Por: Diego Ruiz Thorrens/ El alcalde de la ciudad de Bucaramanga, Ingeniero Rodolfo Hernández, no deja de sorprender al país. Lo consigue no precisamente por alguna proeza en favor de la ciudad que dice gobernar (dónde la impresión ciudadana en temas como la seguridad en las calles, por ejemplo, es cada vez de más preocupante) o por haber alcanzado algún mérito positivo que dé cara por su administración.
Nada de eso. Por enésima vez y en el nombre de lo que él entiende como una manifestación de ‘la verdad que hay que decir sin pelos en la lengua’, el popular Alcalde sale (una vez más) con uno de sus más brutales ataques dirigido hacia un segmento poblacional residente en Bucaramanga: la población migrante del vecino país. Para éste caso, las Mujeres Venezolanas que han llevado a feliz término su embarazo (o que se encuentran en la actualidad en gestación) y que han sido (o son) atendidas en los distintos puestos del Instituto Municipal de Salud – ISABU.
No es mi objetivo retomar aquí las palabras del señor Hernández. En cambio, sí deseo resaltar el peligrosísimo efecto de lo expresado por él (donde una vez más dejan mal parado al Ingeniero) y el monstruoso respaldo que ha recibido el machismo recalcitrante del burgomaestre.
El mandatario, en vez de proponer acciones de protección que contrarresten la vulnerabilidad que muchas mujeres venezolanas viven en las calles y parques de nuestra ciudad o de poner ejemplo en la defensa de todas las Mujeres midiendo y calculando sus palabras, las expulsa a bocajarro sin importar el efecto ni las consecuencias de las mismas.
Para comprender la lógica machista y misógina del Ingeniero Hernández debemos revisar la desafortunada visión retrógrada de muchos hombres y mujeres “de bien” de nuestro departamento, dónde tristemente piensan que si una mujer queda embarazada, especialmente si hablamos de una mujer pobre y/o vulnerable, lo hace porque es una “desvergonzada” o en caso más extremos, una “puta” (Facebook, Febrero 11, 2019).
Ésta aseveración ha quedado infamemente grabada en diversos foros a lo largo y ancho de las redes sociales, lo que termina siendo una señal del peligro que debemos transformar, pero cada día naturaliza la violencia contra las poblaciones más vulnerables, en especial, las Mujeres.
Muchas personas justifican la violencia verbal del ingeniero Hernández como su máxima de ser un hombre que hace prevaler su “espíritu frentero”, siendo ésta en realidad no otra cosa que su innegable dificultad para revisar y medir sus actos, lo cual es totalmente inaceptable.
Cada vez que el Ingeniero Hernández dice o hace algo que denota violencia, cientos de usuarios en cibernautas salen como militantes a defender sus argumentos, dejando atrás la posibilidad de realizar una concienzuda reflexión sobre el impacto de las mismas, y de paso, aferrando al Alcalde, con mayor y violenta vehemencia, al error de lo expresado.
Su “visión” particular de la situación que viven a diario las Mujeres Venezolanas residentes en nuestra ciudad debería preocuparnos a todos, especialmente, por la validación a la violencia que conllevan sus palabras ¿Será que al Alcalde olvida que Bucaramanga sigue llevando el lastre de ser una ciudad con altas cifras de violencia contra la Mujer en el país?
Muchos quizás pensarán que lo que expresa el Ingeniero Hernández es “la verdad y nada más que la verdad”. Si usted es uno de ellos, quizá no tiene presente que al Alcalde le cuesta mencionar que nuestra ciudad, esa misma que alguna vez mencionó como “amigable con la población Venezolana”, no cuenta con ningún tipo de estrategia de prevención en salud, o de promoción en derechos sexuales y reproductivos efectivos (muchas veces, ni siquiera para las connacionales) que ayuden a empoderar a esas mujeres que ahora ataca, brindándoles herramientas que ayuden a tomar la mejor decisión sobre si desean o no desean un embarazo.
Mucho menos existe la posibilidad de brindarles acompañamiento cuando la vida de muchas de estas Mujeres está en riesgo y su integridad física como emocional comprometida, a excepción que el caso se desborde y que estas mujeres necesiten el acompañamiento de la Defensoría del Pueblo o de la Personería de Bucaramanga, o en casos extremos, de los servicios de urgencias de los hospitales públicos (que son los únicos disponibles para población Venezolana sin PEP o Permiso Especial de Permanencia).
La propuesta del Alcalde sobre “el uso de anticonceptivos” para no quedar embarazadas, es a mi parecer la más descabellada, sínica y violenta de todas. Pareciera que el Alcalde nunca se ha tomado la modestia de recorrer las calles de su ciudad, y de paso, observar cómo la guerrean muchas de éstas mujeres. Esto, sin contar que cada mujer es libre de (re)iniciar su vida y de disfrutar de su sexualidad como mejor les plazca.
Pero si verdaderamente el problema es que ellas se “están convirtiendo en una fábrica para crear chinitos pobres” como expresó, el burgomaestre debería primero cuestionarse cuáles son las opciones o garantías que les ofrece su administración: las opciones en salud son inexistentes, nulas, puesto que no existen mecanismos de protección y prevención de embarazos, pruebas que identifiquen ITS, pruebas voluntarias para VIH y mucho menos se realizan la activación de protocolos cuando hablamos de un embarazo no deseado.
Eso, sin hablar de la no existencia de posibilidades en la realización de citologías y prevención de cáncer de cuello uterino.
Para el Alcalde de Bucaramanga pareciera que su “lógica, ética y estética” girase alrededor de administrar la ciudad como una empresa que debe demostrar resultados de gestión, potenciando aquellos factores que le brinden mayores ganancias y dividendos, descartando de tajo aquellos factores que no prometen los resultados económicos esperados (o que quizá piensa que son inútiles) como son los programas sociales o de atención humanitaria.
“Que usen anticonceptivos para evitar el embarazo”, dice a la ligera el mandatario. Esa frase, aparte de machista, es horriblemente irresponsable, y vierte toda la responsabilidad del embarazo (deseado o no deseado) en la Mujer, dejando de lado la parte de responsabilidad institucional que a él le compete.
Pareciera que los violentos argumentos del Alcalde de Bucaramanga no fueran sino su forma de desentenderse de la responsabilidad que tiene con temas que son coyunturales para nuestra ciudad y el bienestar de sus pobladores.
Es hora que la Administración de Bucaramanga esté presta a la población migrante no solo por medio de declaraciones que al final promueven y aumentan el odio y la xenofobia, y que ponen en riesgo la vida de muchas mujeres venezolanas. Es hora que el Alcalde realice lo que muchos empresarios han realizado: gestión en pro del bienestar de toda la ciudad, tanto para el bien de connacionales como de población Venezolana viviendo en Bucaramanga.
Y a todas y cada una de las personas que estén leyendo éste artículo: no caigamos en el juego de la polarización y de salidas fáciles que al final no tienen ningún tipo de asidero. Es fácil juzgar la situación que viven otros. Difícil, aportar a la transformación de esa realidad, especialmente cuando al final el resultado será en pro del bienestar de todos nosotros.
Twitter: @Diego10T