Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Enfrentar las mentiras y practicar la honestidad fortalece nuestras relaciones y transforma la percepción personal y la manera en que interactuamos con el mundo.
Dejar de mentir es un desafío frustrante, pero posible de superar, engañar puede convertirse en un hábito difícil de romper, en especial, cuando se hace para evitar problemas o impresionar a otros, esta puede parecer una solución fácil, pero la mentira tiene el potencial de deteriorar relaciones y afectar nuestra salud emocional.
A pesar de que es un comportamiento humano común y en apariencia inofensivo, ser mentiroso tiene consecuencias significativas.
Quizá hemos mentido para evitar un problema o no herir los sentimientos de alguien cercano, pero incluso cuando se hace con buenas intenciones, la mentira es capaz de minar la confianza que otros tienen en nosotros y distorsionar la percepción propia.
Optar por la mentira es, por norma general, un síntoma de desconfianza en la capacidad propia o ajena para lidiar con los problemas que la verdad pueda ocasionar, pero elegir la falsedad significa comportarnos como unas personas sin escrúpulos, o con mucha necesidad, o que queremos obtener una mal habida ganancia de una situación determinada.
En cualquier caso, aprender a lidiar con la verdad sigue siendo una asignatura pendiente en nuestra sociedad, la cual equilibra una balanza que debería tener como vencedoras a la verdad y a la honestidad.
El comportamiento deshonesto está influenciado por varios factores puede ser por las circunstancias en que nos encontremos, o la magnitud de la recompensa y las consecuencias externas que podamos enfrentar, también pueden ser las características personales, como el género y la edad.
Esta práctica de decir mentiras también tiene que ver con la baja autoestima o inseguridad, temor al rechazo o al castigo, esperar ciertos beneficios como un empleo, por ejemplo, o por la presión, por las expectativas de la sociedad, evadir conflictos y deseos de impresionar o ser aprobados por los demás.
El primer paso para dejar de decir mentiras es aceptar que tenemos un problema y necesitamos ayuda para cambiar, si hacemos un proceso de autoevaluación nos permitirá identificar las razones subyacentes detrás de la deshonestidad propia, ya sea por miedo, deseo de agradar o evitar conflictos.
Si hay algo que resulta verdaderamente lamentable es la mentira y la falsedad, ambas cosas son capaces de destruir todo a su paso, de devastar los bosques más poblados y de hacer caer a las torres más altas.
Lo más triste de la hipocresía y del engaño es que nunca provienen de nuestros enemigos ni de las personas desconocidas, en su mayoría provienen de las personas más cercanas, lo cual causa un dolor aun más grande, cuando nos engañan lo peor no son las mentiras en sí, sino lo que se llevan con ellas.
Cuando un sentimiento tan importante como la confianza se quiebra, algo en nuestro interior se rompe y duele, esto ocurre porque la mentira y la falsedad pone en duda mil verdades.
Tengamos presente que cuando mentimos hemos asumido una tarea muy baja y grande ya que implica que estamos obligados a inventar veinte o más mentiras y cargar esa piedra en la nuca para sostener la certeza de esta primera mentira, acá les pregunto: ¿que será más duro? Decir la verdad y asumir las consecuencias o cargar ese lastre de la mentira sabiendo que se está haciendo daño.
Tanto la mentira como la falsedad son, en gran medida, una cuestión de hábito, hay muchas personas que son hábiles en este “arte” y que nos mantienen a todos engañados de una manera verdaderamente asombrosa, si nos trasladamos a nuestro país en el campo político encontramos muchos, muchos ejemplos, de políticos que suelen vender humo a cualquier precio con tal de salirse con la suya o, lo que es más grave, sin ningún otro aliciente más que engañar.
Vinculamos los buenos valores con la honestidad y la sinceridad, ya que las relaciones que se construyen sobre pilares de mentiras terminan pareciéndose a un castillo de naipes frágil y endeble, que destruye todo en su derrumbe; lo paradójico es que, a pesar de ser conocedores de este vínculo entre la verdad y su compleja asunción, buscamos constantemente darle la vuelta a la tortilla contando “medias verdades” o fingiendo realidades distintas a la verdadera.
Colombia, nuestro país está pasando por esta situación, queremos ser ciegos ante la realidad de un país que ha sido mal gobernado, saqueado, plagado de mentiras, de corrupción y derroche, durante años y años de gobiernos corruptos, y no queremos enfrentar esa realidad, y a su vez los medios quieren con Mentiras y Falsedades esconder esa realidad que nos ha llevado a que seamos un país subdesarrollado, endeudado, donde unos pocos se han beneficiado de las inmensas riquezas con que contamos.
Diría yo que las mentes maquiavélicas y todos los políticos colombianos mantienen con efectividad, ellos mienten continuamente, lo hacen por conseguir un objetivo específico para su propio beneficio, y a veces ya no son capaces de diferenciar las mentiras de las verdades, suelen caer en contradicciones obvias que luego tratan de corregir con argumentos y argucias muy sofisticados.
La mentira y la falsedad siempre tiene fecha de vencimiento, pues necesitan de muchas circunstancias para sostenerse, por eso el mentir acaba convirtiéndose en una espiral de enormes dimensiones que el mentiroso no puede manejar.
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*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru
La mentira y la falsedad destruyen y son males que aquejan desde siempre, Dios nos ayude a tener control. Gracias excelente reflexión