Por: Ronald Picón Sarmiento/ La pedida de disculpas del precandidato presidencial y exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, por apoyar a Juan Carlos Cárdenas para llegar a la Alcaldía de la capital santandereana se suma a una lista de errores que se le perdonan al ingeniero.
Primero le pegó a un concejal. Esto en lugar de afectar la imagen del entonces alcalde, lo proyectó a nivel nacional; hasta el punto de que se someterá a una consulta con Gustavo Petro para consolidar una candidatura conjunta para las elecciones presidenciales del 2022. Ahora, es un adalid anticorrupción que no tiene más discurso. No habla de economía, salud, infraestructura; todo se reduce a una palabra y una cifra sin contrastar: la corrupción y que se roban 50 billones anuales. Pare de contar y de escuchar.
Con esa premisa subió al actual alcalde. Según él, para terminar de hundir la clase política que tenía hundida a la ciudad bonita. Sin embargo, Cárdenas ha ido mostrando los dientes. En el transcurso de esta semana, se descubrió que varios de sus funcionarios de gobierno han colocado a sus novias en contratos con la ciudad. Tanto que hablan de nepotismo y corrupción que se lo aprendieron con creces. El que predica, poco aplica para este caso.
Pero eso es lo de menos, resulta que su heredero al trono de líder anticorrupción regional no solo salió corrupto, sino que además ineficiente. La inseguridad ha crecido exponencialmente en Bucaramanga, el manejo de la pandemia y la infraestructura vial ha aumentado el embotellamiento; que ya era insostenible desde antes, pero que, en lugar de mejorar, desmejoró con la llegada de Cárdenas.
Ahora, menos de un año después y con un ojo puesto en el año electoral que viene, pide perdón a los ciudadanos por apoyar la candidatura del actual mandatario. ¿Perdón y olvido? No.
En política los errores deben tener castigo. Solo por el hecho de que esta influye directamente en la vida de cada uno de los ciudadanos: en seguridad y en economía, sobre todo; para no hablar ya de los demás matices que se desprenden.
Sin embargo, parece que al ciudadano le importa más que el servidor público se vea progresista y que represente la ‘antipolítica’; que salga en cicla a marchar contra la megaminería en el Páramo de Santurbán, mientras la ciudad se cae a pedazos. Pero eso sí, la están ‘salvando’ de los políticos tradicionales.
Que Rodolfo Hernández saldó las cuentas de la ciudad, pero ¿qué más hizo? Además de estar rodeado de polémica tras polémica. Habilitó ciclorrutas que nadie usa para aparentar agenda verde, sin tener en cuenta la cultura ciudadana; también se saltó los límites de sus funciones, desacomodó las oficinas de tránsito, adjudicó contratos sin el debido proceso y en general desconoció las reglamentaciones administrativas que lo llevaron a ser investigado por la Procuraduría General de la nación. Pero hay quien dice que es el mejor alcalde que ha tenido la ciudad y lo quieren de presidente. Un presidente autoritario y populista, imagino yo. Pero como es simpático todo se le perdona: “pero es que el me pegó en el corazoncito”, se justificó en una entrevista con Vicky Dávila cuando le preguntaron por qué le había pegado al concejal John Claro; todo un ejemplo de nueva política: populismo que llaman.
Ayer, viendo el primer debate presidencial de Estados Unidos, se me vino a la mente una epifanía: vamos camino al despeñadero si perdonamos mirando caras, partidos y prejuicios. No, esa forma pasional de hacer política terminará por llevar al Mundo, a Colombia y a Santander a una crisis guiada por la ineficiencia en la administración.
Así que disculpa aceptada, perdonado; sin embargo, no habrá olvido. No podemos confiar el estado en manos de quien ha demostrado no tener criterio para manejarlo ni visión de lo que debe ser.
*Abogado, Especialista en Derecho Penal, Especialista en Derecho Procesal Penal y Magister en Derecho Penal y Procesal Penal.
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