Por: Luis Eduardo Jaimes Bautista/ El siglo XXI, es el siglo apocalíptico. No lo voy a tomar como un elemento religioso. Sino la guerra comercial que inició la China, los EEUU, Rusia y la Unión de países Europeos. Igualmente el cambio climático. Desde un somero análisis sociológico, “solo puedo decir que solo sé que nada se”, dicho por Sócrates, el pensador griego quien expresó, que fue consciente de su propia ignorancia ante los acontecimientos que se estaban presentando en el mundo.
Desde el año pasado, los Demócratas y Republicanos se vienen enfrentando a China y la 5G de Huawei. En pocas palabras, se puede decir, que, desde la inmortalidad del sistema bélico de Estados Unidos, se viene moralizando el pleito con esta multinacional de las comunicaciones inalámbricas y el dilema entre la autocracia china y la democracia de la autopista de la información, para el homo sapiens de libres y vasallos.
Estamos en un mundo de la verdad y la noticia. Ficción o realidad, que muchos escritores somos encriptados en la imaginación. Una forma de sentarnos a ver la película en la sala oscura de los acontecimientos, donde el guión y la acción nos llevan a unos temas sin límites de actores primarios y secundarios, donde el héroe principal lucha contra los adversarios de las bandas que han cazado esta disputa: Los Estados Unidos, La Unión Soviética y China, cada cual por su lado van creando los estilos del miedo, de cómo dominar el planeta tierra. Por eso no hay más mágico que la literatura, para dejar reseñado un pasaje en la historia del mundo.
Leía la Revista española el “Viejo Topo”, una crítica muy diciente sobre este tema, para encontrar el tuétano de la situación geopolítica global del poder de las naciones, debemos ser racionales en un país pobre, cubierto por la ignorancia y ser patio trasero donde se defecan los grandes. “Las diatribas de republicanos y demócratas, cuando se están preparando para una nueva elección presidencial en los EEUU. Lo que mencionaba sobre la 5G de Huawei, va mucho más allá de una prosaica guerra comercial y de la defensa hilarante de valores democráticos inexistentes en Estados Unidos.
Más bien refleja el acelerado declive de occidente, en particular, de los gringos de Norteamérica, su otrora superpotencia tecnológica que ha sido rebasada en varios rubros por la panoplia hipersónica militar de Rusia y las hazañas científicas de China, hoy puesta doblemente en cuarentena por el extraño coronavirus y por el cerco de los Estados Unidos, que empezó con la contención de Barack Obama y prosigue en forma desesperada con Trump, mientras Rusia y China han codificado una asociación estratégica, cuya envergadura secreta se ignora y ha dejado, atrasado a EEUU en una pelea con fantasmas visibles.”
El trasfondo de esta guerra fría, es el “golpe de inteligencia del siglo”, la IA. Durante décadas la CIA leyó las comunicaciones cifradas de aliados y adversarios. Creo que estoy contando una película de espionaje. Durante más de medio siglo, los gobiernos de todo el mundo confiaron en una sola compañía para mantener en secreto las comunicaciones de sus espías, soldados y diplomáticos.
Se han filtrado tantos documentos, que los llamados celulares, chips y software, son los encargados de colocar parte de esa información en la internet que viaja en la telaraña los algoritmos, datos encriptados en más de 20 mil millones de aparatos conectados, cosa que en algunos años llegaría a un billón con los espacios públicos invadidos de cámaras y sensores hasta la intimidad más inescrutable.
Todo esto se debe a “Los ojos de la oscuridad”. El asombro para los habitantes de la tierra, de un prolífico novelista estadounidense del terror, el suspenso y la ciencia ficción. Una obra que apareció hace 40 años, revivida en este 2020, en la irrupción de un virus llamado “coronavirus” o Covid-19, en la población Wuhan China, que se viene expandiendo por todo el planeta, dejando un estado de excepción en cuarentena a todos los contagiados.
Este perverso mecanismo del capitalismo de ocultar las verdades, es la defensa de los intereses de quienes tienen el poder. Los medios de comunicación se prestan y las autoridades difunden el clima de pánico y dicen que no, provocando un cambio de costumbres en las condiciones de vida y del trabajo en regiones enteras.
El Vaticano también se ha unido, esperando que los fieles difuntos resuciten ante este juicio universal de la pandemia, para que los vivos crean el lenguaje de la guerra de los virus y las bacterias. ¡No se bañen las manos niños!
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