Por: Pedro Bernard Sarqués Plata/ En las últimas décadas, la figura del “influencer” ha evolucionado significativamente. Antes de la era digital, los influencers eran figuras públicas que destacaban por sus contribuciones en áreas como el arte, la ciencia, la política y el deporte. Eran personas que, gracias a sus logros y talentos, se ganaban la admiración y el respeto del público. En la actualidad, con la llegada de las redes sociales, el término «influencer» ha tomado un nuevo significado.
«Influencers» de nuestros padres o abuelos, héroes de la sabiduría y la perseverancia
¿Recuerdas cuando papá hablaba con admiración de figuras icónicas? Sí, esos días en los que los influencers no eran solo rostros en una pantalla, sino titanes de la sabiduría y la perseverancia. Nuestros padres, hoy hombres de 70 años en adelante, también tenían sus propios influencers, personajes educados y responsables que amasaban su fortuna a base de esfuerzo y dedicación. Ellos se convertían en los modelos a seguir para todas las familias, y no era raro que admiráramos a nuestros abuelos por sus logros, o a aquellos que, con pocas oportunidades, alcanzaban grandes éxitos en el arte, la economía, la literatura, la sociedad o la política. En tiempos donde la educación era escasa el poder terminar la educación media era un logro de admiración y personaje a seguir.
Recordar a ese abuelo que, con apenas estudios de primaria y mucho tesón, levantó un negocio próspero que se convirtió en el orgullo familiar. En cada familia había héroes anónimos, influencers locales cuyos logros eran dignos de reconocimiento y admiración.
Nuestros padres crecieron viendo a estas figuras no solo como celebridades, sino como ejemplos vivientes de lo que el esfuerzo y la dedicación podían lograr. Eran modelos que no solo entretenían, sino que educaban y motivaban a seguir adelante, a trabajar duro y a nunca dejar de aprender. Eran los influencers de su tiempo, los que inspiraban sueños y daban esperanza a generaciones enteras.
Influencers de la generación X nacidos en años 60 o 70
En esa época los influencers eran como faros de conocimiento y talento. Piensa en Gabriel García Márquez, con su pluma mágica que nos llevó a mundos literarios fascinantes y nos hizo sentir orgullosos de la riqueza del idioma. O en Stephen Hawking o Carl Sagan cuyas mentes brillaban con el esplendor de mil galaxias, ampliando los horizontes del entendimiento humano. Y, por supuesto, en Nelson Mandela, cuya lucha incansable por la justicia y la igualdad dejó una marca indeleble en la historia.
Estos influencers no solo ganaban aplausos, sino que también dejaban un legado de sabiduría y valor. Sus contribuciones no se limitaban a entretenernos; nos educaban, nos inspiraban y nos desafiaban a ser mejores. Eran los verdaderos modelos a seguir, los héroes de carne y hueso que nos impulsaban a aprender, crecer y cambiar el mundo para mejor, eran así Pelé en el futbol o Michael Jordan en el baloncesto, Michael Jackson en la música solo por nombrar algunos.
Influencers contemporáneos
Avancemos al presente, donde los influencers han cambiado tanto como la moda de los pantalones acampanados a los skinny jeans. Hoy, cualquier persona con un smartphone y una conexión a internet puede convertirse en una estrella de las redes sociales. En plataformas como Instagram, TikTok y YouTube, vemos a jóvenes ganar notoriedad por bailes pegajosos, trucos de maquillaje y bromas virales. A menudo, estos nuevos influencers ganan notoriedad por contenido que es, en su mayoría, ligero y de fácil consumo. Si bien algunos continúan promoviendo causas importantes o compartiendo conocimientos valiosos, muchos se centran en la autopromoción y el entretenimiento superficial.
Claro, hay quienes utilizan su influencia para promover causas importantes y compartir conocimientos valiosos. Pero seamos honestos, muchos se centran en la autopromoción y el entretenimiento superficial. La preocupación es que nuestras nuevas generaciones parecen valorar más los “me gusta” y los seguidores que el contenido de sustancia intelectual. Pasan horas viendo bailes virales y retos en lugar de sumergirse en libros o documentales enriquecedores. Esto no significa que el entretenimiento carezca de valor, pero sí plantea preguntas sobre el equilibrio entre el contenido que consume la mente y el que nutre el intelecto.
El impacto en las nuevas generaciones
El cambio en el tipo de “influencer” que se sigue tiene implicaciones en lo que las nuevas generaciones consideran admirable o digno de atención. La facilidad con la que se accede al contenido ligero y la gratificación instantánea que proporcionan las redes sociales pueden desviar la atención de los jóvenes de temas más profundos y enriquecedores. Esto podría llevar a una disminución en el interés por el aprendizaje y la exploración intelectual.
A pesar de todo, no debemos olvidar que la tecnología y las redes sociales también han abierto puertas nuevas para la educación y la difusión del conocimiento. Existen influencers modernos que utilizan su plataforma para educar y concienciar sobre temas importantes. La clave está en encontrar un equilibrio entre el entretenimiento y el contenido que aporta valor intelectual y cultural.
Como sociedad, tenemos la responsabilidad de apoyar a aquellos influencers que, al igual que los gigantes del pasado, buscan enriquecer nuestras mentes y espíritus. Debemos enseñar a las nuevas generaciones a ser críticas con el contenido que consumen y a valorar a las personas que realmente tienen algo significativo que ofrecer. Solo así podremos asegurar que el interés intelectual siga siendo una prioridad en la era de la información y el entretenimiento instantáneo.
Quién sabe, tal vez algún día, mientras vemos juntos esos videos de antaño y los comparan con los de hoy, todos terminemos en un divertido debate familiar sobre quiénes eran los verdaderos influencers. Spoiler alert: ¡la respuesta siempre será «ambos»! Porque, al fin y al cabo, cada generación tiene sus propios héroes y todos tienen un lugar especial en nuestros corazones. ¡Salud por los influencers de ayer, de hoy y de siempre!
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*Ingeniero de Sistemas, director de proyectos de innovación tecnológica.