Por: Paola Guarín/ Se celebra el Día Internacional de la Tierra siendo Colombia el segundo país más diverso del mundo y contradictoriamente ante todas las estadísticas, cerca de la mitad de los ecosistemas que existen se encuentran en estado crítico o peligro y de 284 especies de animales terrestres investigados, 41 están en peligro, 112 en estado de amenaza y 131 son considerados vulnerables según WWF – Word Wildlife Fund (Fondo Mundial para la Naturaleza).
Aunado a lo anterior, se destacan las últimas denuncias por deforestación desbordada de en zonas endémicas los departamentos como el Amazonas, Caquetá, Guaviare y Meta, según la alerta levantada por el Ideam en los últimos días.
Por otra parte, según las detenciones de alertas tempranas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap), las mayores afectaciones con evidentes agravantes a nuestros ecosistemas por deforestación se presentan en los parques nacionales naturales de la Sierra Nevada de Santa Marta, Tinigüa, Serranía de Chiribique y La Macarena.
Lo paradójico de ello es que una de las principales actividades que ocasionan tal fenómeno es sin duda la explotación ilícita de minerales, cultivos ilícitos, praderización, tala ilegal, conversión de cultivos agrícolas, incendios forestales y ganadería extensiva, entre otras.
Preocuparnos por una calidad de vida y herencia entregada a nuestras próximas generaciones, no solo es un tema de discusión que va más allá de una marchas, manifestaciones y movimientos ambientales.
Nuestro compromiso político, económico y cultural, es sin lugar a dudas la materialización de mecanismos y medios oportunos para la protección de nuestros recursos naturales y ecosistemas, afectados día a día por mafias, grandes sectores de la industria y por qué no, intereses íngrimamente personales de personas jurídicas y naturales con la falta de educación agrícola y la “venia” de licencias ambientales como en el caso del fracking y/o concesiones de explotación de recursos, que en últimas se convierten en algunas ocasiones, en actividades nefastas con permiso para delinquir que afectan lesivamente nuestra diversidad.
La educación y la cultura se convierten en banderas de salvación junto con políticas que medien en la producción de plástico y/o distribución de productos, pues aproximadamente un 65% de ellos tienen empaques a base de plástico y sus derivados en los almacenes de cadena más importantes del país.
Avanzar en contextos como la eliminación paulatina de la bolsa, es sin dudas una herramienta amigable junto con medidas que incentiven de manera más insistente a la industria con aras de suprimir o sustituir dichos compuestos del petróleo en sus procesos industriales.
Espero que estas celebraciones no solo queden en posters de redes sociales o dedicatorias al Día Internacional de la Tierra y se tomen medidas desde la academia, el sector industrial y el Estado que de manera consencial y colectiva se realicen iniciativas donde podamos garantizar la sostenibilidad ambiental y la herencia de nuestras próximas generaciones.
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