Por: Adriana María Barba/ Esta semana se hizo muy popular hablar del desastre ecológico del Río Cauca. Todo va por modas, parece ser…
El Río Cauca es el segundo río más importante de Colombia después del Magdalena. En su recorrido entre la cordillera central y occidental pasa por más de 180 municipios por los departamentos de Sucre, Cauca, Risaralda, Valle del Cauca, Antioquia y Bolívar. En otras palabras, sus más de 900 km son lo suficientemente importantes para que los colombianos se preocupen cuando se ve en peligro su caudal. Lo que no ha sido el caso con los míseros 168 km del implacablemente destruido e ignorado Río Bogotá o muchas otras vertientes de agua más pequeñas en Colombia que se ven dañadas, contaminadas y progresivamente extinguidas casi a diario en el país ¿Será que es todo cuestión de tamaño?
El clamor de las redes y las noticias era un unísono: ¡Tenemos que salvar el planeta! Y yo estoy segura que la tierra no necesita de nosotros para salvarse. En los más de 400 millones de años de historia natural lo nuevo en la tierra somos los humanos, no la tierra misma y mucho menos el agua, que estaba en el planeta aún antes que la vida hace unos 4000 miles de millones de años.
En el típico egocentrismo humano pretendemos atrevernos a pensar que la salvación (óigame usted el complejo de dioses del universo) de la tierra depende de nosotros, cuando está bastante documentado por la ciencia que cuando el planeta experimenta desequilibrios, el mismo encuentra la manera de ajustarse y de ser necesario de forma abrupta y en corto tiempo. ¿Le suena a alguien el final de la era de hielo? Y no me refiero a la película animada.
Lo que es cierto es que cómo especie dentro del planeta, nos comportamos cómo un virus dentro de un cuerpo. Un virus es cien veces más pequeño que una célula, unidad a la que ataca para alimentarse, infectándola y secuestrando la maquinaria de replicación de la célula para hacer más virus y saliendo de ella una vez la ha destruido completamente en búsqueda de más células sanas para alimentarse hasta destruirlas.
Las similitudes no son pocas en lo que se refiere a agricultura industrializada, deforestación y sobrepoblación.
Pero a diferencia de un cuerpo que puede ser totalmente destruido por un virus, el planeta ha pasado por ciclos por miles de millones de años y una vez se encuentra al punto de colapso busca la manera de equilibrarse de nuevo, incluso si la restauración de ese equilibrio requiere la eliminación de las especies viviendo en el planeta.
El planeta no necesita que lo salvemos, los que nos tenemos que salvar somos nosotros mismos.
Es muy fácil criticar una catástrofe cómo la del río Cauca una vez ha sucedido, pero cómo serían las cosas si nos responsabilizamos por la parte que nos corresponde para evitar circunstancias cómo estas, y usted entonces me pregunta: ¿yo puedo ayudar a evitar situaciones como la de Hidroituango? Y acá le respondo en tres tips cómo:
1- ¿Come cereal por las mañanas? ¿Sabe si uno de los ingredientes de su cereal es aceite de palma?
Le invito a buscar en Google los efectos de la deforestación causados por los cultivos de aceite de palma y de verdad creo que tirará a la basura la última caja de chocokrispies que le queda y no volverá a consumir más ningún producto que lo contenga.
2- ¿Separa las basuras y usa las orgánicas como abono?
Creo que a estas alturas ya no es necesario que le explique porque debe hacerlo y cómo afecta esto las aguas del planeta.
3- ¿Utiliza los recipientes de plástico más de una vez, los recicla y en lo posible los evita?
¿Sabe que la isla de plástico que está en el Océano Pacífico es del tamaño de la superficie de Francia? Si eso no le preocupa y no lo hace pensar cuando en el recipiente en él se tome su próxima bebida gaseosa, no sé qué decirle. Al final toda esa basura va al agua.
Dependiendo de su nivel de compromiso con su supervivencia en el planeta puede hacer más o menos cosas. Pero una cosa es cierta: Lo que sea que haga o deje de hacer lo afecta directamente a usted, el planeta seguirá estando, con nosotros o sin nosotros, cómo lo ha sabido estar hace miles de millones de años.
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