Por: Paola Guarín/ En los últimos días se habla de temas tangenciales como la nueva Ley de Financiamiento con la que salta al estrellato el gobierno del doctor Iván Duque y su escudero Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla; proponiendo afectar con el IVA los artículos de la canasta familiar y la venta de vivienda usada, entre otros.
Sin embargo, en poco o en nada se ha pronunciado el ejecutivo como los diferentes agremiaciones obreras y económicas sobre un aspecto primordial de la economía, que a mi parecer afecta el costo de vida de los ciudadanos en todos sus estratos sociales: El salario mínimo mensual legal para el año 2019.
En esencia el Artículo 146 del Código Sustantivo del Trabajo, el salario mínimo deberá tomar en cuenta el costo de la vida, los patrones laborales, capacidad económica de los negocios y empleadores y las condiciones de cada región y actividad, así mismo su Artículo 142, indica que los salarios mínimos para trabajadores del campo deben tomar en cuenta las prestaciones que da el empleador a los empleados en cuanto a habitación, cultivo, combustible y circunstancias similares que reducen el costo de la vida.
Los aumentos del salario mínimo han estado atados a dos variables: Inflación causada y la productividad. Para el año 2017 se estimó un incremento en el salario mínimo del 7%, esto es tres puntos porcentuales por encima de la inflación causada en 2017 que fue de 4,09%. Sin embargo en el mes de agosto del año en curso, el senador de la bancada del Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez, radicó un proyecto de ley, donde busca entro otros aspectos, facultar al presidente Duque para decretar un incremento salarial adicional, pero en este orden no se conocen con exactitud cuántos puntos porcentuales se podrán decretar, sin generar mayores presiones inflacionarias.
Uribe sostiene que para evitar presiones inflacionarias que puedan anular el efecto de este aumento extraordinario «se propone que inicialmente se ahorre en los fondos de cesantías para que este no salga a la corriente monetaria», como a su vez afirmó que «necesitamos crear empleos de calidad y por eso se ha propuesto bajar los impuestos a las empresas y al mismo tiempo dar garantías de estabilidad para mejorarla remuneración de los trabajadores».
Ahora bien, en cifras, podemos concluir que en los últimos año el incremento del salario mínimo mensual se refleja en cifras de la siguiente manera: 2015 (4,60%); 2016 (7%); 2017 (7%) y por ultimo pero no menos importante 2018 (5,90%).
Como ponemos analizar, los incrementos históricos del salario mínimo en Colombia versus los valores históricos de la inflación, denotan que mantener un equilibro entre estos dos indicadores no siempre favorece a la clase obrera o en el caso global al sector del proletariado.
De nada sirve hablar de una Ley de Financiamiento, la cual es impulsaba con fervor por el actual Ministro de Hacienda y el recién posesionado Presidente de la Republica, cuando se excluye o deja de lado el aumento del salario mínimo mensual como un tema de última instancia, pues si bien es cierto, dicho asunto se debate en la agenda ejecutiva sobre mediados del mes de diciembre, no está de más traerlo a modo de discusión, para así respetar las garantías básicas de quienes en ultimas con sus ingresos deben solventar una Ley de Financiamiento con un diezmado salario mínimo mensual que a hoy se traduce a $781.242, es decir en $242 dólares.
Si bien la economía de un país se evalúa por la calidad de vida que ostentan sus ciudadanos en todos los sectores y estratos, está claro la manera premeditada por el actuar del gobierno nacional en impulsar si o si una la Ley de Financiamiento, donde según el análisis global, las más beneficiadas con esta ley son las grandes empresas pues se plantea reducir la tarifa corporativa de alrededor de 33%, ampliar la base de declaración de ingresos, reformar la DIAN y penalizar con cárcel a todos los evasores de impuestos en el país entre otros aspectos.
A modo de reflexión, lo idealmente correcto sería crear equilibrio económico entre salario, inflación y la denotada escala de impuestos cuyas contribuciones muy a mi pesar van en aumento, sin resistirme a traer a colación lo expuesto por Jaume Perich (escritor, dibujante y humorista español) quien indico que “nuestro sistema fiscal es una maravilla: El que tiene más, paga más y el que tiene menos también paga más”, pese a que nuestra realidad colombiana quiera ilustrar otras intenciones.
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