Por: Javier Antonio Rojas Quitian/ La historia de Colombia desafortunadamente ha estado marcada por guerras internas y muerte, la democracia ha tratado de abrirse paso en medio de ríos de sangre, pero pareciera que esa suerte nos persigue castigándonos a vivir con ella.
Por muchos años los titulares de los principales medios de comunicación, han sido el anuncio de masacres de ciudadanos, de líderes sociales, de desplazamientos forzados, de violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, hasta el punto que ya los Colombianos creamos una especie de carcasa o de insensibilidad, en la que las noticias, las cuales cada una es más dura y desgarradora que la anterior, desafortunadamente han dejado de asombrarnos y terminan por acostumbrarnos.
Con la firma del proceso de paz en el 2016, nació una pequeña ilusión, parecía que encontrábamos el camino para vivir sin masacrarnos, pero nuevamente nos equivocamos y regresamos a nuestra triste historia, según la oficina de la Alta Comisionada para los derechos humanos de la ONU, en Colombia en lo corrido 2020 se reportan 32 masacres de campesinos y ciudadanos, sin que se conozcan con claridad sus motivos y sus responsables.
La semana anterior, pareciera la semana del terror, primero 2 menores fueron asesinados en límites entre Cauca y Nariño, a los pocos días, esta vez en Cali 5 menores fueron torturados y acribillados en un cañaduzal y terminando la semana 9 jóvenes en Samaniego Nariño fueron masacrados en un acto de crueldad y sin ningún tipo de consideración o de motivo.
Pero lo que más indigna, es que el Presidente de la República de cierta forma quiso justificar estos crímenes, argumentando que esa es una zona en la que varios grupos al margen de la ley luchan por su control, dadas sus condiciones geográficas estratégicas al servicio del narcotráfico. Es decir que estos jóvenes se convirtieron en otros “buenos muertos”, por cuenta del flagelo de las drogas. Sr Presidente, nada justifica estos crímenes, el Gobierno Nacional a toda costa debe garantizar la seguridad de sus compatriotas, por favor hágalo.
Pero bastaron 3 días y los líos judiciales de dos senadores, para que olvidáramos estos 16 jóvenes masacrados, así como se olvidaron los muertos de cerca de 80 masacres ocurridas en nuestro país en los últimos 60 años, un mensaje en Twitter del Presidente, un discurso del Ministro de Defensa, quizá un Consejo de seguridad y el tema oficialmente ha sido superado por los medios de comunicación y las autoridades competentes.
Esta ha sido nuestra historia y lo peor es que la seguiremos repitiendo, se asesinan niños, jóvenes, mujeres, adultos, indígenas, líderes, etc. Pero la agenda nacional no presenta cambios y se sume en el discurso mediático y político de si las muertes obedecen a las directrices de los de derecha, de los de izquierda o de los tibios.
Escribo estas líneas con dolor, con el dolor que siento como ciudadano de un país, en el que espero ver crecer a mis hijos y nietos, pero donde desafortunadamente no se respeta la vida y en donde las autoridades con total indolencia condenan al olvido y a la desidia el sacrificio de cientos de familias que han entregado sus seres queridos a una guerra ajena, que en muchos casos es avivada por los mismos “padres de la patria”, que no toleran un pensamiento o ideología diferente y que gobiernan con sus mayorías en los poderes del Estado y con grupos armados ilegales y negocios turbios en la clandestinidad.
Queridos amigos, si por un momento dejamos de rechazar los actos despiadados en contra de la vida de nuestros semejantes, no los condenamos y no nos duelen, estaríamos de alguna forma siendo cómplices de quienes ordenaron y perpetraron las masacres, la única forma de que la vida de estos jóvenes no haya sido inmolada en vano, es que exijamos al Gobierno Nacional y a las autoridades competentes, que se esclarezca lo ocurrido y se castigue con todo el peso de la ley a quienes cegaron la vida y los sueños de estos jóvenes Colombianos y destruyeron la felicidad y tranquilidad de sus familias.
Que no sean simplemente unas masacres más en las estadísticas de esta fatídica historia de nuestro país. ¡Cuánto me dueles Colombia!
*Exalcalde de Sucre (Santander), Administrador de Empresas, Especialista en Gestión Pública y Magister en Políticas Públicas y Desarrollo.
Twitter: @Javierrojasqui
