a anexar a nuestro léxico académico, palabras y conceptos que antes no hacían parte del currículo, pues ahora en la verborrea académica es común escuchar palabras como: “sincrónico, o asincrónico”, “Meet”, o “Microsoft Teams”, o la que se ha ganado el primer lugar en esta virtualidad escolar “se lageo”, palabra que ya es tan común entre educadores, padres y estudiantes y que sirve para argumentar una caída en la señal de Internet.
¿Cómo va del modelo de alternancia escolar 2021?
Ante la arremetida del Covid-19, que no ha cesado de acosarnos como un fantasma que va y viene, el Ministerio de Educación ha impulsado el llamado modelo hibrido, que consiste en implantar un modelo con alternancia escolar con la asistencia durante dos o tres días, al colegio y el resto de la semana, los estudiantes estarán en sus hogares desarrollando el complemento académico en forma virtual.
Todo este entramado de ajustes de las mallas curriculares, la planeación de clases y de la metodología escolar, inició para la mayoría de colegios en febrero del 2021, pero tanto la adaptación tecnológica, como la flexibilización del currículo y la capacitación en herramientas virtuales para los educadores, requiere de una mayor inversión en equipos, computadores, y por sobre todo, mejorar la conectividad de redes de Internet que garantice el acceso a todos los estudiantes tanto de las zonas urbanas, como de las áreas rurales, situación que debe ser una política de estado y que debería estar en la agenda de planeación nacional 2021.
Mientras se logra una solución definitiva, en lo que va del modelo de alternancia en este año, se escuchan diferentes expresiones desde los estudiantes, padres, maestros y directivos, que no están de acuerdo con este modelo, pues el trabajo para todos se duplica y se pierde la calidad y la exigencia académica.
Como vemos la virtualidad a empujones continua, lo cierto es, que cuando cese el coronavirus y podamos retornar a las aulas, se avista un gran debate nacional, sobre lo que se pueda aplicar de la virtualidad a la educación básica y media y lo que definitivamente se deba desechar; en este último apartado, el asunto no es recriminar y desechar la virtualidad en la educación, sino aplicarla con un sentido de practicidad, objetividad, hibridándola adecuadamente con el modelo de asistencia física a las aulas, porque lo que jamás se podrá desechar es el encanto de las sonrisas, los gritos y la integración física en las aulas reales, esa parte de la enseñanza tan importante para enseñar a convivir a ser ciudadanos, a entender la otredad, a formar en la sensibilidad y en la humanización, esa parte de la educación, no se puede reemplazar nunca por una sesión virtual, a pesar de la maravillosa experiencia de la tecnología y sus reconocidos usos para la educación contemporánea.
*Docente, Comunicador Social, Educomunicador
Twitter: @libarrc
Instagram: @libarrc
E-mail: lrianoc@unadvirtual.edu.co
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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Referencias bibliográficas
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Jaramillo Morales, A. (2019). Leer para escribir, aporte de la escritura creativa
(notas a mano alzada). Revista La Palabra, 34, 133–138. (Link)
Sánchez, Vega. Carolina. El Periodismo Clásico, frente al Nuevo Periodismo. Universidad San Martin de Porres. Perú, 2015. (Link).