Por: César Mauricio Olaya/ “Somos expertos, si se quiere usar esa palabra, en hacer las cosas bien”, palabras textuales del autonominado jefe de gobernanza de la administración municipal, Manuel Francisco Azuero Figueroa, que con certeza es dictado desde lo más íntimo de su fuero interno, donde un muy elegante Pepe Grillo lo mantiene en esa nebulosa de sapiencia, experticia y sabiduría.
Elevado en el atril de grandeza, la misma que tanto criticó cuando era respetado y admirado columnista de opinión, el experto ha defendido hasta el cansancio todas las ocurrencias que terminan en los traspiés de esta alcaldía que el líder de opinión Manolete, ha resumido en la graciosa suma de hechos del “pero ya no”.
Y aunque la suma de esas malas ocurrencias fallidas suman más de cien, hay una que se ha mantenido con terquedad y por lo que veo, la tendremos que seguir soportando hasta los primeros días del 2020 cuando veamos las volquetas del municipio moviendo estos esperpentos, nominados como ¨elementos del urbanismo táctico¨.
A las materas que de manera abusiva fueron ubicadas sobre la vía pública, para evitar que ellas fueran usadas como zonas de parqueos, caso ídem al del marido cachoneado que para evitar que se los sigan poniendo, decide vender la cama, habrían de seguirle otras ocurrencias de genial experticia, como lo sucedido en inmediaciones de las Unidades Tecnológicas donde fue eliminado una zona de parqueo de valioso uso para estudiantes y profesoras, para ubicar una zona de relax, con unas mesas que hoy se miran con desdén ante su plena subutilización.
Completando el genial inventario de obras que enmarcaran la esencia de la triada de la Ética, Lógica y la Estética, se encuentra la bautizada “cuadra zapote”, ocurrencia que según parece, le apuntaba a darle color a la por ellos nominada “cuadra L”, que buscaba de manera original, remplazar el nombre popularmente dado de “cuadra picha”. Para este propósito, se contrató con los “expertos” escobitas de la Emab, para que se encargaran de darle una mano de pintura a la oscura calle, en el más claro de los ejemplos de lo que significa el absurdo. Al final, no pasaron quince días antes de que la pintura zapote empezara a descascararse, a desteñirse y a causar accidentes con las primeras lluvias que convirtieron el piso en un reto al equilibrio.
Causa particular interés preguntarnos de qué se trata la estrategia del urbanismo táctico y para no escarbar demasiado, le trasladamos la pregunta a Google, que, a modo de gran biblioteca digital, guarda cierto nivel de confianza y certeza. Su respuesta dictaba: “Urbanismo táctico tiene incidencia en la forma en que las ciudades crecen, interviniendo espacios existentes subutilizados, asignándoles un uso que no es necesariamente de ocupación arquitectónica o permanente, permitiendo que estos espacios sean utilizados por las personas y con esto, rescatar la forma de sentir y valorizar la ciudad.”
De acuerdo con la definición de Mr. Google, me surgen entonces varias preguntas: ¿La carrera 20 entre calles 33 y 36 puede considerarse un espacio subutilizado? ¿El parqueadero de la Calle de los Estudiantes era un lote sin uso? ¿Pintar las calles de color con material de mala calidad para luego dejarlas al garete, sucias y desteñidas le da valor a la ciudad?
Está la administración municipal autorizada para tomarse de esta manera las calles de la ciudad sin soporte de un estudio técnico y de una respectiva socialización con la comunidad?.
Pensando en los orígenes de estas fórmulas que los expertos trajeron, me supuse que de algún modo estas ideas no les debieron surgir de la nada y fue así como, durante un reciente viaje por varias ciudades de Europa, estuve atento a observar casos que de alguna manera respondieran efectivamente a lo que debería copiarse como ejemplos de proyectos urbanos serios, responsables, estéticos y, sobre todo, de verdadera correspondencia ciudadana.
Así me encontré por ejemplo en Munich, Budapest y Praga, con claros ejemplos de uso del espacio público con zonas de transito exclusivo para peatones, vehículos particulares, transporte público y bicicletas, incluso estas últimas haciendo parte del sistema integrado del transporte con dispensadores de estos vehículos hoy en uso creciente. Calles peatonales libres de todo obstáculo para el ciudadano y acá hablo sin un solo vendedor ambulante, arte público por todos los rincones y, en fin, decenas de muestras de lo que debería ser y que al comparársele con lo que hoy nos formulan, producen ganas de llorar.
Conversando con el hermano del alcalde, el arquitecto Gabriel Hernández, gestor intelectual del proyecto de la Ética, Lógica y Estética, que en su momento cuando fue Secretario de Planeación en la alcaldía de Alberto Montoya Puyana, adelantó una importante gestión en materia de promoción del arte en la escena urbana, confirmaba que por encima de todo proyecto sustentado con una filosofía, cuando se carecía de las bases reales, todo quedaba en discurso y eso precisamente, era lo que lo había distanciado de su hermano.
Estas reflexiones que se suman a las ya expuestas sobre los modelos exitosos en el manejo de los residuos sólidos en Viena, el del servicio integrado de transporte urbano en el caso de Stuttgart y ahora esta, sobre el fracaso de construir lo que alguna vez vendiera el alcalde en su falaz discurso de hacer de Bucaramanga la pequeña Barcelona, buscan invitar a mirar con ojos críticos una gestión que nunca superó los globos, las ilusiones y las maquetas.
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