Por: Manuel Fernando Silva Tarazona/ La derecha, como ya es tradición, llega fracturada, peleando más entre ellos que contra sus rivales. Mientras tanto, la izquierda disfruta el momento, cohesionada y estratégica, sabiendo que los desastrosos gobiernos de derecha han sido su mejor campaña. En el centro del tablero político, la supuesta alternativa se difumina, secuestrada por las mismas prácticas corruptas que tanto prometieron combatir.
La derecha: divididos, pero con la campaña perfecta
Es casi un chiste que la derecha, con su interminable lista de egos inflados, insista en lanzar varios candidatos. Uribistas, conservadores, independientes de ocasión y hasta supuestos «renovadores» aparecen como opciones, pero ninguno parece conectar con la realidad de un país cansado de más de lo mismo.
El Centro Democrático sigue atrapado en el fantasma de Álvaro Uribe. Aunque ya no mueve masas como antes, su sombra es tan pesada que no permite que nadie brille con luz propia. Por otro lado, los conservadores juegan su papel de siempre: lanzar nombres insípidos que no despiertan pasiones ni dentro de sus propios círculos. Y, como si esto fuera poco, los oportunistas de turno aparecen con sus discursos reciclados, prometiendo lo que saben que no pueden cumplir.
Sin embargo, hay algo que nadie puede negar: la derecha tiene en Gustavo Petro su mejor campaña. Los errores, las crisis y los escándalos de este gobierno son el combustible perfecto para un discurso de “te lo dije”. Pero el problema no es lo que puedan decir, sino cómo lo dicen. Entre tantos candidatos, su mensaje se diluye y pierde fuerza. La derecha tiene el argumento, pero no el mensajero.
La izquierda: Unida gracias a la derecha
Si algo aprendió la izquierda es que la unidad es su mejor arma. Después de décadas de divisiones internas, entendieron que solo así podían ganar. Y vaya si lo lograron en 2022. Ahora, con la lección aprendida, se preparan para repetir la fórmula en 2026.
Lo irónico es que su mejor campaña no la han hecho ellos mismos, sino los pésimos gobiernos de derecha que precedieron a Petro. La corrupción, el clientelismo y la desconexión de esos gobiernos con las necesidades de la gente fueron el terreno fértil para que la izquierda llegara al poder. Y aunque el actual gobierno de Petro deja mucho que desear en términos de resultados, su capacidad para mantener a su coalición unida es innegable.
Mientras la derecha se desangra en peleas internas, la izquierda se presenta como un bloque sólido. A pesar de sus propias tensiones, entienden que el poder se mantiene sumando, no restando. Petro, con todos sus errores, todavía tiene el capital político para posicionar a su sucesor o sucesora, y eso es algo que la derecha parece incapaz de contrarrestar.
El centro: un sueño cada vez más lejano
En este panorama polarizado, el centro debería ser la esperanza, pero, lamentablemente, sigue siendo una promesa incumplida. Los que se autodenominan “de centro” no son más que versiones maquilladas de los mismos políticos de siempre. Lo que el país necesita es un movimiento auténtico, lejos de las maquinarias tradicionales y del cáncer de la corrupción.
Un centro renovado podría ser el punto de encuentro para los millones de colombianos que están cansados de elegir entre el “menos peor”. Pero para eso se necesita un liderazgo fresco, honesto y, sobre todo, valiente. Por ahora, ese liderazgo no existe.
Vicky: ¿Una outsider que viene de adentro?
La misma que hace nada era la directora de la revista Semana, la cual es la revista más comprensiva con el gobierno Duque y con todos los anteriores, pero con el gobierno Petro fue la más crítica con este mismo, lo cual aplaudo pero me genera dudas frente a esta decisión de ser candidata presidencial quien dirigió todos estos titulares en contra del gobierno actual.
La gente no es ingenua, y la desconfianza abunda. ¿Qué motivó este cambio radical? ¿Convicciones personales o intereses de terceros? ¿Está aquí para renovar el panorama político o simplemente para jugar un papel que alguien más ha diseñado? En cualquier caso, Dávila tendrá que lidiar con un electorado que mira con lupa cada uno de sus movimientos, especialmente quienes recuerdan su paso por el periodismo como una plataforma de constante confrontación.
La misma historia de siempre
Así, el 2026 se perfila como otra elección marcada por los mismos errores de siempre. La derecha llega desorganizada, pero con un gobierno saliente que tiene mas dudas que respuestas y eso lo pueden usar a su favor. La izquierda llega unida, o eso parece porque donde no estén unidos se quemaran políticamente. Y el centro ahí existiendo pero sin ninguna importancia alguna
El verdadero problema no son solo los candidatos, sino un sistema político que prioriza el poder sobre el bienestar de la gente. Mientras sigamos atrapados entre extremos, Colombia seguirá jugando un juego perdido.
¿Será este el momento en que despertemos y exijamos algo diferente? ¿O simplemente volveremos a elegir entre los mismos de siempre, esperando milagros que nunca llegan? La respuesta, como siempre, está en nuestras manos. Pero, con cada elección, parece que esas manos pesan más y deciden menos.
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*Estudiante
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