El resultado de aceptar un pensamiento distinto y de ser capaz de intercambiar puntos de vistas, se le llama tolerancia, esa que hace tanta falta en nuestro país.
Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Crecí con los dichos sabios de los abuelos, recuerdo cuando le contaba mis problemillas a mi madre en una de sus respuestas usaba este dicho. “Mijo el que mucho se agacho hasta el rabo se le vio” y remataba con un “no sea pendejo mijo”, con ello me quería decir que uno debe tener carácter, entereza, firmeza, para defender sus ideas y principios.
Ahora bien, no se trata de estar imponiendo lo que uno quiere, se trata de tomar posiciones, defenderlas y negociar, buscando el famoso resultado del gana – gana, tampoco incurrir en un hecho que a la postre nos perjudicaría y es que para que se aprueben nuestras ideas, o lograr lo que queremos, ceder a todo lo que nos pida la contraparte, es decir agacharnos mucho; poco me gusta involucrar aspectos políticos, pero en materia de negociaciones, todos absolutamente a todos los políticos de nuestro país se les ha visto el rabo de tanto agacharse.
El estar complaciendo a los demás, y no hacer lo que queremos realmente, nos conduce a sentirnos mal con nosotros mismos, de hecho, podemos llegar a creer que no valemos para nada, que no tenemos cualidades, ni ningún potencial y poco a poco la autoestima se ve mermada, es que estar haciendo siempre lo que los demás quieren tiene un precio y significa: renunciar a nuestros deseos y aspiraciones, esto nos lleva a experimentar continuamente un sentimiento de fracaso por lo que pudo haber sido, pero no fue, por la acumulación de sueños rotos e ilusiones perdidas, evitemos quebrarnos siendo flexibles.
En el continuo trasegar de la vida vamos a encontrar personas que no van a estar de acuerdo con todo lo que hagamos o digamos, asimilemos eso, si lo hacemos perderemos el miedo a no ser aceptados, esto hará que nos sintamos libres, que afrontemos y enfrentemos el miedo a las críticas y seamos nosotros mismos, todo lo que otros nos digan, son solo opiniones, tengamos presente que uno está tan expuesto a la crítica como a la gripe.
Es importante para debatir y exponer nuestras ideas, recordar que las aguas calmas pueden dejar de serlo si perdemos la humildad, tengamos presente que estamos dando una opinión, basada en nuestros principios, creencias o conocimientos, y siempre dejándola abierta al diálogo, si no lo hacemos así, puede parecer que estemos dando órdenes para que se ejecuten.
Para lograr que nuestras ideas, nuestras propuestas sean escuchadas y además aprobadas o tener una buena convivencia con quienes nos relacionamos, tenemos que empezar primero por tener presente la hermosa palabra: respeto, el conjugar este verbo nos dará un gran resultado en toda relación, negociación e intercambio de opiniones, lo cual indica que le tenemos consideración a la otra persona, el respeto se demuestra, en la forma que hablamos, escribimos, vestimos y actuamos, recordemos que cada vez que interactuemos con otra persona habrá cientos de formas de mostrar respeto.
Respetar el punto de vista ajeno, implica aceptar que otra persona tiene el derecho de pensar o actuar de modo distinto y por lo tanto no es necesario obligar, agredir, insultar, burlar, gritar, asustar y un largo etcétera de acciones que tiene como finalidad influir en el otro para que cambie de opinión de manera forzada.
El resultado de aceptar un pensamiento distinto y de ser capaz de intercambiar puntos de vistas, se le llama tolerancia, esa que hace tanta falta en nuestro país, y en nuestra sociedad, si no somos capaces de aceptar una opinión distinta, o de comprender al otro sencillamente somos intolerantes.
El famoso “mi punto de vista”, sí, ese que cuando nos reclaman o preguntan algo respondemos y acentuado: “mi punto de vista es” y eso está bien, porque cada uno de nosotros tiene opiniones firmes sobre diferentes aspectos, algunas de esas creencias son heredadas, otras son el resultado de experiencias personales, algunas veces porque la idea es popular y unas cuantas “porque sí”, pues simplemente a veces se nos da la gana de pensar de cierto modo, y eso está bien, de hecho, cada ser humano goza de un “libre albedrío” que incluye acciones y pensamientos, el “libre albedrío” no es “libertinaje” pero tampoco es la autorización para actuar en contra de la ley.
El problema surge cuando diferentes opiniones o “puntos de vistas” chocan entre sí, cuando esto ocurre deja ver las cualidades de quienes interactúan, ¿se respetarán?, ¿serán tolerantes?, ¿aceptarán que existe la posibilidad de una opinión distinta? es que en oportunidades no se puede evitar confrontar opiniones distintas, es inevitable, sin embargo, se debe aprender a defender nuestra postura apropiadamente y con respeto, sin elevar la voz, generalmente quien grita en una discusión es porque sabe que está perdiendo, una voz calmada, mostrando seguridad serán puntos a favor y estaríamos promoviendo la paz y siendo respetuosos.
Fijemos nuestra posición sin groserías, sin malas palabras, quienes las usan demuestran la falta de vocabulario que a su vez es indicio de falta de dominio del tema a tratar, también es importante tener un buen lenguaje corporal, señalar con la mano, brazos cerrados, mentón hacia arriba, gesticular la boca de un lado hacia otro, subir los ojos hacia arriba y mover el pie golpeándolo con el suelo rápidamente; son algunos gestos que indican incomodidad e intolerancia, con ello mostramos que no nos interesa en absoluto una opinión ajena.
No debemos tampoco convertirnos en personas esquivas que, esas que a toda hora, están evitando cualquier tipo de contacto con quienes adversan en pensamiento con ellos, o convertirnos en los peleadores que les encanta aprovechar cualquier oportunidad para discutir y pelear, a veces solo a nivel conversacional, e incluso incluyendo en agresiones físicas, hay quienes incurren en una conducta peligrosa, agresiva y radical, no aceptan que existan personas que opinen distinto a ellos, es más los buscan y los agreden física y psicológicamente.
Hay un campo difícil de abordar en un intercambio de opiniones y es la religión, resulta difícil de entender como a pesar de que la mayoría de los que afirman pertenecer a una religión que además creen en un Dios de Amor, lamentablemente en nombre de ese Dios aplastan y persiguen a quienes no pertenecen a la misma organización religiosa o piensan diferente, pero irónicamente creen en ese mismo Dios, ¿paradójico no?
El otro tema es política, no importa el tipo de gobierno que este en ese momento en el poder, siempre habrá fanáticos, y lamentablemente el gobierno de turno siempre va usar su poder y recursos para lograr cambiar la ideología de los demás, por ello política y religión, es el peor caso de intolerancia que puede ocurrir, “el respeto” no comienza en los demás, inicia en nosotros, no podemos exigirlo sino lo hemos dado, cuando todos lo comprendamos comenzará un cambio en el mundo.
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*Profesional en Mercadeo
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