Por: Freddy Fernando Flórez Afanador/ Con la discusión de la reforma tributaria presentada por el Gobierno del Presidente Iván Duque ante el Congreso de la República y la cacareada ampliación de la base de productos que pagan IVA, se hace necesario hacer alguna reflexiones:
Sin duda la imposición del IVA para el 80% de los productos de la canasta familiar hace de esta propuesta un impuesto regresivo, tal y como lo manifestaba el mismísimo Iván Duque cuando era Senador de la República; pero hoy, como Presidente y ante la necesidad de financiar el presupuesto en 14 billones de pesos, se le olvidó no sólo sus posiciones en el congreso, sino peor aún, sus propias promesas de campaña para llegar a la Presidencia de la República.
Lo primero que debemos decir es que el IVA es un gravamen indirecto del orden Nacional, es decir, engorda el presupuesto de la Nación; paradójicamente los que ejercemos en profesiones liberales, como los abogados, comunicadores, odontólogos, etc, nos aplican el IVA cuando nos encontramos en el régimen común, cuando al menos debería existir una tarifa diferencial, no se tiene en cuenta las demás imposiciones tributarias como la renta, estampillas y el pago de seguridad social independientemente por cada contrato de prestación de servicios, es decir, este renglón de la economía es fuertemente golpeado.
El IVA se creó en Colombia en 1963 con una tarifa del 3% en el Gobierno de Guillermo León Valencia, con algunas tarifas diferenciales. En 1965 empieza a tomar el carácter de valor agregado. En 1971 en el gobierno de Misael Pastrana Borrero, se introduce el impuesto sobre los servicios (aquí entramos los profesionales que cobramos por honorarios). En el año de 1974, ese mismo gobierno realiza nuevamente la ampliación de la base de este tributo. En 1983 en el gobierno de Belisario Betancur, el impuesto se extiende al comercio al detal, aquí empezamos a padecer en los supermercados y tiendas, con una tarifa del 10%.
En 1986 se empieza a crear las trampas para que el IVA pierda efectividad, pues se establecen los términos para las devoluciones. En 1992 la tarifa pasa del 10% al 12%, y luego otro incremento en 1993, para llegar al 14% (es decir, que el gobierno de César Gaviria el incremento fue de 4 puntos). Más tarde, en el año 1995 en el gobierno de Ernesto Samper la tarifa se incrementó al 16%. En 1998 por primera vez en la historia se reduce la tarifa, pasa al 15%; pero en el 2001, se incrementa de nuevo al 16%, en el gobierno de Andrés Pastrana.
En el año 2005, se excluye de IVA lo que se comercialice en las zonas francas; y en el 2010, la base se amplía al servicio de internet, con exclusión de los estratos 1, 2, y 3 en el gobierno de Álvaro Uribe.
Por último, en el año 2016, el IVA pasó de una tarifa del 16% al 19%, en el gobierno de Juna Manuel Santos.
Ahora, debe entenderse que los responsables de que este impuesto indirecto hoy tenga tan alta tarifa, no sólo se debe a los gobiernos de turno, sino a los Congresistas que negocian su voto por mermelada, olvidando que están allá representando los intereses del pueblo; no debe existir la menor duda que siempre que se aprueba esta clase de reformas tan nocivas para el bolsillo del pueblo colombiano, detrás, están las componendas, la mermelada, y por supuesto la burocracia para los parlamentarios que entregan su voto positivo. Así que cuando vea a su congresista no se le olvide preguntarle en qué diablos estaba pensando cuando votó positivamente.
A la reforma tributaria del actual gobierno le pusieron un lindo nombre como especie de vaselina, para que no se sienta el dolor, “ley de financiamiento”; pero acaso de eso no se trata las reformas tributarias? En el subconsciente del pueblo, las reformas tributarias van encaminadas a proveer al Estado de mayores ingresos, para robustecer el gasto público, ¿pero acaso no somos conscientes de igual forma que están saqueando al país?
El esfuerzo del ciudadano de a pie en el pago de sus impuestos debe ser directamente proporcional a los beneficios ofrecido por el Estado, calidad de vida, en infraestructura, en salud, en servicios públicos, pero el pan de todos los días, es precisamente que los corruptos tienen abiertas sus válvulas de desangre de los recursos públicos por todos los frentes. Deben revisarse el monto de los recursos para alimentación escolar, no es un secreto que las mafias desangran el erario por esta vía, además de incrementarse el IVA, este programa tendrá un aumento directamente proporcional; desafortunadamente muchos programas sociales están secuestrados por las bandas criminales, es hora de revisar e implementar controles rigurosos; también amerita una revisión urgente la vagabundería de los esquemas de protección, es un derroche descarado, hoy cualquier infeliz sin consideración con la sociedad se auto amenaza para hacerse el importante, muchos son los famosos sicarios de la moral.
El sistema es un círculo vicioso, los que toman las decisiones en el Estado llegan al poder financiados por los poderosos grupos económicos, los cuales a su vez tienen grandes intereses al momento de la toma de esas decisiones, por ello no es casualidad que las gaseosas, el azúcar, el agua mineral y los diarios y publicaciones periódicas no tengan IVA, pero si quieran gravar el pan y el salchichón, sólo por citar unos ejemplos.
Desde el año 2002, se han realizado 11 reformas tributarias, paradójicamente estas sólo han incrementado en 3 puntos el PIB en recaudo tributario.
Comparativamente con otros Estados, nuestro IVA no se ve en las inversiones; en Estados unidos, Japón, Suiza, ronda un promedio del 8%, y obviamente no hay comparación. Sin duda existen otros Estados con un IVA del 25%, entre ellos Dinamarca, Noruega y Suecia, pero sería ridículo por así decirlo, escribir una crítica sobre ese monto, si allá se notan las inversiones de los tributos; nuestro País está secuestrado por la corrupción.
Ahora, la solución en Colombia, al menos la más cercana, el mango bajito como dice un amigo y que debería quedar en la “ley de financiamiento”, es acabar con las exenciones tributarias, con las compensaciones del IVA frente a la renta, y el IVA descontable.
Para tener una idea, el recaudo total tributario equivale al 14% del PIB; las exenciones en el año 2016 eran del orden de los 72,3 billones de pesos, un 8,4% del PIB, incomprensible.
Tenemos entonces que, si se eliminan las exenciones el recaudo incrementaría al 22% del PIB. Es importante tener claro que el 60% de las rentas exentas pertenecen a los dividendos abonados a los dueños de las empresas, el 40% restante a las empresas, o sea que quienes se benefician son esos mismos que financian las campañas Presidenciales y de los Congresistas. Otras exenciones a eliminar es el de renta para las personas sin ánimo de lucro; corrupto que se respete -entre ellos- tienen a su nombre o de un tercero una Corporación o Fundación.
Sin duda, la trampa al fisco se concentra en el IVA descontable, las mafias alrededor de estas devoluciones o cruces son brutales y equivalen hoy a más de 52 billones de pesos; se trata de que todo contribuyente que sea responsable del IVA tiene derecho a descontar su IVA generado. Con esta sola prohibición el IVA en Colombia podría tener una tarifa igual a la que se paga en Estados Unidos, Japón o Suiza.
Cuando en Colombia se invierta en educación de la primera infancia y logremos cambiar nuestra cultura chibchombiana; exista un presupuesto serio para la rama judicial; se empodere a la fuerza pública, y el castigo para los delitos contra la administración pública sean del mismo nivel de Singapur o China, podríamos considerar subir el IVA al 25% como en Dinamarca, Suecia y Noruega, y así contar con esos niveles de vida que nos merecemos y que tanta falta nos hacen, mientras tanto… Al carajo con el IVA.
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