Por: Érika Bayona López/ Siempre habrá amigos que, sin importar el tiempo, la distancia o las circunstancias, acepten tanto lo bueno como lo malo de nosotros. Ellos son quienes nos recuerdan que no necesitamos ser perfectos para ser queridos. Estas relaciones son fundamentales. Nos enseñan que no son nuestras acciones o logros lo que nos hace dignos de amor, sino nuestra esencia. Nos liberan del estrés de tener que cumplir con expectativas y nos proporcionan una paz mental que rara vez encontramos en otros aspectos de la vida. Cultivar y mantener estas relaciones, que perduran en tiempos de bonanza y dificultad, es uno de los mayores regalos que podemos hacernos.
Un buen amigo es alguien que aprecia tu bondad y, sin juzgarte, tiene la capacidad de corregirte. Es una persona que siempre está a tu lado y te apoya en tus caídas. La amistad se cultiva y crece, por lo que es importante ser generoso y sincero, así como respetuoso e indulgente para poder disfrutar de una verdadera amistad. Si eres un buen amigo, no sientes envidia, comprendes sin juzgar y siempre estás dispuesto al perdón y la tolerancia.
Al mismo tiempo, encontrar un amor que te nutra y te haga crecer puede ser igualmente transformador. Un gran amor trae consigo una bolsa llena de nuevas experiencias. También te impulsa e inspira a ser la mejor versión de ti mismo. El amor genuino nos permite ver el mundo de una manera completamente diferente, como si todo brillara con colores vibrantes. La felicidad que este tipo de amor proporciona es tan poderosa e intensa que puede eclipsar cualquier pequeña disputa o malentendido. Cuando amamos de manera libre, sin restricciones ni expectativas que nos limiten, experimentamos conexiones profundas con los demás, basadas en el respeto, la comprensión y la voluntad compartida.
El amor que construye nuestra felicidad es aquel que nos da fuerza, pero también nos hace vulnerables. En este tipo de amor, la felicidad está presente, y todo lo demás se vuelve insignificante, ya que se fundamenta en el deseo de apreciar y apoyar a la otra persona. Amar sin restricciones no implica estar libre de compromisos; más bien, significa tener la certeza de elegirnos mutuamente cada día desde un lugar de independencia y aprecio. Esa libertad es lo que hace que el amor sea auténtico, ya que no está limitado ni se basa en requisitos o expectativas, sino que surge de un deseo genuino de compartir y estar juntos sin condiciones.
Ahora bien, ¿cómo sabemos cuándo estamos listos para decir «sí» al amor verdadero y duradero? Llega un momento en el que aprendemos a amarnos a nosotros mismos lo suficiente como para no depender de la otra persona para sentirnos completos, sino para que nos complementen. El amor puede florecer plenamente cuando estamos listos para construir juntos algo basado en la confianza y la comunicación. Estar preparado para esto implica estar dispuestos a enfrentar juntos los desafíos, pero también a disfrutar de las alegrías cotidianas, a crecer juntos y a ser un refugio mutuo.
En ese momento, el amor y el cariño dejan de ser una idealización romántica y se convierten en un proyecto de vida real, enfocado en compartir alegría y ofrecer apoyo mutuo. Como pareja, construir un proyecto de vida va más allá de simplemente enamorarse: implica estar dispuestos a comprometernos con nuestro crecimiento, compartiendo objetivos, aspiraciones e incluso desafíos. Sin embargo, cuando este amor es genuino, todo brilla con más fuerza. Cada reto asegura que no estás solo, que hay personas que te apoyan, comprenden y valoran tu esencia.
Un equilibrio entre ambos te motivará a crecer, lo que resulta en una combinación increíblemente poderosa para la felicidad. Estas conexiones nos anclan en la realidad y nos proporcionan apoyo emocional, al mismo tiempo que nos invitan a soñar y a arriesgarnos más allá de lo que creíamos posible. Tener amigos que te respalden y te acepten tal como eres, y una pareja que esté a tu lado y crezca contigo día tras día, te brindará una profunda sensación de satisfacción.
El amor y las amistades auténticas son lo que realmente impulsa nuestras vidas y nos recuerdan lo esencial que es vivir de manera plena, rodeados de quienes valoran nuestra presencia y apoyan nuestra lucha por ser la mejor versión de nosotros mismos. Al comprometernos con un amor genuino, lo hacemos con la certeza de que estamos eligiendo un camino junto a alguien que ve nuestra vida con esos colores vibrantes que solo el amor verdadero puede ofrecer.
En este viaje que es la vida, aprender a cultivar amistades sinceras y encontrar un amor que nos haga crecer no solo nos brinda felicidad, sino que también nos otorga un profundo sentido de pertenencia y propósito. Estos lazos, basados en el afecto, amor, comprensión y crecimiento mutuo, son los que realmente permiten nuestro desarrollo como seres humanos. Al final del día, reconocer que somos amados y valorados tal como somos es una de las experiencias más profundas que podemos vivir.
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*Business Data Analyst – IT & Logistics / MBA & Máster en Project Management. Auditor interno BASC. Administradora de Negocios Internacionales y Especialista en Mercadeo Internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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