La opinión pública no olvida, especialmente cuando en campañas electorales le prometen el cielo y la tierra, pero solo le dan el infierno. Por eso cada jornada electoral se convierte en la ocasión ideal para saldar cuentas, para ‘premiar’ a los políticos que le hicieron honor a su palabra y para ‘castigar’ a los que solo se llevaron los votos.
Contrario a lo que se percibe a nivel nacional, el partido Centro Democrático –además de uno u otro fanático que vota a ciegas por Álvaro Uribe- no tiene resultados que mostrar, pese a que en Santander, en las elecciones de 2014, cuando apenas se estrenaba en el escenario político, lograron un apoyo más que generoso, pero que no cumplió –tangiblemente- con las expectativas del electorado.
En las pasadas elecciones legislativas, los ‘uribistas’ se llevaron de este departamento 90.870 votos para su lista al Senado. Durante la campaña estuvieron rodando esta tierra y detrás de los votos los candidatos José Obdulio Gaviria, Alfredo Rangel y el propio Álvaro Uribe. En esa ocasión la lista se conformó sin voto preferente y como ‘cuota’ local fue inscrito en el renglón 27 el académico Gabriel Burgos, un puesto en el que era imposible triunfar.
La lista a la Cámara de Representantes de hace cuatro años sumó 66.805 votos, logrando una curul, que inicialmente estuvo en manos de la joven dirigente de la Misión Carismática, Johana Chaves, pero un fallo del Consejo de Estado anuló su elección y le dio paso a Marcos Díaz, quien actualmente ostenta la credencial.
Las destacables cifras electorales alcanzadas en esa ocasión llevaron a pensar que a Santander le iría mejor con la ‘derecha’ que con los tradicionales congresistas de la región. Las esperanzas en materia de inversión, la definición de proyectos para las grandes obras viales e iniciativas legislativas que le dieran impulsos a la economía y a lo social, pronto se convirtieron en frustración, lo que supone que hoy es una deuda que el ‘uribismo’ debe pagarle al electorado.
Una deuda por saldar
Si la premisa de castigar a los ineficientes políticos se cumple, el Centro Democrático tendría que ‘quemarse’ en Santander este 11 de marzo. La decisión de ese partido e irse a la oposición cerró la posibilidad de hacer gestión en favor de las grandes necesidades de los santandereanos. En síntesis, ni Uribe, ni José Obdulio, ni Rangel, ni las dos personas que calentaron silla en Cámara, trajeron un solo peso para el departamento.
Incluso, en la confección de la bancada parlamentaria santandereana, de la que hicieron parte los senadores y representantes locales, los del Centro Democrático no participaron; tampoco apoyaron las iniciativas presentadas por ese bloque y, en lo individual, no realizaron actividad parlamentaria, como la presentación de proyectos de ley o debates, de temas atinentes a esta zona geográfica.
Y para rematar, los ‘uribistas’ decidieron venderle a los santandereanos la idea del ‘no’ en el plebiscito por la paz, llevándolos a concretar el triunfo en las urnas. Paradójicamente, con la firma del acuerdo con las Farc, éste departamento en uno de los más beneficiados, toda vez, se han logrado cuantiosas inversiones en materia de vivienda, saneamiento básico, seguridad y vías, como el tramo Curos-Málaga, en donde el gobierno de Juan Manuel Santos le ha invertido toda la plata del mundo para hacerla transitable. Además de no tener muertos por confrontación armada.
Candidatos cuestionados
Además de la pésima labor parlamentaria del Centro Democrático en favor de Santander, esta colectividad –después de tanto escoger- inscribió candidatos duramente cuestionados, por temas personales, administrativos, políticos, jurídicos y mentales.
Por ejemplo, para la Cámara inscribió el nombre de Óscar Villamizar Meneses, el hijo del exsenador conservador Alirio Villamizar condenado por el ‘carrusel de las notarías’. Óscar, hace cuatro años hizo alianza con el condenado por ‘parapolítica’ Luis Alberto Gil a fin de apoyar a su esposa Doris Vega para el Senado. Su deslealtad con el ‘uribismo’ ya se hizo público, se afirma que hizo un acuerdo por debajo de la mesa con Richard Aguilar Villa, hijo del condenado por ‘parapolítica’ e investigado por enriquecimiento ilícito, Hugo Aguilar.
También hace parte de la cuestionada lista del Centro Democrático, el exgerente de la Esant, Edwin Ballesteros, a quien se le responsabiliza, entre otras graves situaciones, del colapso de la represa de Vélez, en donde el departamento de Santander perdió más de 20 mil millones de pesos y donde muchos presumen que esos recursos fueron a parar –tras un giro de 180 grados- a su campaña electoral.
Y de la colcha armada, también hace parte Iván Aguilar, un dirigente que muy pocos dentro de la colectividad ven con confianza, debido que en las elecciones regionales pasadas se alejó de la orden de Uribe de acompañar a la Gobernación de Santander a Carlos Fernando Sánchez y decidió apoyar al liberal Didier Tavera, para arañar réditos personales. Hoy sucumbe ante la denuncia que hace una familia campesina de haber sido engañada por el para quitarles una finca.
…Hasta problemas mentales
Por el lado del Senado, la situación es igual o peor. El ‘uribismo’, aunque abrió la lista y amplió el número de candidatos de la región, los tres participantes poco o nada tienen para aportarle a la región. Los tres tienen un pasado que les puede pasar factura.
Carlos Alberto Gómez, un anciano que en su tiempo fue el que planeó la enajenación y desplazamiento de Ecogas de Santander y donde los santandereanos no vieron un solo peso; el mismo, que por orden del entonces Presidente Álvaro Uribe, concertó la venta de las acciones que tenía la Nación en la Electrificadora de Santander (ESSA) y que hoy la compañía es de los antioqueños; además de cinco procesos jurídicos en su contra, hoy busca el apoyo electoral para su aspiración.
La supuesta sociópata Leszly Kally, que en sus primeros años de vida pública hizo parte del gobierno de Gustavo Petro en Bogotá y que ahora, por simple interés electoral se declaró ‘uribista’, cree que puede engañar al electorado con sus supuestas investigaciones que hace en un portal eminentemente de derecha radical. Ha sido la encargada de crear el mal ambiente político entre la dirigencia del Centro Democrático en Santander, protagonista de varios escándalos y varias de sus denuncias han sido declaradas como injurias por parte de jueces.
Y Quintín Herrera, quien es tal vez el más sano de los candidatos de esa colectividad, tiene a sus espaldas críticas en su contra, como haber sido socio a la sombra de Luis Alberto Gil en la desaparecida Solsalud y algunos han expuesto que es la ‘cuota’ de Gil y de Opción Ciudadana en el ‘úribismo’.
Por el lado que se le mire, en el Centro Democrático hay poco de donde escoger y a eso se le suma que su actual bancada parlamentaria nunca ha estado del lado de los ciudadanos de la región.