Numerosas marcas optan por presentar en París y en otras capitales de la moda, como Milán y Londres, colecciones mixtas, para amortizar costes y renovar el vestuario varias veces al año.
Aún son pocas, pero cada vez más mujeres entran en el mundo de la moda vistiendo a los hombres, o incluso desarrollando una carrera exclusivamente en ese sector, cada vez más rico y plural.
«Si escogí la moda masculina es porque me gusta trabajar con un patrón diferente. Era disonante para mi; te lleva a explorar» explicó Bianca Saunders, una estrella emergente de la moda británica, tras presentar su colección Otoño/Invierno 2023 en la Semana de la Moda parisina, que terminó el pasado domingo.
Al otro lado del arco temporal, Veronique Nichainan lleva diseñando las colecciones masculinas de la marca de lujo francesa Hermès desde hace 35 años.
«Su hombre Hermès no es clásico, tiene una ligereza muy poética y extremadamente elegante», analiza Serge Carreira, responsable de creación emergente de la Federación de la Moda parisina.
La británica Wales Bonner también cree que la moda masculina «permite mucha más expresión».
«Tienes la impresión de que no está sobredesarrollada, puede ser bastante conservadora en ocasiones», añadió.
Bonner suena como una candidata para reemplazar al fallecido director artístico para la moda masculina de Louis Vuitton, Virgil Abloh. La francesa Jeanne Friot presentó una colección brillante y colorida. Y su caso es aún más atípico: una mujer que se declara abiertamente lesbiana, e interesada por vestir al hombre.
«Mi mirada es forzosamente diferente porque soy una mujer queer», afirma.
«La gente que me rodea, tanto hombres como mujeres, ‘pescan’ en cualquier tipo de vestuario hoy en día», reflexionó.
Colecciones mixtas
Numerosas marcas optan por presentar en París y en otras capitales de la moda, como Milán y Londres, colecciones mixtas, para amortizar costes y renovar el vestuario varias veces al año.
Los matices se han extendido a todos los ámbitos de la estrategia de las marcas, muy constreñidas por la dura competición mutua.
Esa tendencia acaba por provocar la mezcla de estilos y accesorios en los entretelones de cualquier desfile.
Y paralelamente, el volumen de negocios de la moda masculina, desde accesorios hasta fragancias o cuidados personales, está creciendo lenta pero imparablemente.
Incluso en ropa interior ese mercado está creciendo: en los primeros diez meses de 2022 ganó un +3,3 por ciento, hasta los 400 millones de enero, en comparación con un crecimiento del +2,5 por ciento en el caso de la lencería femenina, que de todas maneras tiene un volumen de negocios mucho más considerable: 1.500 millones de euros.
“Es lo mismo»
La francesa Marine Serre fue rotunda el sábado al ser preguntada sobre la diferencia entre diseñar ropa masculina y femenina: «es lo mismo». «Marine Serre ha sabido realmente encontrar una expresión en el repertorio masculino que era totalmente coherente con su método global», explica Carreira.
Su desfile, el sábado por la noche, fue inspirado por su abuelo, que coleccionaba todo tipo de objetos antiguos. Su presentación fue en consecuencia una superposición de camisetas, jerséis y jeans. Y el uso de piezas fetiche, como la chaqueta de motociclista, para hombre y mujer.
Un enfoque similar fue el de la estadounidense Emily Bode, de 33 años, que volvió a París para un desfile que arrancó con un homenaje a su familia. Las mujeres visten al hombre «con menos clichés, con más neutralidad», estima Pierre Hardy, que diseña zapatos para Hermès y que viene trabajando junto a Véronique Nichanian desde hace más de 30 años.
El diseñador de moda masculina de Loewe, Jonathan Anderson, coincide con la idea de que la moda masculina tiene aún mucho camino por delante.