Por: Diana Ximena Carreño Mayorga/ En consulta, muchos de mis usuarios atendidos llegan con una necesidad latente de solucionar una situación de su vida cotidiana. Entiendo que los objetivos terapéuticos buscan resolver de la mejor manera las problemáticas de nuestro día a día, sin embargo, el proceso psicoterapéutico refiere que, en una línea del tiempo la persona traslade sus recuerdos a los primeros años de vida hasta llegar a la edad presente, en el proceso de este dialogo socrático.
Como terapeuta voy indagando, conociendo las experiencias de vida y generalizadamente, voy dándole significado a las conductas aprendidas, esquemas maladaptativos en función de las experiencias traumáticas, la construcción de esquemas mentales y las herramientas de afrontamiento utilizadas ante las situaciones vividas.
Para que esto suceda, antes de iniciar la primera sesión, es importante aclararles que se encuentran en un lugar seguro, donde cada palabra que se diga desde la confidencialidad será nombrada y usada únicamente con fines terapéuticos.
Ahora bien, para mi lo más importante es crear un ambiente terapéutico de confianza porque esto me garantizará el éxito en las sesiones, por lo tanto, manifiesto que el límite de tiempo es de mínimo 1 hora, no habrá afán de terminar o extendernos un poco más, la idea es que de ahí en adelante se construya un espacio tranquilo de trabajo interno. Con esto transmito una sensación de satisfacción al hacerles saber que mi atención está focalizada realmente a escuchar, a entender y a retroalimentar.
Ahora bien, después de contarles un poco sobre mi atención psicológica con enfoque cognitivo conductual, quiero llegar al momento en que realmente empieza el trabajo terapéutico y los ejercicios de introspección realizados por los usuaries. Hay un término muy importante con el que la mayoría de las veces empiezo a trabajar.
Al tener una visión generalizada de todas las personas que he atendido a lo largo de mi vida, concluyo que es un buen punto de partida y en carencia se encuentra por diferentes motivos en función de las experiencias vividas: El autoconcepto percibido, más conocido como autoestima.
Cuando existe una alta autoestima o un autoconcepto percibido positivo, se adquieren herramientas protectoras y mecanismos de afrontamiento ante las diferentes situaciones negativas asociadas a la exposición de los riesgos que demanda conocernos, socializar e interactuar en los diferentes ámbitos de la vida e Interrelacionamientos afectivos.
Dentro de esta premisa, el trabajo de las creencias y pensamientos es fundamental para la mejora del autoconcepto. Es aquí donde la sensatez y el cambio que quiere ver reflejado en si mismo el sujeto, se demuestra con el trabajo en terapia o en casa.
Para continuar con este primer acercamiento de, ¿cómo mejorar mi autoconcepto? Desde un modelo jerárquico y multidimensional del autoconcepto lo primero entonces es, reflexionar y exteriorizar sobre nuestras creencias y pensamientos, lo segundo es direccionarlos a los diferentes ámbitos de la vida. Para esto, coges un lápiz y papel y empezarás a identificarte en las diferentes estructuras internas de los dominios que son las que nombraré a continuación.
Las dimensiones del autoconcepto físico, es decir, que pienso de mi cuerpo, de mis extremidades, ¿cuáles son las creencias que tengo de mi figura?, ¿por qué mis defectos son relativos ante mi interacción con los demás y conmigo misma(o)?, y en sí, todo lo que se pueda decir de este y los siguientes.
Continuando con el trabajo, se encuentra la la dimensión del autoconcepto personal que se entiende como la autopercepción de los valores interiores del sujeto, su sentimiento de adecuación como persona y la valoración de su personalidad independientemente de su físico y de sus relaciones con los otros.
En tercera instancia se reflexiona y se exterioriza sobre cómo está estructurado el autoconcepto social que responde a una concepción unidimensional de estructuras mentales las cuales permiten construir una visión global de sí mismas, las habilidades sociales con las que interactuamos y la importancia de reconocerse desde estos constructos adquiridos. ¿Cómo me relaciono? ¿Por qué me relaciono de esta manera? ¿Qué pienso de la sociedad? ¿Cómo elijo mis espacios de interacción social y en función de qué hago esta selección? entre otras preguntas que internamente desde tu análisis quisieras resolver.
Por último, la importancia concedida al autoconcepto académico en la investigación educativa es enorme respondiendo a la presunción de que no se puede entender la conducta escolar sin considerar las percepciones que el sujeto tiene de sí mismo y, en particular, de su propia competencia académica.
Para iniciar a trabajar sobre nuestro autoconcepto lo más importante por supuesto, es conocernos, y estos primeros pasos se convierten en lo esencial para comenzar a trabajar el extenso camino de conocernos, trabajar por nuestro ser interior y poder adaptarnos de la mejor manera a esta experiencia llamada vida.
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*Psicóloga del Programa de Diversidad Sexual y Población LGBTIQ+ de la Secretaria de Desarrollo Social, alcaldía de Bucaramanga.