En la vida, por difícil que sea, inevitablemente se debe lidiar con la pérdida de seres queridos, Estos momentos obligan a enfrentar emociones fuertes que son parte del duelo: la respuesta emocional y psicológica de adaptación tras la pérdida. Según la doctora Pilar Aguirre Lobo-Guerrero, psicóloga adscrita a Colsanitas, “esta experiencia contiene muchas emociones como la tristeza, el miedo, la rabia, la culpa y la angustia”.
La dificultad emocional del duelo puede llegar a causar alteraciones en el sueño y la alimentación, además de irritabilidad y desmotivación. Enfrentarse a estos escenarios requiere de tiempo, paciencia y apoyo para poder superarlos, aunque este apoyo que requerimos puede ser distinto para cada persona. Lo que para algunos funciona, para otros puede ser muy desatinado. El miedo a equivocarse en estos escenarios puede ser contraproducente, pues abstenerse de buscar contacto en momentos de duelo puede ser muy perjudicial.
La empatía y la escucha activa son fundamentales para ayudar a alguien que está pasando por un momento de duelo. Así lo confirma Valeria Gómez, ingeniera tunjana, quien hace poco perdió a su abuela: “Muchas veces solo necesité a alguien con quien pudiera hablar y que me escuchara sin juzgar lo que estaba sintiendo o pensando. Mi abuela murió hace un año, aproximadamente, y, sin duda, ha sido una de las experiencias más difíciles de mi vida. El vacío es enorme”, comenta Valeria. Validar emociones como las que pudo estar atravesando Valeria es de vital importancia. “El papel de la empatía es poder ponerse en el lugar de la otra persona, pero sin quedarse en él, para poder acompañar y apoyar. La escucha activa en el acompañamiento del duelo es esencial porque da un espacio a que el otro exprese sus emociones”, comenta la doctora Aguirre.
Para poder ser empático, se debe comprender el duelo en sí, el cual suele constar de cuatro etapas:
– Negación: El estado de shock y negación puede ser el primero en manifestarse. La sorpresa de una pérdida desorganiza el proyecto de vida, por lo que pueden surgir sentimientos de incredulidad o culpa.
– Crisis: La confusión puede llevar a momentos críticos en los que se pregunta por qué ocurrió la muerte. Acá suelen surgir emociones como rabia y miedo, que llevan a pérdida de energía, descuido de la propia salud y una sensación de falta de sentido en la vida.
– Adaptación: Inicia un proceso de reorganización para ajustarse a la situación. Aunque se pueda sentir impotencia, inseguridad y miedo, inicia la adaptación a la nueva realidad.
– Aceptación: Avanza el proceso de sanación, y se puede experimentar nuevamente optimismo, energía y esperanza. Se empieza a dejar atrás la experiencia dolorosa para abrirle paso a mirar hacia el futuro.
Con esto en mente, podemos dar condolencias más asertivas y menos banales. Según la doctora Aguirre, “evitar cambiar de tema o invalidar sus emociones es esencial en el proceso de sanación”. Frases como “no te preocupes”, o “yo sé exactamente cómo te sientes” pueden ser poco constructivas, En vez de eso, se recomienda utilizar afirmaciones que apelen a expresar emociones reprimidas, como “entiendo que debe ser difícil de aceptar”, o “está bien que tengas rabia, me gustaría ayudarte a llevar este dolor”.
Ayudar de manera práctica, como las labores domésticas o preparación de alimentos, también es una manera válida de dar apoyo, especialmente porque muchas veces en el duelo se descuidan acciones básicas.
No hay una sola forma de vivir el duelo. Distintas actividades pueden brindar alivio emocional, como hacer objetos para recordar al difunto, apelar a la espiritualidad por medio de oración o meditación, o incluso el ejercicio físico. La doctora Aguirre concluye diciendo que “socializar la situación ayuda a comprender la muerte como parte de la vida y aceptarla. Esto normaliza el duelo como un proceso universal y necesario por el que seguramente todos pasaremos y en el que necesitaremos de otros”.