Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P/ Empiezo a escribir esta columna el 13 de junio, soy hincha del América de Cali, sin embargo, he venido reflexionando desde hace un par de días sobre todo lo que ha implicado la presencia del Atlético Bucaramanga en la final del fútbol profesional colombiano. Y, aún más interesante, que haya ganado el primer partido en el Alfonso López.
La primera idea que surge con esta circunstancia es la curiosa importancia que cobra un venezolano como gran director del equipo; Dudamel ha logrado que muchos superen la xenofobia y la estigmatización que ha crecido por varios años a partir de generalizaciones absurdas. Incluso el pasado 31 de mayo el alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán —que no es precisamente el más acogedor con los migrantes— le entregó las llaves de la ciudad.
Ahora bien, la relación de las alcaldías con los equipos de futbol se sumó a mis pensamientos y a esta reflexión. Es pertinente preguntar entonces si se trata de una preocupación sincera o simplemente de una actitud oportunista de parte de los gobernantes para subir en su popularidad. Es apenas obvio, ¿cuánta popularidad puede perder un alcalde que sea apático al futbol cuando el equipo de su ciudad está en una final?, es 14 de junio, sigo escribiendo y la presión de pensar en el partido del domingo aumenta.
Estos días también se han sumado algunos críticos del proceso de Dudamel a la opinión pública, una de las declaraciones más duras, según mi parecer, es la de Carlos Antonio Vélez que se atrevió a decir que el técnico del Bucaramanga “tiene un trastorno de personalidad” situación que genero el rechazo y la indignación de la afición del Bucaramanga y del propio técnico que menciono que Vélez es “persona no grata” por no creer en el proceso del equipo. Además, a toda esta novela se le suma la justificación de Carlos Antonio trayendo a la opinión publica un altercado de más de dos años atrás que habría sido el origen de sus discusiones con el entrenador venezolano.
Hoy ya es el día del tan anhelado partido, aún sigo escribiendo y pensando. Ahora pienso en todas las pasiones que ha logrado despertar el Atlético a tantas personas, no solo llenó el Alfonso López —próximamente José Américo Montanini, tras una gran idea de la gobernación— sino en una cierta fiebre amarilla que hizo que, hasta mi mamá, que no ve fútbol, este pendiente del partido y hasta le compre la camiseta del Bucaramanga a Maick.
En Bogotá llevo días escuchando cumbias y he visto como algunos otros conocidos, bumangueses y extraños, ven en redes sociales diverso contenido sobre el Bucaramanga y me preguntan por ese género mientras corean La cumbia de los trapos “Borracho, yo voy cantando/Con mis amigos, voy festejando un triunfo más/Loco soy por mi trapo/ Te sigo a muerte, por donde vas”.
Se llega la hora del partido y recuerdo a mi papá, que fue hincha del equipo leopardo, mientras me dispongo racionalmente al acto irracional de sufrir viendo a 22 jugadores realizando diferentes acciones en un lugar lejano a mí, donde mis pensamientos y pasión no influirán en nada.
Desde que veo las condiciones meteorológicas me doy cuenta de que el partido será complicado, además siento mucho frío de solo ver a los jugadores empapados. Vino el primer gol, Rodallega nos da un baldado de agua fría muy temprano. Grande Jhon Emerson que nos devuelve la ilusión en el minuto 30. El equipo Bucaro domina y viene el segundo gol que nos ilusiona mucho más, que lindo gol de Daniel Mosquera. Bucaramanga sigue teniendo el dominio y el técnico se confía haciendo varios cambios que permitirán más dominio la Santa Fe para acercarse y marcar dos goles en los últimos minutos, el ultimo tras un penal muy dudoso.
Viene la tanda de penales, el portero tapa el segundo y nos ilusiona con el cierre de la tanda de penales en favor del Bucaramanga. Sin embargo, el portero santafereño hará lo propio y llegaremos a la séptima ronda de penales para conseguir, después de 75 años, ver nacer la primera estrella. Que alegría tan inmensa.
He vivido y celebrado títulos del América, es fantástico cuando el equipo de tus amores da la vuelta. Sin embargo, es indescriptible observar y emocionarse con el nacimiento de una primera estrella del equipo de la tierrita, creo que mi papá y muchos otros lo celebraron también arriba.
Apuntaciones
- No, cambiar el nombre del estadio es un acto politiquero que puede ser bonito, lo correcto es apostar por una remodelación de este.
- Es preocupante la reforma educativa que pretende impulsar el gobierno, huele incluso a traición con los docentes que, en buena medida, creyerón en el cambio.
- Señor alcalde, expulsar a alguien del país es una medida punitiva accesoria a la pena principal, es decir, primero el condenado debe cumplir la pena principal antes de recibir la accesoria. De nada sirve expulsar por expulsar y promover más xenofobia.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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