Por: Hugo Hernando Bernal Vallejo/ La cultura como elemento que incida en el proceso de desarrollo económico, social y ambiental es un tema viejo, pero no muy conocido. Las actividades culturales son mecanismos generadores de riqueza. La explotación de la cultura permite un cambio en lo económico, en lo social y ambiental.
La cultura equilibra los principios de desarrollo económico, de justicia social y de responsabilidad ecológica mediante el fortalecimiento de los valores sociales e individuales a través de sus manifestaciones.
Hoy es demostrable que la cultura como parte de una estrategia, dentro de un entorno determinado, genera beneficios económicos como fuente de empleos y además modifica patrones de comportamiento de un grupo humano, como el antivalor de la envidia o del egoísmo, por ejemplo:
Debemos tener claro que la cultura es la herramienta con la que se puede afectar una realidad social. De ahí que la calidad de vida de una región está profundamente ligada con fortalecer el principio de identidad y desarrollar un sentido de pertenencia, de respeto a la diferencia y al medio ambiente.
Hace unos años, los expertos económicos no consideraron, ni por un minuto, la importancia de la cultura en el desarrollo económico, social y ambiental de una comunidad determinada, aunque los hechos demostraban lo contrario, pero los teóricos eran obcecados.
Para muchos “genios” antes y aun hoy, las actividades culturales, folclóricas, tradición, música, danza, oralidad, artesanías eran actividades no productivas, no eran verdaderas profesiones y quienes las ejercían no eran considerados como trabajadores se les decía trovadores, parranderos, bohemios, haraganes y eran enjuiciados por la sociedad.
La cultura, dice la Unesco, puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias y que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden. (Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales; México, 1982).
En Colombia un buen ejercicio de la actividad cultural como mecanismo de desarrollo económico, social y ambiental se dio con el clúster en Valledupar. Se definió e interiorizó el concepto vallenato como el nuevo ciudadano de Valledupar coincidiendo con el nombre de la música y su cultura.
Entonces, la música vallenata es un eje fundamental en la economía de Valledupar, ya que alrededor de ella son muchos los negocios y empresas que se han organizado, para fortalecer la cultura vallenata como lo hace la Fundación Festival de La Leyenda Vallenata, otras entidades y La Universidad Popular del Cesar, que realiza el Encuentro Nacional de Investigadores de Música Vallenata, evento académico y cultural que tiene como objetivo crear un espacio desde el cual se reflexione sobre la cultura popular, la estética musical y el empoderamiento de las manifestaciones culturales a lo largo del devenir histórico.
También se creó la cátedra vallenata en colegios y universidades; la música vallenata, declarada por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguarda (2015) y por último, la palabra “vallenato” se incluyó en el diccionario de la RAE (2017).
Cerca de 300.000 millones de pesos ‘se mueven en el marco del Festival de la Leyenda Vallenata, dinamizando la economía local. Así lo revela la Cámara de Comercio de Valledupar, en uno de los balances comerciales y turísticos de la máxima festividad folclórica del Cesar.
“Por ser una fiesta de alcance nacional e internacional su impacto trasciende las fronteras de las empresas, lo que dificulta conocer la cuantía de los ingresos y egresos que el Festival genera y cuánto termina en otras regiones del país. En este grupo de empresas se encuentran las líneas aéreas, empresas fabricantes y distribuidoras de licores, bebidas no alcohólicas y cigarrillos, entre otras”, manifestó el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Valledupar, José Luis Urón Márquez.
En Barrancabermeja que pasa con la cultura y el desarrollo económico, social y ambiental. Como yo lo veo, no ha sido entendida. No hay quien la entienda. Se promueven festivales y fiestas sin finalidades específicas, ni en lo folclórico, ni en lo económico. ¿No se trata de financiar escuelas de música para formar músicos, pero para qué? Primero debemos formar al ciudadano barranqueño, o al menos definirlo. Que queremos.
Tenemos una pluriculturalidad o multiculturalidad que es la sumatoria del ADN cultural de los santandereanos, ADN cultural de los antioqueños y costeños, americanos, italianos y libaneses. Esta diversidad cultural del barranqueño se manifiesta en los cuentos, música, bailes, danzas, leyendas, historia oral, proverbios, chistes, supersticiones, costumbres, artesanía, alimentación y vestuarios. Pero nosotros como barranqueños no tenemos una memoria escrita en ningún lado, o al menos yo no la conozco y menos que la promuevan para el conocimiento de las nuevas generaciones.
En la cultura popular o en el folclor se dan ciertos eventos para recrear tradiciones y otras manifestaciones de nuestros valores que permita mejorar al Barranqueño en sus condiciones de vida., asegurando principios de identidad y pertenencia. Festivales o fiestas culturales o folclóricas en Barrancabermeja no son un fin en sí mismo, son un medio para fortalecer nuestros valores, que deben estar previamente definidos, por sus gestores que pretenden el aporte económico del Estado, a nivel municipal.
Para mí, Andrés Barros Méndez (QEPD), rey de la piqueria. Unos de los grandes repentistas del verso en nuestro país, dos veces rey del Festival de la leyenda Vallenata, era y es el ejemplo a mostrar entre la relación de las actividades culturales y el desarrollo económico, social y ambiental a nivel micro.
Primero contaba con una escuela de formación de verseadores, y lo hizo primero que la meca del vallenato. Sentó el verso improvisado en la cátedra y los resultados se observaron en el Festival o encuentro de verseadores que realizó cada año en el barrio el cincuentenario, para la época de su aniversario y el haber ganado, uno de sus alumnos, en la categoría infantil en Valledupar. Tenemos resultados demostrables.
Si analizamos uno de sus eventos de piqueria observamos: con la Unipaz se hizo una pedagogía cultural con estudiantes de esta entidad universitaria y público general. Alrededor de la realización del festival, los taxistas, mototaxistas, los vendedores ambulantes, los vendedores de licores y otras bebidas, las tiendas vecinas, el de la tarima, el del sonido, el de las sillas y otros más se beneficiaron económicamente y los demás del barrio y barrios aledaños y en general los habitantes de Barrancabermeja, se dieron un banquete de verseadores en aficionados y profesional, que solo se ven en Valledupar.
Este es un ejemplo de lo que venimos diciendo sobre cultura y desarrollo, en pequeña escala, pero valido. Lo que no podemos decir de otras fiestas o festivales con apoyo económico municipal, porque nunca presentan un balance a la comunidad y tampoco hay control de la autoridad.
*Abogado, poeta e investigador cultural.
