A pesar de que China y Estados Unidos se siguen aplicando aranceles punitivos, el gobierno de Pekín anunció este jueves nuevas negociaciones en octubre, en un contexto en que la guerra comercial ya empieza a afectar a ambas economías.
El anuncio dio un respiro a los mercados bursátiles en Asia.
El principal negociador chino, Liu He, se reunió el jueves con el representante estadounidense par el Comercio, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, indicó el ministro chino de Comercio.
La reunión llega cinco días después de la entrada en vigor de nuevas aranceles mutuos. Estados Unidos aplicará antes de mediados de diciembre aranceles a la casi totalidad de sus intercambios comerciales con China.
China replicó por su parte aumentando los derechos de aduana en 75.000 millones de dólares de productos estadounidenses.
Pekín anunció por otra parte esta semana una queja ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) en reacción a las nuevas sanciones estadounidenses.
El martes la tensión había vuelto a subir entre ambos países. Donald Trump amenazó a Pekín de una guerra comercial si sale reelegido en 2020.
El presidente estadounidense predice una hemorragia de puestos de trabajo en China pero sin tomar en cuenta el hecho de que muchas empresas de su país también sufren las consecuencias de su política proteccionista.
Pero los economistas del Peterson Institute for International Economics, un centro de reflexión con sede en Washington, ponen en duda las afirmaciones de Trump.
Según su informe, el empleo en el sector manufacturero en China cayó el año pasado «pero a un ritmo más lento que en 2014-2017, antes de la imposición de aranceles». «Las destrucciones de empleos directamente atribuibles a la guerra comercial parecen ser mínimas», apunta el estudio.
El conflicto comercial entre Pekín y Washington empezó el año pasado y está amenazando el crecimiento de las dos principales economías mundiales.
«La escalada progresiva pero continua del desacuerdo comercial entre China y Estados Unidos ya perjudica la actividad económica» en esos dos países y en el resto del mundo, advirtió George Zhu, de la agencia de calificación financiera Moody’s.
Varios organismos ya rebajaron en los últimos días las previsiones de crecimiento para China para el año que viene, a menos del 6% (frente al 6,6% de 2018), lo que sería el ritmo de crecimiento más lento en casi 30 años.
La actividad manufacturera en China se ralentizó de nuevo en agosto por cuarto año consecutivo, según cifras oficiales, en un contexto de débil demanda interior.
Signo de la presión sobre su economía, Pekín anunció el miércoles nuevas medidas de estímulo tras una reunión presidida por el primer ministro Li Keqiang, en un momento en que China «sufre una presión económica a la baja», como reconoce la agencia oficial Xinhua.
El gobierno chino pidió al banco central que rebaje la proporción de reservas obligatorias de los bancos para facilitar los préstamos a las pequeñas y medianas empresas, las más dinámicas en la creación de empleo pero que no pueden acceder a los créditos, al contrario de los grandes grupos públicos, poco rentables.
En Estados Unidos, varios centenares de empresas y grupos profesionales estadounidenses advirtieron el mes pasado a la administración Trump de su temor a las consecuencias para el empleo en caso de nuevos aranceles a los productos chinos.
La incertidumbre sobre la guerra comercial ya afecta a la actividad del sector manufacturero estadounidense, que se contrajo en agosto por primera vez desde hace tres años.