Por: Claudia Aponte/ Los hechos ocurridos días atrás que, condujeron al retiro definitivo de Ingrid Betancur de la Coalición Centro Esperanza, motivada por razones que “sólo ella se las creyó” contra Alejandro Gaviria, con críticas de alto tono por los apoyos que viene recibiendo con adhesiones a su campaña Colombia Tiene Futuro, de algunos dirigentes de la clase política tradicional directa e indirectamente o las llamadas “maquinarias”.
Es de recordarse que, el CNE, le devolvió la personería jurídica el miércoles 01 de diciembre de 2021, con ponencia de los magistrados Pedro Felipe Gutiérrez Sierra y Hernán Penagos Giraldo, quienes asumieron respectivamente los casos, de los Partidos Verde Oxígeno y Salvación Nacional; considerando el Tribunal que en ambas actuaciones administrativas se presentaron hechos de violencia a causa del conflicto armado y que terminaron con el secuestro de la excandidata Ingrid Betancourt y el magnicidio del también excandidato Álvaro Gómez Hurtado; similares a las vividas por el Partido Nuevo Liberalismo, con el asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento.
Los magistrados tuvieron en consideración la decisión de la Corte Constitucional, en su sentencia SU-257 del 2021, que ordenó otorgar la personería jurídica nuevamente al Nuevo Liberalismo; fundamentados en que se presentaron similares situaciones fácticas, jurídicas y hechos de violencia a las vividas por los miembros del partido Nuevo Liberalismo, respecto de los miembros del movimiento de Salvación Nacional y Verde Oxígeno, que afectaron su permanencia en las contiendas electorales a partir de 1990 y, por tanto, deben hacer parte de la apertura democrática en las próximas elecciones de 2022 y con ello los revivió para participar.
No obstante, también en ese momento, Ingrid Betancur reiteró que haría política en la Coalición Centro Esperanza, dejando abierta la posibilidad de ser nuevamente candidata presidencial al afirmar: “Hace casi 20 años como candidata presidencial me postulé para limpiar este país de la corrupción y la violencia. Fui secuestrada y el sueño de Verde Oxígeno fue secuestrado conmigo…Con el regreso de Verde Oxígeno el impulso por el cambio también ha regresado ¡Terminemos lo que comenzamos hace 20 años!”.
Íngrid fue muy crítica de Alejandro Gaviria en el debate que organizaron vía YouTube, la alianza Semana y El Tiempo a finales de enero de 2022, porque supuestamente permitió que lo apoyen personas con las cuales ella no estaba de acuerdo, dado que, se había pactado en el cónclave del domingo 28 de noviembre de 2021, no recibir apoyos de ninguna índole que estuvieran en tela de juicio y manifestándole públicamente al candidato Gaviria que, le preocupaba muchísimo la situación.
Es inviable convertirse en la juez de los apoyos que lleguen a las distintas campañas de esta Coalición, más cuando estos apoyos no tienen expedientes vigentes ante la red de vigilancia y control. Cuando lo que ella quiso fue aparentemente utilizar el nombre de una unión, para aparecer en la palestra pública electoral como parte o médium en la Centro Esperanza y con ello, ganarse un tiempo que efectivamente necesitaba para sonar en medios masivos de comunicación nuevamente y retomar vigencia, mientras esperaba que el Consejo Nacional Electoral –CNE, le devolviera la personería jurídica al que es su partido, Verde Oxígeno porque ella quería competir a la fija por el lado que fuere.
En política no todo se vale, sin embargo, los apoyos se deben recibir en los momentos que efectivamente se consideren para garantizar los resultados y siempre y cuando no se negocien ni las propuestas ni los cargos y, de otra parte, genera tristeza la manipulación y el juego sucio que algunos –como Ingrid- practican, para su beneficio personal, siendo, además, la única mujer en el equipo naciente y por ello tenía un compromiso adicional, representar al género con altura, pero no fue así.
Muy válida la posición de Alejandro Gaviria, quien con vehemencia le manifestó: “Lo suyo es hipocresía y oportunismo”, palabras que con mucha razón y dada la trazabilidad de lo acontecido en la Coalición Centro Esperanza, no tenían nada de alejadas a la realidad frente a las aparentes intenciones de Ingrid… Divide y Reinarás[1], no le funcionó porque no logró nada distinto a su retiro de la Centro Esperanza, sin las bases electorales requeridas para ser candidata, con menos credibilidad y por ello, sin la fuerza positiva en su imagen para llegar lejos, más si para pasar a hacer posiblemente lo que está erróneamente criticando de Gaviria: el fin justifica los medios[2], es decir, negociar cargos o burocracia, haciéndose contar en la primera vuelta directamente y posteriormente, sentirse que es la pieza decisiva para la segunda vuelta.
Ante tal show maquiavélico, lo que generó fue rechazo al interior de la Coalición y de todo un país, promoviendo la solidaridad y el respeto hacia Alejandro Gaviria y con ello, fortaleciéndolo, porque las palabras de Gaviria constituyeron durante el debate, un aparente insulto, pero realmente así de mal estaba actuando Ingrid Betancur.
Nota al margen: Mi presagio en la columna anterior “…en estos días Ingrid Betancur ingresó en la lista para la consulta de la Coalición Centro Esperanza…esperamos resultados positivos de la única mujer en la misma”, se convirtió en todo lo contrario y por esto, ella no representa genuinamente a las mujeres de Colombia en la próxima contienda electoral.
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*Ingeniera de Sistemas de la UIS, Especialista en Gerencia Pública de la UIS y Magíster (c) Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Externado de Colombia y en curso Doctorado en Políticas Públicas.
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Facebook: Claudia Aponte
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] La estrategia de guerra que se volvió proverbio, atribuida dudosamente a Filipo de Macedonia, padre del conquistador griego Alejandro Magno y también se le atribuyó al emperador romano Julio César.
[2] Significa que cuando el objetivo final es importante, cualquier medio para lograrlo es válido. La frase es atribuida al filósofo político italiano Nicolás Maquiavelo, aunque en realidad la frase la escribió Napoleón Bonaparte en la última página de su ejemplar del libro El príncipe (1532), de Maquiavelo.
