Por: Hernando Ardila González/ Hemos venido diciendo que este artículo por ahora en tres entregas, pretende una disertación muy sencilla sobre el complejo tema de la democracia que en todo caso se resuelve con la definición de que ella es un proyecto de vida, la estrategia más eficaz para proporcionar al hombre su fin que no puede ser otro que la felicidad, cuyo componente para su logro es el bienestar individual y colectivo.
Y terminamos la segunda entrega afirmando que, en su realidad, ese bienestar individual y colectivo sin el cual la democracia se debilita, podría generar para dar cuenta de su por qué, toda suerte de explicaciones y excusas para justificar la causa del malestar general: el destino es la más usual; la mala suerte, la más mediocre; el castigo de dios, la más sedante; la opresión, la más picante; la ausencia de estado, ¡juzgará usted!
En esta entrega vamos a avanzar sobre el objetivo propuesto para desde mi apreciación académica precisar sobre el estado de la salud de nuestra democracia.
En todo caso, la presencia del malestar social es monstruosa, permanente e insoslayable. Asómese a las alcantarillas, a los campos, a los tugurios, escuelas, hospitales: lóbregos escenarios que invitan a confirmar la ausencia de justicia social, de oportunidades, de solidaridad, de proyectos y compromisos o dicho para el gusto de todos: qué negro destino, qué de malas, qué penitencia, qué lucha… nosotros diremos. ¡Qué injusticia!
Pero hemos de asumir una postura y la ausencia de democracia y Estado, ese ente erigido como dador ecuánime de oportunidades, es el asunto que, en nuestro parecer, debe resolverse en procura de la felicidad humana individual y colectiva.
¿Bienestar para unos, para felicidad de unos? Sea lo que sea en su naturaleza, el hombre transcurre en interacción, integración o hermandad y esa pluralidad y gregariedad sempiterna, respuesta del Zoom Politicón, es a la que conocemos como sociedad, sin la cual no es posible el desarrollo de su autor y protagonista, su causa y consecuencia: el homo sapiens que otrora asumió la sociedad, pactando a cambio de su libertad individual el bienestar colectivo y con ello su propia seguridad, esa sí democrática por su esencia. Es en resumidas cuentas el trato contra el“homo hominis lupus”y contra la extinción de la especie por tal condición.
Tan cruel expectativa, empujó al hombre, a juicio de Rousseau: “A encontrar una forma de Asociación para defender y proteger con toda la fuerza común, la persona y bienes de cada uno de los asociados, pero de modo que cada uno de estos, uniéndose a todos, solo obedezca a sí mismo y quede libre como antes”.
Éste es el Contrato Social y en tal proceso que adquirió su propia dinámica, el hombre colectivo implementó un ente regulador, capaz de ofrecerle un espacio geográfico, servicios y seguridad para su desarrollo, en armonía con el de sus semejantes y desde luego una identidad de grupo nutrida por valores y costumbres que fueron los mies de una cultura propia y sustentadora de su desarrollo.
He aquí la obra sabia, concepto acabado y perfecto de organización humana: el Estado. Tomemos por obligado desde este momento al hombre asociado, del cual Rousseau, meridiano, explica: “lo que el hombre pierde por el contrato social, es su libertad natural y un derecho ilimitado a todo lo que intenta y puede alcanzar, lo que gana es la libertad civil y la propiedad de lo que posee”
Esto no es más que una reafirmación de que el hombre definitivamente no puede vivir solo, aislado; de un modo así, sólo lograría perderlo todo, pues se está sometido a las rigurosas leyes de la naturaleza, incluso a la más feroz de todas: la ley del más fuerte. Por genialidad o por instinto de conservación, el hombre creó el pacto de coexistencia, tabla salvadora referida por Rousseau así: “…En lugar de destruir la igualdad natural, el Pacto Fundamental por el contrario sustituye con una igualdad moral y legítima, la desigualdad física que la naturaleza pudo haber establecido entre los hombres”.
El Estado, como ente regulador es definido por Federico Engels como: “Producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado…es un poder situado por encima de la sociedad…que armoniza los choques de los antagónicos sociales…poder nacido de la sociedad pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella cada día más y más…”
Bien, creemos saber qué es el Hombre; dijimos para qué vive, lo tenemos asociado, enmarcado (mejor, embarcado), dentro del vehículo que podría enrumbarlo hacia su fin. Entonces, ensayemos absolver el tercer interrogante: cómo puede lograrlo.
Recapitulemos. Dicho está que la naturaleza del hombre tiene dos componentes: materia y energía, coloquialmente apreciado, el hombre es cuerpo y alma.
Cuerpo que demanda cosas o medios materiales para su sostenimiento y alma que es el componente afectivo, intelectual, onírico, con proyectos y propuestas, espiritualidad, patriotismo, solidaridad, necesidad de conocimiento, de libertad y otros valores de aparente intangibilidad, pero invalorables por su incidencia social, política y económica.
Dicho también está, que vive para ser feliz y que la felicidad es el equilibrio perfecto de aquellos elementos de la naturaleza humana.
También dicho está, que la felicidad presupone el acceso al bienestar en igualdad de condiciones y oportunidades. (Continuará)
Apartado del tema debo registrar dos hechos en que colocan la atención mundial en Floridablanca, Santander, Colombia:
1. Estamos defendiendo con cuerpo y alma un ecosistema de rica biodiversidad y con especies endémicas, vale decir que no las hay en otra parte del mundo y para ello presentamos una tutela y convocamos a un concurso literario “Primero la Vida”, inspirado en la defensa de los Cerros Orientales de Floridablanca.
2. Realizaremos a partir del 12 de octubre el XIV Encuentro Universal de Escritores Vuelven los Comuneros, evento literario internacional que se convierte en el cruce de caminos de escritores de diferentes partes del mundo, de Colombia y Santander. Este certamen hecho con esfuerzo y aunque sin un real apoyo institucional, resiste con gran esfuerzo porque es el legado que a este retazo de patria nos proponemos dejar como aporte a la paz y la esperanza de un mejor futuro.
*Abogado Penalista, postulado a Maestría en Derecho Constitucional. Presidente Colegio Nacional de Abogados de Colombia Conalbos Santander y Vicepresidente Nacional.
Twitter: @HernandoArdila6
