Vivir quejándose permanentemente es una clara evidencia de ser una persona frustrada y lo es porque siente frustración al ver que sus expectativas (lo que espera que ocurra, lo que se ha imaginado, lo que desea) no se ha hecho realidad.
Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ En una ocasión el gran ciclista colombiano Cochise Rodríguez dijo: en Colombia la gente se muere más de envidia que de cáncer, sé que es una expresión metafórica, pero encierra una gran verdad, al querer decir que somos muy envidiosos y a esto les sumamos que nos quejamos por todo.
Vamos por partes: la envidia tiene la sensación escabrosa de la amargura y muestra una clara ausencia de amor propio, es más, es el insumo básico para alimentar la infelicidad y el sufrimiento eterno.
De este nefasto sentimiento podemos decir que es nocivo para quien de manera propia la padece y también para quien sufre bajo las tinieblas de un envidioso, más cuando hoy en día las redes, y todos los escenarios digitales potencian y son el caldo de cultivo perfecto para informase de vidas ajenas, para compararse, y sentir carencias, que se traducen en envidias.
En este ejercicio la mente se alimenta poco a poco de diversos malestares y surgen los: yo no puedo hacer ese viaje, como quisiera vivir como él, o ella, como quisiera tener ese trabajo que tiene él o ella, porque no tengo ese cuerpo etc. y así se va alimentando un demonio, hasta que aparecen por esa ventana el odio, la envidia ante tanta narrativa mental saturada de infelicidad.
Ahora bien, es natural querer viajar, querer mejorar nuestra figura, tener un mejor trabajo; claro que sí, pero debemos manejar esa emoción de forma proactiva y tomar como ejemplo los logros de los demás, y convertirnos en alquimistas de los pasos que han dado los que lo han logrado, recordemos que envidiar es contraproducente y afecta a la salud mental.
Obvio que no seremos ajenos a experimentarla, es más es normal sentirla en algún momento, alimentarla es lo que hace daño, recuerdo una frase de una pauta “la envidia es mejor despertarla que sentirla” si la aliméntanos nos lleva a vivir en un estado de insatisfacción permanente y nos aleja de nuestras competencias, logros y posesiones, la envidia no es más que un sentimiento de frustración y desdicha, rabia o malestar que se experimenta por no poseer aquello que tiene el otro y que se desea, no he podido entender esa expresión “siento envidia de la buena” no sé cuál será esa envidia, eso es como ser honesto, no podemos ser medio honestos.
Es la envidia el caldo de cultivo de todos los conflictos internos, de nuestros malestares y diferencias con quienes interactuamos y es la semilla para nuestros problemas de salud tanto mental, como física y es que detrás de la envidia suele estar la vergüenza y la falta de autoestima, ya que se vive pensando que los demás son más o tienen más suerte que nosotros.
Seamos auténticos seamos nosotros mismos, serlo es un arte y nos lleva a saber que somos personas valiosas, que aprendemos de nuestros errores, que nos respetamos a nosotros mismos y que los demás nos aceptan como somos, que nos relacionamos con los demás desde la comprensión y diversidad sexual, física, mental, y es que ser uno mismo nos hace ser personas únicas e irrepetibles, ¿De qué sirve compararse con una modelo con un cuerpo exótico? ¿Es que acaso no nos van a querer, aunque no tengamos medidas perfectas? ¿De qué sirve querer ganar dinero fácil sin esfuerzo, (preguntémosle a Nicolás), ¿De qué sirve que nos aconsejen desde redes sociales cómo hemos de vestir o comportarnos? ¿Acaso esos llamados Influencer, saben mejor que nosotros lo que nos interesa? ¿De qué sirve que nos adoctrinen con ideas o comentarios sobre lo que nos interesa o cómo debemos pensar?
Son muchos los jóvenes que pasan buena parte de su tiempo ante las pantallas de sus móviles, comparándose o anhelando lo que tienen los demás, sus físicos, sus millones de likes, sus aparentes vidas perfectas, esto conduce al sumidero de la depresión, del rechazo al propio cuerpo, a la propia existencia basta YA el mejor antídoto para la envidia no es otro que ser nosotros mismos y cultivar una identidad firme, positiva y saludable.
Los quejosos: No es malo quejarnos de vez en cuando, siempre y cuando tengamos posteriormente una actitud proactiva, lo que no debemos aceptar, es quejarnos permanentemente por casi todo, sin hacer nada, quejarse es humano, pero hemos optado un comportamiento donde es más humano echarle la culpa a otra persona, o a la vida que es injusta; hay quienes viven permanentemente instalados en la queja.
Nos quejamos de si hace frio, calor, si llueve, si hace viento, de nuestro jefe o compañeros (as), si tenemos mucho trabajo o poco, de nuestra pareja, de lo que han hecho o dejado de hacer o decir nuestros padres, hermanos, cuñados, hijos, de los políticos, de que no tenemos tiempo, de que no somos capaces de, y así podríamos seguir hasta hacer una lista innumerable de quejas y lamentos, o el famoso “si yo hubiera”.
Vivir quejándose permanentemente es una clara evidencia de ser una persona frustrada y lo es porque siente frustración al ver que sus expectativas (lo que espera que ocurra, lo que se ha imaginado, lo que desea) no se ha hecho realidad y por ello se coloca en el rol de víctima, al quejarse descarga la culpa de una situación, comportamiento, un hecho, en algo o en otra persona, utilizando este mecanismo de defensa que “ayuda” a no asumir su responsabilidad ante un escenario que no le agrada.
Pero también, las quejas son un lamento que nos permite darnos cuenta de que algo está mal y que hay una situación que tiene que evolucionar y se ha de resolver la clave positiva, estriba en que asumamos que, para lograr ese cambio, los primeros que debemos cambiar somos nosotros mismos, mientras no aceptemos dicho cambio y busquemos una nueva manera de vivirlo, la queja nos acompañará.
No es que no tengamos derecho a quejarnos, pero si sólo nos quedamos en la queja, no nos hacemos responsables de nuestras vidas, podemos decidir ser “víctimas” de lo que “nos ocurre” y optar por la resignación (dar excusas y justificaciones), o ser “protagonistas” y pasar a la acción que nos permite elegir para intentar obtener resultados diferentes, esto no nos asegurará que logremos siempre los objetivos deseados, pero, sin duda, nos pondrá en el camino correcto para alcanzarlos.
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*Profesional en Mercadeo
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