Por: Yessica Molina Medina/ La palabra referendo no es desconocida para los colombianos. Primero, porque gran parte de la población adulta recuerda el referendo del 2003, propuesto por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez y que no pasó el umbral. Y segundo, porque de esa época hasta aquí ha habido varias propuestas de referendo que se han quedado estancadas. Y a esto hay que sumarle que en Chile habrá cambio de Constitución porque la voluntad popular así lo dispuso en un referendo.
¿Pero necesita Colombia uno en esta coyuntura? ¿Hay otras vías legales? Porque lo que hay que aceptar de entrada es que el país sí necesita reformas con respecto al Congreso, la JEP, la justicia, el ingreso solidario en tiempo de pandemia y seguramente otras más.
Dicho esto, que casi ningún sector del país discute, la pregunta es por la vía. ¿Hay otros caminos para emprender las reformas? Los hay, por supuesto. Pero no parecen viables. Vale poner un ejemplo mencionado por el exprecandidato presidencial Rafael Nieto, quien alude a los sucesivos intentos por reformar la justicia: “En un par de sentencias, la Constitucional ha sostenido que algunas de esas propuestas afectarían pilares estructurales de la Carta (…). Para la Corte esas reformas solo pueden hacerse a través de una asamblea constituyente o de un referendo”.
Reformar el Congreso en el propio Congreso ha sido y seguirá siendo, obviamente una tarea muy compleja y por ese camino se dilatará eternamente la concreción de una reforma que, por ejemplo, reduzca el tamaño de las dos cámaras. Reducirlas sería, por cierto, un mensaje coherente en tiempo de crisis económica y un alivio nada despreciable para las finanzas estatales. Hay que decir que esta reforma le quitaría votos al referendo en su paso por el Congreso, pero la presión ciudadana y de los sectores democráticos servirá para alcanzar los necesarios.
Por su parte, reformar la JEP en el Congreso implicaría un desgaste monumental para la misma corporación y para el Gobierno. La polarización sería de tal magnitud que el intento de reforma naufragaría entre discusiones bizantinas y acusaciones de todos contra todos. Así que este camino sería pedregoso e infructuoso.
Finalmente, quizá el mantenimiento del ingreso solidario tenga un mejor futuro si tuviera que ser discutido por el Congreso. El Gobierno y los partidos son conscientes de que miles de familias colombianas necesitan de la mano del Estado para sobrellevar la crisis y que, de lo contrario, la tragedia social sería de niveles apocalípticos y la recuperación del país sería aún más difícil, por no decir que incierta.
Entonces sí: el país necesita un referendo para, por lo menos, responder a estas reformas inaplazables. Que sea el pueblo directamente quien elija su destino. Ahora bien, el país necesita un referendo concreto: preguntas claras y cortas que no den lugar a dudas ni especulación. Necesita un referendo que pregunte por pocos temas, por los temas esenciales, y que no se explaye en una infinidad incomprensible para el electorado. Y necesita un referendo precedido de una buena dosis de pedagogía, labor que será hoy mucho más sencilla que hace 17 años gracias a las redes sociales y a las TIC en general.
Sí, el país necesita este referendo.
*Master en comunicación estratégica, profesional Comunicadora Social- Periodista, asesora política y relacionamiento público y experta en marketing político.
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