Al darse la sorpresiva elección de Rodolfo Hernández Suárez como alcalde de Bucaramanga, en las elecciones de octubre de 2015, las miradas estuvieron puestas –no en el dueño de la hazaña- sino en Leonidas Gómez-Gómez, el entonces candidato a la Gobernación de Santander, quien se ubicó segundo en la votación con 230.920 sufragios, 101.068 alcanzados en la capital del departamento.
El triunfo del dueño de HG Constructora, según muchos analistas políticos, se debió a la alianza tejida por debajo de la mesa entre él y Leonidas. Sin duda, tal como lo demuestran las cifras, el creador de ‘Acuarela’ en la Mesa de los Santos, fue el gran elector de quien, con el discurso anticorrupción, puso 77.238 sufragios, un poco más de cuatro mil que la que registró fuerza liberal.
Por eso, cuando asumió el poder, Hernández Suárez le puso buena parte de la burocracia al servicio de Gómez-Gómez, varios de sus más cercanos asesores y colaboradores llegaron a cargos en la alcaldía, incluso, se debieron cambiar los manuales de funciones para acomodarlos a los prospectos impuestos por el hoy aspirante al Senado por el Polo Democrático.
Vacantes en la Administración Central, en el Acueducto Metropolitano de Bucaramanga, en el Área Metropolitana de Bucaramanga, entre otras dependencias; fueron llenadas por quienes estuvieron de frente en la campaña de Leonidas. Varios de ellos, aún permanecen en esas plazas y desde ahí le ayudan a buscar votos.
De la infinidad de casos burocráticos del que se ha favorecido el líder de ‘Dignidad Santandereana’ se destacan dos, uno de ellos es hoy candidato a la Cámara de Representantes por la coalición ‘Alternativa Santandereana’ (AS), Julián Silva Cala, quien ocupó dos cargos en el gobierno de la Lógica, Ética y Estética, primero como Jefe de la Oficina de Espacio Público y luego, tras la intempestiva salida del entonces Secretario de Planeación, suplió esa vacancia; sin embargo, no era idóneo para ninguno de los dos cargos.
El otro caso de vergonzosa burocracia tiene que ver Carlos Fernando Sotomonte, escogido por el alcalde Hernández como su representante en la junta directiva del Acueducto Metropolitano de Bucaramanga. Sotomonte, para esa época, estaba preparándose para ser candidato a la Cámara, también por la línea de Leonidas, pero el cúmulo de críticas por parte de la opinión pública, lo llevaron a desistir.
“Tú me ayudas, yo te ayudo”
Ante este evidente acuerdo de Leonidas Gómez-Gómez y Rodolfo Hernández Suárez de “tú me ayudas, yo te ayudo”, en donde ambos salen ganando si se hacen pasito, se emula la historia que trae consigo el famoso cuadro del ‘Perro de San Roque’, que cae como anillo al dedo a políticos que solo hablan, denuncian o critican, cuando les conviene; pero en este caso, lo más “sano” es quedarse callado porque se les cae el pan de la boca.
Un artista anónimo pintó el famoso cuadro de San Roque quien tenía un perro al que le llamaba “Melampo”. La pintura retrata al canino con una mogolla de pan en su hocico para que no ladrara (…), era la forma que San Roque tenía para calmar a su mascota. Leonidas Gómez-Gómez, quien se ha autodeclarado el adalid de la transparencia, encarna esa obra artística, no “ladra” las fechorías de su aliado Rodolfo Hernández porque sabe que si lo hace, la mogolla se le cae del hocico.
Ese comportamiento de Leonidas, de “ladrar” solo cuando le conviene es una vieja estrategia de la clase política tradicional, él la ha tomado de su mentora a nivel nacional, la senadora y actual candidata a la Vicepresidencia de la República, Claudia López, quien llegó hasta Bucaramanga criticando a todos sus contradictores políticos en el manejo del PAE, pero –para ganarse la gracia de Hernández- lo puso de ejemplo de transparencia a nivel nacional. Pero ahora, con los escándalos de Vitalogic, el corretaje y los negocios por debajo de la mesa que hace su familia, la controvertida congresista no ha dicho una sola palabra para hacer lo que más le gusta, denunciar a los corruptos.
“Cuando se tiene rabo de paja…”
Dicen que las malas mañas se pegan y eso le ha sucedido no solo a Leonidas, también a otros de los reconocidos políticos de la región, que no han dicho “esta boca es mía” en el caso de corrupción que sacude la alcaldía de Bucaramanga.
Además de Claudia López y de Leonidas, ninguno de los candidatos suyos a la Cámara de ‘Alternativa Santandereana’ ha puesto sobre la mesa de discusión y temas de campaña la crisis de Bucaramanga. Nunca antes se había visto tan callado al exdiputado Roberto Schmalbach en temas de corrupción como lo vemos ahora -no solo por lo que sucede en la capital del departamento- sino en su ciudad Barrancabermeja, donde es liado del gobierno del procesado penalmente, Darío Echeverri.
En esa misma lista, que se supone, está la ‘decencia política’ no se ve una sola pancarta del candidato Diego Jaimes, mofándose de los actos indecorosos de la administración local. Jaimes solo se ha convertido en un payaso de la contienda electoral, con carteles criticando a los actuales congresistas por sus pasadas actuaciones, pero nunca tuvo tiempo para mostrar sus propias propuestas, sin duda, solo fue el hazmerreir de 2018.
Y qué decir de candidato Julián Silva Cala que cree que con solo tomarse fotos y salir en vallas con Sergio Fajardo podrá echar al olvido la violación a las normas con las cuales pudo acceder a cargos dentro de la alcaldía y que ahora no puede criticar la corrupción de Bucaramanga porque sería enterrarse el cuchillo él mismo.
Bajo este panorama está la renovación política santandereana, la misma que llevó a que en Bucaramanga la cura fuera peor que la enfermedad.