Por: Diana Ximena Carreño Mayorga/ Es precisamente en este contexto donde se desarrolla y crece la violencia … a partir del privilegio, el rol del hombre y el sistema patriarcal que lo acoge, perpetuando las diferentes formas de violencia e incluso la complicidad y negligencia existente en la impunidad de delitos.
El patriarcado se debe analizar, observar e indagar en aquellas dinámicas relacionales que se han venido apoyando y reforzando casi desde el nacimiento de cada ser al que llegamos a intervenir. Esta compleja situación situada, normalizada y a la vez sostenida por las mismas mujeres que, por temor, abandono, traumas o dependencias de todo tipo, deciden a toda costa, ser parte del problema y no de la solución.
Por medio de la experiencia vivida y la intervención en estos contextos y dinámicas es importante que los agentes de salud mental y transformación social reflexionemos metafóricamente como si la cuestión fuera escuchar música … ¿Qué es lo que escucho? ¿cómo lo escucho? ¿por qué lo escucho así? Nosotras como interventoras tenemos la misión/deber de pensarnos desde la neutralidad, sin caer en la sumisión o la falta de sentido crítico; hago referencia es precisamente a esto: la necesidad de intervenir sin prejuicios y/o estereotipos, o involucrando creencias propias.
Cuando hago referencia a neutralidad es precisamente al saber sentir al otro, con apertura a reflexionar para intervenir desde las fibras y la vibra que esta persona o colectivo me quieren transmitir. Es aprender a brindar las mejores herramientas de intervención desde un pensamiento crítico y empírico, sí, pero también desde las formas de vivir, de expresarse, de reflexionar, de conocer de cerca sin bloqueos o sesgos personales -que permite trabajar en el ser como agente neutro- la construcción de vida de cada persona o sociedad que impactamos pero sobre todo, desde mi perspectiva y análisis de lo aprendido: desde el reconocimiento y la escucha activa de los cuerpos sintientes y heridos que tienen pulsiones del vivir diferente o vivir mejor.
Hay que tener apertura a toda la experiencia situada, no solamente al conocimiento adquirido y productivo en cada encuentro, sino también a la corporalidad, la gesticulación, las reacciones emocionales y fisiológicas, inclusive las risas, los movimientos, los comentarios, la incomodidad implícita en la intervención como herramienta importante para generar cambios, movilizar sentires y pensamientos. Para mi siempre ha sido importante intervenir darle apertura a transitar la incomodidad, esa sensación negativa que hace querer huir, cerrar, bloquear o apartar.
En muchas ocasiones sucede que los sujetos de intervención son percibidos como clientes o personas que necesitan un cambio desde la rigidez de una profesión cualquiera que no esté interconectada al sentido humano y esto me causa curiosidad, ¿Cómo pueden intervenir netamente sesgados a una teoría donde constantemente necesitan encasillar a las personas para poder brindarles una ‘’solución’’?
Ahora bien, desde mi propia percepción del sujeto de intervención he aprendido desde mis primeros trabajos a intervenir desde la empatía con un enfoque interdisciplinar e integral y es precisamente el perfil de la interventora social que va a permitir transformar sociedad.
Necesitamos más profesionales en intervención, salud mental e interdisciplinario que aprenda a identificar, analizar e intervenir desde la delgada línea de la sensibilidad y el carácter, el pensamiento teórico y empírico, desde los contextos interculturales donde vemos colonizados nuestros cuerpos, nuestro color de piel y lugar de origen. Necesitamos más amor por la transformación en esta sociedad cambiante, desalentadora y propiamente injusta.
La lucha hasta ahora comienza y seguiremos construyendo.
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*Psicóloga del Programa de Diversidad Sexual y Población LGBTIQ+ de la Secretaría de Desarrollo Social, alcaldía de Bucaramanga.