Por: Camilo Andrés Maldonado Bautista/ Tuve la fortuna de estudiar mi bachillerato y universidad en instituciones públicas y privadas, en las cuales conocí diferentes posiciones académicas e ideológicas expuestas por nuestros profesores, quienes en ejercicio de la libertad de cátedra, impartían una educación abierta, sin restricciones ni confesionalismos en asignaturas como geografía, historia y democracia brindándonos la posibilidad de obtener los conocimientos y doctrinas que nos permitieron empezar a tomar decisiones sobre las líneas de conducta o de vida que debíamos asumir en nuestro futuro próximo como integrantes de la sociedad.
Ello se produce, gracias a la libertad que tienen los académicos, llámense profesores, catedráticos, formadores, etc., sobre la manera como ejercen su tipo de enseñanza. Entendiéndose la libertad de catedra, como el derecho que tienen los educadores de no ser afectados por ningún tipo de censura, mucho menos proveniente del Estado como se ha pretendido recortar por medio de un proyecto de ley, siendo que hoy por hoy la educación está protegida por la constitución política la cual establece que El Estado garantiza las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra, conforme a las actividades que han reglamentado la educación.
Esto no quiere decir que los docentes pueden hacer y decir lo que quieran, pues la libertad de cátedra también tiene sus límites y los estudiantes derechos a que no se cometan abusos amparados en la misma: la educación debe ser impartida con el esencial propósito de desarrollar libremente la personalidad humana basada en el acatamiento de los principios democráticos y respeto a los derechos y deberes fundamentales consagrados en nuestra constitución. Así debe ser.
Por tanto, los docentes no pueden ser forzados a enseñar de una determinada forma por las instituciones educativas, o sobre unos conocimientos o doctrinas en detrimento de otras. También a los educadores y estudiantes les asiste la responsabilidad de analizar las diferentes temáticas con completa independencia, sin coacciones doctrinarias e ideológicas como las que han puesto sobre la mesa de opinión equivocadamente ciertos grupos políticos en la vía de cercenar el derecho a la libertad de cátedra y con ello la capacidad de raciocinio y libre determinación de los educandos.
Por el contrario, se debe garantizar por parte de las instituciones educativas públicas y privadas, una verdadera corriente independiente de ideas en sus aulas de clase, sin interferencias entre profesores y alumnos. Pero eso sí, la docencia debe asumir el compromiso de alejar de la cátedra, cualquier utilización de esta para realizar proselitismo político con intereses particulares y mezquinos, aunque tampoco podemos volver a épocas oscurantistas en que se prohibían y quemaban textos, que estuviesen en contra de las ideas de los gobernantes de turno, y se tenía que hablar y enseñar en voz baja por el miedo a la mano dura del Estado, como en mala hora aún en muchos países persisten políticas prohibiendo o bloqueando páginas de internet y medios de comunicación, sin que se permita la pluralidad de la información y la academia.
Toda esta controversia se presenta, por las supuestas formas de educación que pretenden el adoctrinamiento de los estudiantes por parte de los profesores. No olvidemos que la base del desarrollo de una nación está en su educación y no se puede estigmatizar ni mucho menos señalar a Fecode la cual está conformada por miles de profesores que han educado con mucho sacrificio a millones de colombianos, debemos es conformar nuevas escuelas de formación política, incentivar en los jóvenes el análisis y discusión de las políticas públicas, motivar en ellos la democracia y la participación, erradicar el fanatismo e impedir por todo medio jurídico que la libertad de cátedra sea amordazada, pues la cátedra no es para ser utilizada por demagogos o falsos profetas.
Muy bien por el apoyo del gobierno Colombiano a la crisis humanitaria de nuestro hermano país de Venezuela; pero no descuidemos los grandes problemas internos de nuestro país, mucho ojo al Plan Nacional de Desarrollo.
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