Por: Carlos Andrés Mahecha Silva/ Queriendo entender lo que observo en el entorno, intento comprender los orígenes de las dificultades que padece una sociedad como la nuestra, al igual saber por qué no son efectivas las soluciones a dichos problemas, ya que durante décadas no se ha podido llegar a un estado de bienestar, a pesar de las capacidades, talentos, actitudes, riqueza cultural, riqueza natural y un sentir de colombianos que no claudicamos ante adversidades o dificultades, solo por enumerar algunas, pero entonces como entender que aun así no estemos bien.
La pobreza como fenómeno social con variables económicas, políticas, culturales y religiosas que ha ocupado grandes esfuerzos de gobiernos, empresas, organizaciones internacionales y en particular de muchas personas por disminuir la influencia de ésta en la cotidianidad de cada persona. Partimos de la certeza que por más disciplinas y conocimientos que trabajen y aporten a esa gran respuesta, la decisión de salir de la pobreza y sus trampas son acciones políticas.
Muchos como Sen, afirman “que el desarrollo tiene que ser considerado como el proceso de expansión de las libertades de la Gente”, Sanchs comparte la necesidad de lo indispensable que resulta a una sociedad un desarrollo, donde el comienzo puede ser sacar a esa sociedad de la pobreza, pobreza que se pude combatir cumpliendo dos objetivos, uno el sacar a la población que se encuentra en la pobreza extrema y que tengan las condiciones mimas como nutrición, servicio sanitario, alojamiento entre otras y el segundo que los países menos desarrollados logren un nivel óptimo de desarrollo.
Teniendo en cuenta lo anterior podemos entender que las acciones, ley, ayudas, cualquiera que sea debe ir acompañado de esa acción política, Giraldo ve la acción política eficiente como la ausencia de la corrupción ya que esta impide la buena acción como solución definitiva a la pobreza. Acá una primera concusión, toda acción política junto con corrupción no es eficiente para llegar a ese estado de bienestar en la población, por eso Colombia tiene lo que tiene y pasa lo que pasa.
La relación entre Estado, sociedad y naturaleza es sumamente importante para el desarrollo equilibrado, pero ya sabemos quién debe dar la dirección y apalancamiento financiero y jurídico de todas las acciones que se deseen para reducir la pobreza. No solo enfocándonos en una sola acción, si no ampliando la mirada y escogiendo lo mejor de cada una priorizado la efectiva relación entre estos tres actores.
Esto me hace recordar a Dufflo quien dice que “el problema del desarrollo no es en como pensar en buenas políticas, sino como arreglar el proceso político”, si tenemos esta claridad creo que empezaremos con el pie indicado a caminar por el angosto y largo camino al desarrollo, vemos como hay un sinnúmero de buenas políticas, acertadas, focalizadas, bien pensadas e intencionadas; pero cuando vamos a implementarlas los servidores públicos, la acción política es débil, corrupta, lenta y conveniente estropeando y cambiando todo. Generando una mala imagen de la esfera pública haciendo que se pierda credibilidad y confianza, es por esta razón que la empresa privada aprovechando comienza una extensión en la prestación de servicios públicos, que no es un buen síntoma para alejarnos de la pobreza ya que se vuelve un negocio.
Se ha dicho que la forma tradicional de atacar la pobreza no ha dado resultado como lo demuestra en Asia, África y Suramérica, se propone que la solución correcta es la construcción propia de la sociedad y su gobierno de plantear su propia estrategia y el éxito de esta dependerá de la fortaleza, organización y ética del sistema político y económico. Esto demuestra que por más estrategia, plan o voluntad se necesita de unas instituciones fuertes, líderes representativos, ética y virtud en la acción política, y una sociedad empoderada que vigile y controle el accionar político.
Se debe entender que la búsqueda de una solución a la pobreza es todo un desafío ético y, por lo tanto, requiere de un proyecto político en donde uno de los nortes sea el logro de una sociedad equitativa; una sociedad que dimensione los retos integrales que conlleva la política social, y que no siga girando en torno al paradigma reduccionista de seguir viendo la pobreza sólo como un problema de falta de ingresos, sino interpretándola como la vulnerabilidad y la incapacidad de hacerse oír, de falta de poder y de representación.
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