Por: Edward Pinilla/ Cierto día, un profesor de lógica matemática murió y fue al cielo. Allí fue recibido por un ángel que le dio las opciones del cielo o el infierno. Él dijo que tenía que ver antes para poder decidir. El ángel lo llevó primero al infierno donde encontró a varias personas alrededor de una mesa grande, encima de la cual estaban varias comidas deliciosas y exquisitas, sin embargo, notó que las personas estaban tristes, delgadas y desanimadas, al acercarse para detallar se sorprendió del tamaño de los tenedores y cuchillos de un metro de largo.
Entonces dijo al ángel: “Dios es injusto, quien va a comer con esos cubiertos tan grandes”. Dios no es injusto, respondió el querubín y lo llevó al cielo para que viera la otra opción. Al llegar observó una mesa similar con iguales comidas, pero con personas felices y satisfechas. Al acercarse notó que estaban los mismos cubiertos de un metro de largo, pero a diferencia del infierno, las personas los utilizaban para cortar rebanadas grandes y dar de comer a quien se encontraba en frente.
La metáfora se refiere a la bondad y respeto que debemos sentir hacía los demás, claro que estas emociones es posible concebirlas y sentirlas sólo cuando se ha logrado despojar el corazón de fantasmas del ayer o resentimientos ocultos en el interior de la mente humana.
Los seres humanos fuimos creados para vivir en armonía y felicidad, pero cuando estas situaciones son quebrantadas, el inconsciente se rebela atacando al cuerpo en somatizaciones constantes y crecientes como: cánceres, úlceras, gastritis, depresiones, ansiedades, dolores, miedos y todo tipo de enfermedades conocidas. El inconsciente es como esa caja de pandora que conserva toda la historia de nuestra vida, él va grabando detalle a detalle, segundo a segundo todo lo que sucede en nuestro exterior, es como la caja negra de un avión que conserva todas las conversaciones que se dan en la cabina.
Si observamos la vida de un ser humano que nació en circunstancias de maltrato y desprecio, esa persona grabó en su mente esas voces, miradas, golpes y demás injusticias de manera clara que permanecerán vivas en su interior, pues el inconsciente no tiene voluntad propia, ni reconoce el tiempo. Él reproducirá esa película todas las veces que sean necesarias hasta que la persona decida combatir esos estados de ánimo.
La mayoría de los seres humanos hemos cargado con recuerdos desagradables por mucho tiempo que sin darnos cuenta han modificado nuestra conducta hacía los demás. Si eres alguien conflictivo, recuerda que pasó en casa durante tú niñez, ¿tal vez papá era así, y tú adoptaste su personalidad? Sin querer nuestros antecesores nos dejaron como herencia lo que ellos eran, y de manera inconsciente lo aceptamos, adoptándolos a nuestro estilo de vida. Algunas personas no entienden que son partes o pedazos de varias personas más.
El rencor y el remordimiento abren las puertas a las enfermedades. ¿Quieres sanar alguna dolencia física de manera rápida?, empieza por perdonar a todos aquellos que de alguna manera te hicieron daño o te maltrataron en el pasado. Si en verdad deseas avanzar libre y feliz, no tienes otra opción que dejar ir el pasado y disfrutar el presente.
La madre Teresa de Calcuta, solía decir: “el perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tú alma y la tendrá el que te ofendió”.
El perdón es la puerta hacía el amor. No podemos sentir dos emociones al mismo tiempo. Amor y rencor no son coherentes sino contrarios. Sin darnos cuenta, dormimos con el enemigo, nosotros mismos. En mi vida personal el enemigo más fuerte al que he tenido que enfrentar es a mí mismo. En la vida evolucionamos o involucionamos. Tú eliges el camino a seguir.
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