Jorge Gómez Pinilla vio la luz en Barrancabermeja pero sus letras se gestaron en Bogotá. Famoso periodista en Colombia desde Bogotá, ahora está más en Bucaramanga, aunque es un reconocido columnista de El Espectador a nivel nacional. Allí narra lo que otros callan.
Lo encontramos en Bucaramanga en una tarea de gestor cultural o algo parecido. Trabaja con Débora, la excandidata al Concejo de Bucaramanga, en un portal llamado El Unicornio.
Y en la mente de estos inquietos santandereanos está traer a Daniel Samper Pizano, no el de “Yo me llamo”, sino el real, a “Matador”, el de las caricaturas, a quien unos quieren y otros no tanto, unos lo califican de bueno y a otros no les gusta.
Daniel Samper Pizano lleva ya escritos dos libros sobre parejas famosas, el más reciente está de luna de miel todavía con los lectores, lo tienen para antes de dormir.
Y sobre el tema conversarán en Bucaramanga, sobre las parejas. Entre serio y en broma sacudirán las sábanas en público. Y allí les revolcará la lengua Pastor Virviescas, el feje de gobernanza del debate.
Pastor, ahora vigente en la Unab, es muy recordado en El Espectador en donde sacudió la parroquialidad colombiana y creó la sección El Mundo, que luego desapareció para concentrarse en lo de siempre y lo de todos los días.
Mientras llega esa fecha, que puede ser en marzo para reunir a Daniel Samper Pizano, Matador y Pastor Virviescas, indagamos con Jorge Gómez Pinilla sobre su vida y su oficio.
Por coincidencia febrero es el mes del periodista, así que nada mejor que conversar con un periodista sobre periodismo.
Jorge Gómez Pinilla es periodista santandereano, nacido en Barrancabermeja, desde muy joven se fue a Bogotá en donde estudió comunicación social. Allá trabajó en diferentes medios, entre ellos el periódico El Tiempo, fue consultor de Naciones Unidas en donde trabajó con Luis Carlos Restrepo en su época de siquiatra.
Fue columnista de Semana “pero me hizo echar doña María Isabel Rueda”, dijo. Pero antes de arrinconarlo, esa tarjeta roja lo puso en el curubito, porque lo pusieron en la calle gracias a alguien más famoso que él.
En esas estaba cuando Fidel Cano le ofreció espacio para hacer una columna en el periódico El Espectador. Y ya lleva cinco años. Dice ser reconocido más como columnista que como periodista.

CORRILLOS!: ¿Usted estudió periodismo?
JGP: Comunicación Social con énfasis en prensa escrita, en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá.
C: ¿Y empezó a trabajar como periodista?
JGP: Antes de trabajar con la Radiodifusora Nacional de Colombia trabajé con la Revista Alternativa creada por Gabriel García Márquez, Enrique Santos Calderón y Antonio Caballero. Y poco a poco se dio el vínculo con diferentes medios de comunicación.
C: ¿En medio de esas figurotas de Alternativa aprendió mucho?
JGP: Claro. Sobre todo a hacer periodismo crítico. A darme cuenta que el periodismo lo que hace es controlar los poderes (civil, militar, eclesiástico). Ese es el verdadero papel del periodismo, ser el fiscal de la gente que nos gobierna. Lo demás son relaciones públicas.
C: ¿En Alternativa era cola de león más que cabeza de ratón?
JGP: Yo trato de ser cabeza. Estar uno al frente de lo que quiere criticar, cambiar. Porque el periodismo es también para tratar de influir, que lo errado se corrija, y que el mundo marche como debiera ser. Es un trabajo muy complicado, más con este Gobierno que tenemos, pero se hace lo que se puede.
C: ¿Nacional o Departamental?
JGP: Hablo de lo nacional. Porque yo soy columnista que trata temas nacionales. Soy un reconocido antiuribista. A tal punto que un día Uribe (el expresidente Álvaro Uribe) me mandó un mensaje directo al twitter que decía “no sea vergajo, no se meta con mi papá”. Por una columna que escribí con una foto que parecía que era el papá de Uribe con Rodríguez Gacha (Gonzalo Rodríguez Gacha, capo del narcotráfico, ya fallecido apodado El Mexicano).
No dije en la columna que fuera el papá de Uribe, pero dije que llamaba la atención. Luego comprobé que no era. Escribí otra columna corrigiéndola. Pero a partir de eso el señor Uribe me ha señalado. A partir de eso también he estado tratando de crear conciencia sobre ese individuo tan peligroso para la estabilidad democrática de Colombia.
C: ¿Trabajar al lado de grandes periodistas en Alternativa debió incidir para llegar a ser columnista?
JGP: Ciertamente no tengo la cabeza tan grande para rugir como un león. Ciertamente lo de columnista fue por una columna que escribí en respuesta a Florence Thomas, sobre unos planteamientos que hizo, que me parecieron no feministas sino antimachistas, tratando mal a los hombres, y me dije que nos teníamos que defender. A partir de ese texto me hice conocer y me dieron espacio en el periódico El Tiempo. Después en la revista Semana y luego en El Espectador. Ya son más de veinte años como columnista.
C: ¿La transición de periodista a columnista fue casual o premeditada?
JGP: De El Tiempo me retiré para asumir la dirección de comunicaciones del centro comercial Unicentro, el primero de Colombia. El trabajo era más de oficina, hacer la revista del Centro Comercial, los boletines. Muy descansado. Pero empecé a añorar el periodismo y se me ocurrió escribir columnas. Escribí una columna, la mandé a El Tiempo, les gustó y ahí seguí.
El editor de opinión de El Tiempo se fue para la revista Semana y me llevó para Semana. Luego pasó lo de María Isabel Rueda y terminé en El Espectador.
C: ¿Le pagaban por las columnas?
JGP: Nunca me han pagado por una columna. Pero le informo que a uno le pagan con prestigio, el prestigio que da escribir para ese medio. Hay que diferenciar el que escribe para el medio impreso y el que escribe para el punto com, y tanto en El Tiempo, como en Semana y en El Espectador he escrito para el punto com.
C. ¿Sin embargo ese punto com que parece pequeño termina por ser más grande porque llega a muchas partes?
JGP: Ya el medio impreso está mandado a recoger. El digital se comparte y termina por ser más leído que el impreso. El impreso es un día y sale, además que cada día hay menos suscriptores de medios impresos.
C: ¿Cómo se hace una columna?
JGP: Meditando. Una columna es el producto de una intensa reflexión. El primer punto es conseguir el tema. Porque esto no es fácil, hay muchos temas, cada día cambia de tema. Tengo que entregar mi columna el lunes a las cinco de la tarde, hasta el viernes estoy pensando en el tema. El fin de semana me dedico a escribir la columna y la dejo en salmuera. Y el lunes me despierto a darle el remate. Y queda lista para enviarla.
C: ¿Investiga o es solo opinión?
JGP: Hay que investigar mucho porque uno tiene que ser muy responsable con lo que dice. Tiene que estar sólido en lo que dice. Por ejemplo, el peligro de una demanda por injuria y calumnia. Hasta el momento, que me acuerde, el único que me ha demandado por injuria o calumnia fue Abelardo De La Espriella.
En una columna que por cierto yo hablaba era de Ernesto Yamhure, de Los Irreverentes, pero ahí decía que al parecer tenía el respaldo financiero de Abelardo De La Espriella, y le molestó y me puso la demanda por injuria o calumnia.
Me citaron a una conciliación y dije no voy porque no tengo que retractarme de lo que dije y al final el mismo señor retiró su demanda.
C: Dice que ya lleva más de veinte años escribiendo columnas ¿llega un momento en que empieza a repetirse?
JGP: No tanto repetirse, pero sí se siente pedaleando en una bicicleta estática porque uno puede hacer unas denuncias muy serias y no pasa nada. Por ejemplo uno puede demostrar que Rodolfo Hernández conocía lo que hacía el hijo en lo de Vitalogic, el contrato de las basuras, y se respalda uno en unos chats que muestra Caracol Televisión, en donde se hace por completo evidente que el papá sabía, y él dice “eso es lo que dice Caracol pero yo me mantengo en lo mío”.
Lo de Caracol es una denuncia seria, fuerte, grave, pero como este tipo tiene tal prestigio, hace que tenga un teflón que aunque sea corrupto no le pasa nada.
C: Hacer periodismo y hacer una columna de opinión son diferentes. ¿Al periodismo de hoy se le mete mucha opinión?
JGP: El problema es que los medios están siendo cooptados por el poder económico. Eso hace que la misma opinión esté al servicio de ciertos intereses poderosos. Uno ve a Vicky Dávila, a Luis Carlos Vélez, a Salud Hernández y están al servicio de un propósito político que es al servicio de un Gobierno.
Y el mismo medio Semana, después de que entraron los Gilinski ahí, dio una voltereta ideológica y de ser un medio independiente y objetivo se convirtió en un medio al servicio de la causa uribista.
El periodismo está muy perratiado, se está perratiando el periodismo. Personas que antes eran prestigiosas y de pronto por el poder del dinero o el poder político, a la espera de una Embajada, o no sé qué, entonces venden su conciencia.
Un Alfredo Rangel que era un tipo que antes hacía unas investigaciones muy serias y termina comprado por el uribismo. Inclusive un Francisco Barbosa, hoy Fiscal General de la Nación, que hace tres años era partidario y defensor acérrimo de la JEP (Justicia Especial para la Paz) y de pronto se lo gana Duque (Iván Duque, Presidente de la República) para su causa y ahora es una persona por completo diferente, dio un vuelco ideológico de 180 grados, eso por el poder del dinero o el poder de la política, en fin.
C: Estar en los grandes medios de comunicación puede ser un honor, sin embargo empiezan a salir historias que uno no se imaginaría, ¿acaso usted por allí sufrió o supo de casos de acoso laboral en esos grandes medios?
JGP: Por una historia leída de una periodista y lo que le sucedió en el programa de televisión Los Informantes, dije un día voy a contar del acoso al que fui sometido en El Tiempo. Porque al salir de una entrevista le dije a una periodista “ya le dije a Rafael Santos que voy a tratar de ser el Editor de Bogotá, entrar a esa sección”.
La Editora de la Sección Bogotá me montó una persecución tenaz, a punto de grito, mmm acoso laboral. En algún momento tendré que contar esa historia.
C: Los medios digitales permiten la lectura del texto y los comentarios. En ocasiones los comentarios del público son más interesantes o descarnados que la información y comentaban una nota de acoso laboral en Los Informantes, pero hablaban de otros medios de acoso laboral y acoso sexual. ¿El acoso laboral lo sufrió?
JGP: La jefa mía hizo que me cansara porque tenía el temor de que yo estuviera ahí para reemplazarla, y logró cansarme.
C: ¿El mismo trabajo para todos, sin embargo a unos les pagan poco y a otros muchísimo más, eso es normal?
JGP: Por permanencia, quien estaba más tiempo ganaba más, pero pues no es correcto. Pero la verdad no me he fijado mucho en eso.
C: Sin decirle viejo, porque ya sus hijos deben ser profesionales, ¿pero si un hijo se le acerca y le dice yo quiero estudiar periodismo, usted qué le diría?
JGP: Le diría que tratara de pensar en otra cosa. Mi hija, que además escribe muy bien, me preguntó al respecto y le dije que mirara bien y de pronto encontraba otra cosa.
En este momento no lo recomendaría estudiar periodismo a un joven. El periodismo está muy perratiado. Uno puede llegar al periodismo sin estudiarlo. Es un peligro que se corre, porque ahora hay mucha gente que hace periodismo sin ser periodista.
Hay muchas otras profesiones más rentables y más dignas, porque el periodismo está pasando por un momento terrible, de indignidad. Son pocos los de la vieja guardia que hacemos periodismo decente, periodismo honesto.
C: ¿El periódico diario va a desaparecer?
JGP: Sí. Los medios impresos van a desaparecer. Los medios impresos, indudablemente. No les doy más de diez años. A El Espectador impreso no le doy más de diez años, igual a la revista Semana o al periódico El Tiempo, desaparecen. Porque la misma información está en el medio digital, a la vez el tema ecológico, el ahorro de papel es a beneficio del planeta, porque es más costoso. Está llamado a desaparecer.
C: ¿Pero qué puede pasar con revistas como Gatopardo con crónicas de largo aliento?
JGP: Esos medios pueden permanecer porque tienen un consumo diferente, tienen un propósito diferente, que es el periodismo más reflexivo. Aunque es de esperar que no desaparezcan porque son medios más para la vida intelectual, mientras que el diario es para el consumo de las noticias y eso es lo que está en todos los medios digitales.
