Por: Laura María Jaimes Muñoz/ Queriendo limitar nuestra mente en el contexto psicológico y en el contexto inmediato, quizás no se permite mostrar emociones que puedan hacernos ver “débiles” o con un “temperamento fuerte” esto si de acuerdo a la formación recibida.
Ahora bien, cuando fisiológicamente nuestro cerebro produce las hormonas que controlan la liberación de cortisol la situación puede estar relaciona a estrés, ansiedad o tensión “El cortisol es una hormona que se libera como parte de la respuesta del cuerpo al estrés” aumentando la glucosa en la sangre y enviando la energía que se necesita para afrontar dicha situación.
Para el ser humano generar “estrés” se convirtió en la cotidianidad o la “enfermedad de moda” que se repite constantemente en momentos innecesarios donde el cuerpo puede llegar al punto de reaccionar y somatizar.
Es preciso mencionar que sí hay momentos críticos en la vida donde necesitamos de esta sobrecarga de energía, por ejemplo: en los sismos, avalanchas, atentados, entre otras muchas situaciones límite que representan un riesgo y que reaccionar es la única opción, siendo común -escuchar decir- “no recuerdo como llegué hasta aquí” “no me había dado cuenta que no traía puesto ropa, zapatos, que estaba en pijama o cómo pasé por ese obstáculo que visualmente sería ¡imposible!”, estás reacciones en su momento nos salvan la vida y efectivamente ¡son necesarias! como un instinto de supervivencia.
Otros casos que también se pueden observar y que generan reacciones fisiológicas, estrés y “cortisol” son aquellas personas que no logran establecer límites claros para su salud mental y para su vida, pensando –probablemente- que deben cumplir con “sus obligaciones y tienen que…” porque son sus familiares, sus hermanos, sus padres, su pareja… razón por la cual, deben estar ahí, simplemente porque sí.
Sin reconocer su realidad y que ésta le permita comprender que no todas las madres aman, ni todos los padres defienden y que efectivamente hay familias tóxicas, donde no todos venimos a este mundo por amor, que tal vez fuimos no deseados, no planeados, o producto de la violencia.
Es cierto, en muchos casos a nuestros “seres queridos” no les importamos, porque encontramos hermanos crueles, padres abusivos, familiares violentos, parejas “maléficas” que se creen con derechos, hermanos que traicionan, familiares que roban, hablan, envidian, así como hijos violentos, ingratos, distantes y abusivos con sus padres, que no los aman y que en algunos casos están con ellos pensando en alguna recompensa o ganancia.
Y sí, hay familias que nunca están o estarán para sus seres queridos, tal vez solo cuando les conviene para seguir aprovechándose ¡en nombre de la sangre!
Por eso, aceptar, poner límites y una distancia marcada, clara y firme es el único remedio para sanar, dejando de romantizar la familia, la pareja, los padres, los hermanos, es decir, ¡parando de sufrir! solo así se puede lograr comprender lo fundamental que son nuestras emociones, teniendo en cuenta que, el primer paso es reconocer la realidad sentida, pues debes recordar que si cada vez de algún encuentro con estás personas, la reacción es evidente y seguramente el rostro se sonroja o se percibe un cambio de temperatura, inclusive manos temblorosas, sudoración o una simple pero fuerte incomodidad y esto se traduce en ansiedad, es allí donde la reacción es analógicamente igual a pasar por ese “sismo o por esa avalancha”, donde el cortisol carga de energía, dañando y somatizando el cuerpo hasta llegar a enfermar… todo por ser “tolerante” y por querer mostrar a la “sociedad” ser buena persona aceptando conductas indeseables, “el cuerpo nunca miente”: Alice Miller (2004).
Por estas razones, ¡no tienes por qué!
…
*Psicóloga, especialista en psicología clínica y de la salud.