Por: Holger Díaz Hernández/ La guerra contra el tráfico y consumo de drogas como la marihuana y la cocaína está inexorablemente perdida, los cultivos de estas precedieron a la llegada de los europeos en decenas de siglos, pero es desde los años 20s del siglo pasado cuando inicia en el país el consumo y tráfico de marihuana que se convirtió en un gran negocio ilícito en los años 60 y 70s cuando se dio el primer auge con la bonanza marimbera en la región caribe, este fue pronto superado por la cocaína en los 80s junto al cultivo de la amapola y el de la heroína en los 90s.
El narcotráfico ha afectado la vida social, económica y política del país con una relevancia muy grande en el conflicto armado que hemos vivido en los últimos 60 años ya que ha sido su financiador directo e indirecto tanto de las guerrillas como de los paramilitares, de las bacrim y de la delincuencia común, además ha servido de catalizador de la economía y muchas de las grandes fortunas del país tienen su base en los recursos subterráneos del narcotráfico, así como en la política donde ha elegido e impedido elegir a muchos.
Casi siempre ha existido la connivencia de los gobiernos con el narcotráfico, en el periodo de Alfonso López Michelsen esté tuvo una actitud displicente con el tráfico y la exportación de drogas y los millones de dólares que se cambiaban en la ventanilla siniestra del Banco de la República eran un secreto a voces que inundaban la economía del país, en el gobierno de Turbay Ayala sólo se persiguió y encarceló a algunos mandos medios y los grandes capos de la costa atlántica tuvieron la protección del Estado.
Diego Ascencio entonces embajador de Estados en Colombia concluía: «Turbay será probablemente el próximo Presidente de la Republica, él es claramente sensible a las acusaciones y rumores de que es el candidato de los narcotraficantes».
El empresario Gustavo Gaviria (1924-2012) a quien la embajada americana le quitó la visa por posibles nexos con el narcotráfico fue amigo cercano y presunto financiador de varios presidentes colombianos desde Guillermo León Valencia pasando por casi todos hasta la actualidad.
Pero es en el gobierno de Ernesto Samper cuando se desencadenó el peor escándalo por la presencia directa del Cartel del Valle en su campaña presidencial y se vivió casi que un gobierno interino que produjo graves consecuencias negativas para nuestra sociedad, a partir de ahí la sombra del narcotráfico persigue además a muchas de las campañas electorales de las gobernaciones y alcaldías del país.
La guerra contra el narcotráfico empieza en 1984 cuando es asesinado Rodrigo Lara Bonilla por orden de Pablo Escobar y Belisario Betancur implementa la Ley de Extradición y el Estatuto Nacional de Estupefacientes ( Ley 30/86 ), iniciándose una de las etapas más violentas de nuestra historia con la aparición de los Carteles de Medellín y del Valle que cobraron miles de muertos en las fuerzas policiales, en la población civil con múltiples atentados con bombas y la guerra entre los mismos carteles que terminó en los 90s con la muerte de Escobar y el Mejicano y la captura de los Rodríguez Orejuela, ya vamos en cuatro generaciones de narcotraficantes que han cambiado su accionar pero siguen delinquiendo y asesinando a todo el que sea un riesgo para sus intereses.
Hasta hace unas décadas la coca era sembrada en Perú y Bolivia e introducida al país como base de coca pero aspectos como la ubicación geográfica, el acceso a dos océanos, la cercanía a los grandes mercados, los buenos suelos y la oferta de excelente obra de mano hizo que pasaremos de ser procesadores y exportadores a ser los productores mundiales más importantes con aproximadamente la mitad de lo que se consume que se calcula en 600 toneladas año.
Según el Informe Mundial sobre Narcóticos de la ONU en 2017 alcanzamos la histórica cifra de 209.000 hectáreas sembradas de coca con un crecimiento del 11% con respecto al año anterior hecho que está afectando la relación actual con los Estados Unidos, la erradicación de cultivos ilícitos ha sido exitosa en Bolivia donde se redujeron los cultivos de 48.000 hectáreas a 13.000 y en el Perú de 113.000 a 34.000, proceso que ha fracasado en Colombia a pesar de los grandes esfuerzos realizados desde los años 80s cuando se inició la utilización de herbicidas líquidos por fumigación aérea (glifosato) y sumado al programa de erradicación manual y al de sustitución de cultivos ilícitos nos muestra un panorama de fracaso del Estado en su lucha integral contra el aumento de los mismos.
El fondo es muy complejo ya que son múltiples los actores que controlan las diferentes cadenas del negocio: cultivo, producción, comercialización, rutas…
La Fundación Ideas para la Paz plantea las posibles causas del aumento de los cultivos en 2017: 1. Recomposición del narcotráfico en zonas que eran de las Farc que actuaban como un sistema de regulación territorial, apareciendo nuevos actores como las disidencias de los antiguos frentes e incluso extranjeros como el cartel de Sinaloa o el Jalisco sobretodo en el sur del país y en el Catatumbo. 2 La escasa erradicación manual en algunas zonas y la resiembra en otras 3. El aumento de la incautación dado que a mayor incautación mayor necesidad de siembra por acción de compensación y 4. Los efectos de la sustitución de cultivos como coletazo del proceso de paz que solo se pueden medir a mediano y largo plazo, además del reiterado incumplimiento del gobierno a los acuerdos con los campesinos.
1Ahora se propone la fumigación con drones pero se considera que técnicamente el impacto sobre el número de hectáreas va a ser mínimo, en fin de cuentas un negocio donde el consumo mundial crece constantemente, el flujo de recursos es incontrolable y ha permeado todos los niveles de la sociedad, ganar esta guerra es un imposible.